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El Pecado Original – Serán como Dioses

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Creó Dios cosas maravillosas para el hombre. El Sol, para que le diera luz y calor; la Luna, para que tuviera claridad durante la noche; plantas y árboles frutales y animales para que estuvieran a su servicio.
Adán y Eva fueron dotados por Dios de un cuerpo de gran belleza y hermosura; poseían la gracia santificante, el don de la inmortalidad y de la ciencia, el no sufrir y padecer en este mundo.

Adán y Eva vivían felices y contentos en el paraíso; amando a Dios y amándose mutuamente. Dios dio al hombre un mandato: «De todos los árboles del paraíso puedes comer, pero del árbol de la ciencia del bien y del mal no comas, porque el día que de él comeréis ciertamente morirás.

Envidioso el demonio de la felicidad de nuestros primeros padres, quiso hacerles pecar para que así perdieran su estado de felicidad y de inocencia que gozaban en el paraíso. Tomando el demonio la forma de serpiente, dijo a la mujer: «¿Con que os ha mandado Dios que no comáis de los árboles todos del paraíso?» Respondió la mujer a la serpiente: «Del fruto de los árboles del paraíso comemos, pero del fruto del que está en medio del paraíso nos ha dicho Dios: No comáis de él, ni lo toquéis siquiera, no vayáis a morir». Y dijo la serpiente a la mujer: «No moriréis, es que sabe Dios que el día que de él comáis se os abrirán los ojos y seréis como Dios, conocedores del bien y del mal». La mujer miró al fruto y vio que era hermoso y rico para comerlo; alargó la mano y cogió fruta del árbol y comió, y dio también a su marido, que también con ella comió. En aquel instante se acababa de cometer el primer pecado en el mundo. Se avergonzaron de estar desnudos.

Oyeron a Dios que se paseaba por el jardín al fresco del día y se escondieron Adán y Eva en medio de la arboleda. Pero Dios llamó a Adán y le preguntó. «¿Es que has comido del árbol de que te prohibí comer?» Y dijo el hombre: «La mujer que me diste por compañera me dio de él y comí». Entonces dijo Dios a Eva: «¿Por qué has hecho eso,?» Y contesto la mujer. «La serpiente me engañó y comí».

Dios se volvió a la serpiente y le dijo. «Pongo perpetua enemistad entre ti y la mujer y entre tu linaje y el suyo. Este te aplastará la cabeza». A Eva le dijo el Señor que multiplicaría sus padecimientos, y a Adán: «Por ti será maldita la tierra. Con el sudor del rostro comerás el pan. Hasta que vuelvas a la tierra. Ya que eres polvo y al polvo volverás. Expulsó Dios a Adán y Eva del paraíso. Puso delante del jardín un querubín con una espada de fuego para guardar el camino del árbol de la vida. Nuestros primeros padres salieron de aquel lugar tan maravilloso con el corazón lleno de amargura y dolor. Hablan perdido la felicidad que Dios les había concedido.

Explicación Doctrinal:

Dios creó al hombre para que en esta vida le ame y sirva y después le goce eternamente en el cielo.
Dios doto a nuestros primeros padres de toda clase de bienes. Les dio una inteligencia clara y luminosa para entender todas las cosas, de una voluntad inclinada al bien. Y, sobre todo, les dio la gracia santificante, ese don divino que hace al hombre hijo adoptivo de Dios y heredero del Cielo.
Dios puso a Adán y Eva en un jardín maravilloso, lleno de delicias. No estaban sujetos a mal alguno, ni tenían hambre, ni sed, ni enfermedades, ni dolores. Vivían en paz, con mucha alegría y felicidad, teniendo el inmenso gozo de conversar con Dios en el Paraíso. Y después de esta vida Dios les iba a trasladar a otro lugar de mayor felicidad: el Cielo.

Pero Dios dispuso que para ir al Cielo tenían que hacerse merecedores; por tanto, el Señor les dio un mandato, diciéndoles: «De todos los árboles del paraíso podéis comer, pero del árbol de la ciencia del bien y del mal no comáis, porque el día que de él comiereis, ciertamente moriréis». El demonio, envidioso de la dulce amistad que existía entre Dios y el hombre, le tentó para que comiera del fruto prohibido, y les dijo: «No moriréis, es que sabe Dios que el día que de él comáis se os abrirán los ojos y seréis como Dios, conocedores del bien y del mal». Adán y Eva comieron del fruto prohibido y pecaron contra el Señor. Al instante de cometer el pecado, se quedaron aterrorizados y llenos de vergüenza de lo que habían hecho. Este pecado se llama pecado original.

Por el pecado cometido dejaron de ser hijos de Dios; su alma quedó negra como la noche, se les despertaron las pasiones, quedaron sujetos a la ignorancia, a la enfermedad y a la muerte. Las puertas del cielo se cerraron. Todos los bienes que Dios dotó a nuestros primeros padres y que los iban a transmitir a todos sus descendientes quedaron privados de ellos, y, por tanto, nosotros nos vimos privados de ellos. Dios así lo dispuso. Por ese pecado, que es hereditario, nacemos todos los hombres sin la vida de la gracia.

Vio Dios el estado lastimoso del hombre y tuvo misericordia de él y le prometió un Redentor para que reparara el pecado cometido por nuestros primeros padres y volverlos a la amistad con Dios.

Norma de Conducta:

El Pecado original nos enseña que Dios es el Señor que manda, y nosotros sus hijos que debemos obedecer.

Fuente: Encuentra.com

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