Pregunta:
La doctrina de la transustanciación es la que se refiere a que en la Eucaristía tanto el Pan como el Vino cambian, en sustancia, al cuerpo de Cristo. Esto quiere decir que el Pan ya no es Pan y el Vino ya no es vino, tiene la apariencia o accidentes, pero en sustancia ya no son, ahora es el cuerpo de Cristo, así que alguien puede afirmar que lo que come no es pan y lo que bebe no es vino.
El catecismo de la iglesia de Roma lo dice de esta manera:
1374 ……En el santísimo sacramento de la Eucaristía están “contenidos verdadera, real y substancialmente el Cuerpo y la Sangre junto con el alma y la divinidad de nuestro Señor Jesucristo, y, por consiguiente, Cristo entero” (Cc. de Trento: DS 1651). “Esta presencia se denomina `real’, no a título exclusivo, como si las otras presencias no fuesen `reales’, sino por excelencia, porque es substancial, y por ella Cristo, Dios y hombre, se hace totalmente presente” (MF 39).
1376 El Concilio de Trento resume la fe católica cuando afirma: “Porque Cristo, nuestro Redentor, dijo que lo que ofrecía bajo la especie de pan era verdaderamente su Cuerpo, se ha mantenido siempre en la Iglesia esta convicción, que declara de nuevo el Santo Concilio: por la consagración del pan y del vino se opera el cambio de toda la substancia del pan en la substancia del Cuerpo de Cristo nuestro Señor y de toda la substancia del vino en la substancia de su sangre; la Iglesia católica ha llamado justa y apropiadamente a este cambio transubstanciación” (DS 1642).
1413 Por la consagración se realiza la transubstanciación del pan y del vino en el Cuerpo y la Sangre de Cristo. Bajo las especies consagradas del pan y del vino, Cristo mismo, vivo y glorioso, está presente de manera verdadera, real y substancial, con su Cuerpo, su Sangre, su alma y su divinidad (cf Cc. de Trento: DS 1640; 1651).
Ahora teniendo esto como contexto, mi critica no es teológica sino practica, aunque tiene consecuencias teológicas.
Existe una enfermedad que se llama enfermedad celiaca (EC) en Wikipedia encontramos que es esta enfermedad:
“La enfermedad celíaca es una enfermedad autoinmune caracterizada por una inflamación crónica de la parte proximal del intestino delgado o yeyuno, causada por la exposición de gliadina, una proteína vegetal de algunos cereales en la dieta, llamada gluten (proteína presente en el trigo, cebada, centeno, triticale, kamut, espelta y posiblemente avena -por cuestiones de contaminación cruzada).”
Ahora el problema es que esta proteína se encuentra en el pan o la hostia para la Eucaristía, y por lo tanto una persona que padezca de esta enfermedad no es recomendable que reciba la comunión porque tendrá problemas con su intolerancia al gluten.
Sin embargo estas personas no han sido abandonas por su iglesia y ahora se han desarrollado hostias bajas o libres de gluten para que no tengan problemas físicos a la hora de tomar la Eucaristía.
En fin, la pregunta es, Si el pan cambia en verdad al cuerpo y sangre de Cristo, personas con la enfermedad celiaca podrían comer de la hostia sin ningún problema porque esta ya no es pan ya cambio ¿Entonces porque sufren los efectos del gluten?
Respuesta:
En el sacramento de la Eucaristía, -como en todo sacramento-, debemos distinguir la materia (pan y vino), de la forma (las palabras de la consagración por las que, el sacerdote obra en la Persona de Cristo (In Persona Christi) por intervención del Espíritu Santo. Es verdad, como Usted dice, que luego de la consagración ya no hay más pan y vino, pero, como distingue Santo Tomás de Aquino, aunque ya no está más la sustancia del pan y del vino, sino la del Cuerpo y Sangre del Señor (esto es lo que se llama, justamente, “transubstanciación”), sin embargo, permanecen los accidentes del pan y del vino, es decir, el color, tamaño, peso, gusto, etc. Santo Tomás lo explica así:
Consta por el testimonio de los sentidos que, después de la consagración, los accidentes del pan y del vino permanecen. Y esto lo ha dispuesto así sabiamente la divina providencia. Primero, porque no es habitual entre los hombres, sino cosa horrible, comer y beber carne y sangre humanas, se nos ofrece la carne y la sangre de Cristo bajo las especies de unos alimentos que son los más frecuentemente utilizados por los hombres, o sea, el pan y el vino. Segundo, para no exponer este sacramento a la burla de los infieles, cosa que sucedería si comiéramos al Señor en su estado físico. Tercero, para que el hecho de recibir invisiblemente el cuerpo y la sangre del Señor aumente el mérito de nuestra fe. (S. Th., III, 75, 5)
Por lo que si un sacerdote consumiera un litro de vino consagrado (que es sangre de Cristo), podría sufrir los efectos del alcohol, y un fiel que comiera dos kilos de pan consagrado, se alimentaría corporalmente, puesto que al conservarse los accidentes, también se conservan esas propiedades. Es que Jesús está verdadera, real y sustancialmente en la Eucaristía, pero no en especie propia (de modo que lo veamos, lo toquemos, etc.) sino en especie ajena (las especies del pan y del vino), por eso es que cuando lo comemos no le hacemos daño, y cuando se cae una hostia al suelo, no se golpea Cristo, etc. porque esto afecta a los accidentes, que son los que tienen contacto con lo exterior. (Puede ver estos temas en la Suma Teológica, III Parte, cuestiones 73-83.
Autor: Pbro. Miguel Ángel Fuentes.