Continuando con la serie de conversaciones entre amigos sobre temas de apologética, les comparto un nuevo diálogo ficticio en donde se hace una breve introducción a dos conversaciones más amplias que abordan el tema de la indefectibilidad de la Iglesia. Como de costumbre los argumentos los he recogido de conversaciones que he tenido de este tema a lo largo de los años con amigos evangélicos. Los nombres de quien participan no son reales.
Miguel: José, me quedé con la intriga de porqué tú crees que no es posible que a Iglesia Católica se haya corrompido
Marlene: Yo también.
José: Definitivamente un tema para mi muy interesante porque hubo un momento de mi vida en que yo consideré muy en serio esa hipótesis, y hubo principalmente dos cosas que llamaron mi atención.
Miguel: ¿Cuáles fueron?
José: Pude observar que la Iglesia Católica tiene muchos detractores dentro de los cuales resaltan dos grandes grupos que la acusan precisamente de lo contrario.
Marlene: ¿En serio? ¿Cómo es eso?
José: Por un lado están los que dicen que el problema con la Iglesia Católica es que NO CAMBIA, no se ADAPTA a los tiempos, que si bien puede modificar algunos elementos externos sigue sustancialmente siendo la misma, y se quejan constantemente de que sigue rechazando el aborto, la eutanasia, la disolución del matrimonio, el sacerdocio femenino, las relaciones sexuales fuera del matrimonio, el matrimonio homosexual, y un largo etc. Estos yo los identifico en la corriente “modernista” o “progresista” y se pueden encontrar aquí personas de casi cualquier ideología: cristianos no católicos, ateos, agnósticos e incluso personas que se dicen católicas pero que o no conocen bien su fe, o no la profesan.
Por el otro, están los que dicen que el problema es precisamente el contrario, que la Iglesia CAMBIA y ha ido cambiando a lo largo de la historia corrompiéndose y paganizándose al contacto con otras culturas. Entre estos he encontrado sobre todo cristianos no católicos de ideología protestante.
De ambos grupos considero que los primeros tienen razón en que la Iglesia no cambia en lo sustancial, pero tienen el problema de que están afectados de relativismo. Asumen que nada es universalmente cierto ni falso, sino que depende del cristal con que se mire. En cuestiones de fe y moral un cristiano verdadero nunca puede pensar de esa manera porque la Revelación cristiana es imperecedera. Jesús lo dijo muy claramente: “El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán.” (Mateo 24,35). Lo que es moralmente ilícito hoy también lo será mañana: “¡Ay, los que llaman al mal bien, y al bien mal; que dan oscuridad por luz, y luz por oscuridad; que dan amargo por dulce, y dulce por amargo!” (Isaías 5,20).
Lamentablemente yo he visto como muchas denominaciones cristianas no católicas si han ido cambiando sus valores morales y han llegado a aceptar aberraciones como el aborto[1], la eutanasia, el matrimonio homosexual[2] entre otros, cosa que nunca hubiese pasado por la cabeza de los reformadores protestantes[3].
Miguel: En mi iglesia rechazamos tajantemente esas cosas, lo que sucede es que esas denominaciones no son realmente ni cristianas ni evangélicas.
Marlene: En la mía tampoco aceptamos nada de eso, por lo menos en esos puntos estamos de acuerdo.
José: Lo sé, porque ustedes no están precisamente entre aquellos que critican a la Iglesia precisamente porque cambie, pero si piensan como los segundos, en que ha cambiado y se ha paganizado. Yo en cambio no pienso así, porque como les decía en nuestra conversación pasada, no creo que haya habido un cambio en lo sustancial sino un desarrollo de la doctrina cristiana.
Ahora, yo he llegado a esa conclusión por medio de dos vías de estudio: la vía bíblica y la vía histórica.
Miguel: Me interesa particularmente la vía bíblica.
José: Seguro, en una próxima ocasión lo platicamos.
Miguel: Con gusto.
Marlene: Hasta luego.
NOTAS
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[1] En el tema del aborto las Iglesias protestantes están divididas. En 1968 la Convención Bautista de América emitió un dictamen donde se sostenía que el aborto debía ser un problema dependiente de una decisión personal. Solicitaban una legislación que permitiera el aborto antes del final de las 12 primeras semanas de embarazo, y una mitigación de las leyes para permitirlo después por las causas: peligro de muerte para la madre, defectos en el feto, así como embarazo por violación o incesto.
Actualmente la Iglesia Luterana ELCA (Evangelical Lutheran Church in America) acepta abiertamente el aborto por casi cualquier causa, mientras que la Iglesia Luterana LCMS (Iglesia Luterana, Sínodo de Misuri) lo condena. Lo mismo ocurre entre muchas otras denominaciones evangélicas (metodistas, presbiterianas, valdenses, etc.) en donde algunas aceptan el aborto y otras no. Afortunadamente la mayoría de denominaciones cristianas no católicas lo rechaza todavía. Todos los detractores de la Iglesia en el caso del aborto reconocen que “la más fuerte posición en contra del aborto y la anticoncepción la mantiene la organización Pro-Vida, cuyos líderes provienen principalmente de la Iglesia Católica. Para ellos la vida comienza en el momento de la concepción y por tanto el feto es digno de derechos y protección. Para estos grupos una meta importante es revertir o detener las leyes que legalizan el aborto” (Rafael Castillo Vargas, Artículo: Posición de las diferentes religiones frente al tema del aborto y la anticoncepción, Ilustrados.com).
[2]Respecto a las relaciones sexuales homosexuales, la Iglesia Episcopal (una rama del anglicanismo) fue la primera en tener un obispo abiertamente homosexual viviendo con su pareja, y en el presente ya la Iglesia Anglicana ha aceptado el matrimonio homosexual. Lo mismo ha ocurrido con varias denominaciones evangélicas luteranas, como la Iglesia Luterana de Suecia que ya en el 2009 comenzó a celebrar matrimonios homosexuales. En el mismo año la Iglesia Evangélica Luterana de América aprobaba que gays y lesbianas pudieran acceder al pastorado y España inauguraba su primera iglesia evangélica gay. Al año siguiente se aprobó que los pastores evangélicos homosexuales de Baviera pudieran convivir con sus parejas según un acuerdo por mayoría absoluta el sínodo de la Iglesia. Actualmente no solo en países como Estados Unidos, Suecia, Noruega y Dinamarca el matrimonio y ordenación de homosexuales entre evangélicos es ya algo común, sino que también en Latinoamérica comienza a suceder. La Iglesia Evangélica Luterana Unida (IELU) de Argentina ha aceptado recientemente bendecir las relaciones homosexuales de parejas de hombres o de mujeres y ha propuesto a otras iglesias evangélicas de Uruguay hacer lo mismo.
[3] El reformador Juan Calvino rechazaba tajantemente el aborto como un crimen abominable: “Si una mujer expulsa el feto del útero por medio de medicamentos, comete un crimen considerado inexpiable con razón” (Calvino, Opera quae supersunt omnia , Brunsvigae, 1863-1900, XXII, 495)
Autor: José Miguel Arráiz