Continuando con la serie de conversaciones entre amigos sobre temas de apologética, les comparto un diálogo ficticio sobre la necesidad de orar por el descanso eterno de los difuntos relacionado con la plática anterior sobre el purgatorio. Como de costumbre los argumentos los he recogido de algunas conversaciones con algunos amigos evangélicos. Los nombres de quien participan no son reales.
Miguel: En nuestra conversación pasada hablabas del purgatorio. Y puedo entender en base a que textos bíblicos se basan para creer en ello, pero todavía no entiendo por qué hay que orar por los difuntos. Pues si se condenaron sabemos que no hay nada más que hacer pues su situación es irrevocable, y si se salvaron y solo les resta purificarse, no habría tampoco necesidad de hacerlo.
José: Si, pero como también te decía anteriormente, aquellos que murieron en gracia de Dios pero imperfectamente purificados, al purificarse sufren. Recuerda que ellos también son parte de la Iglesia, que “es el cuerpo de Cristo” (Romanos 12,5; 1 Corintios 12,27; Efesios 4,12), y “Si sufre un miembro, todos los demás sufren con él” (1 Corintios 12,26). Es pues, una obra de caridad, orar por ellos, para que ese sufrimiento pase pronto y puedan gozar más prontamente de la visión y presencia de Dios.
Miguel: ¿Pero cómo sabes que el orar por ellos puede beneficiarles o aminorar su sufrimiento?
José: Hay un texto en las Biblias Católicas, que no tienen ustedes en sus Biblias protestantes (luego podemos hablar de eso), en donde se ve que orar por los difuntos es algo bueno y agradable a Dios.
Miguel: ¿Qué texto?
José: Se encuentra en el libro de los Macabeos, y narra el siguiente acontecimiento:
“Judas, después de reorganizar el ejército, se dirigió hacia la ciudad de Odolam. Al llegar el día séptimo, se purificaron según la costumbre y celebraron allí el sábado. Al día siguiente, fueron en busca de Judas (cuando se hacía ya necesario), para recoger los cadáveres de los que habían caído y depositarlos con sus parientes en los sepulcros de sus padres. Entonces encontraron bajo las túnicas de cada uno de los muertos objetos consagrados a los ídolos de Yamnia, que la Ley prohíbe a los judíos. Fue entonces evidente para todos por qué motivo habían sucumbido aquellos hombres. Bendijeron, pues, todos las obras del Señor, juez justo, que manifiesta las cosas ocultas, y pasaron a la súplica, rogando que quedara completamente borrado el pecado cometido. El valeroso Judas recomendó a la multitud que se mantuvieran limpios de pecado, a la vista de lo sucedido por el pecado de los que habían sucumbido. Después de haber reunido entre sus hombres cerca de 2.000 dracmas, las mandó a Jerusalén para ofrecer un sacrificio por el pecado, obrando muy hermosa y noblemente, pensando en la resurrección. Pues de no esperar que los soldados caídos resucitarían, habría sido superfluo y necio rogar por los muertos; mas si consideraba que una magnífica recompensa está reservada a los que duermen piadosamente, era un pensamiento santo y piadoso. Por eso mandó hacer este sacrificio expiatorio en favor de los muertos, para que quedaran liberados del pecado.” 2 Macabeos 12,38
Observa como Judas se da cuenta que unos compatriotas murieron y entre sus pertenencias tenían ídolos, y atribuye esta la causa de que hubiesen perecido en batalla. Ya en ese entonces estaba revelado que los muertos resucitarían, por lo que el líder macabeo manda a ofrecer sacrificios por el perdón de sus pecados, y el texto lo describe como “un pensamiento santo y piadoso”.
Miguel: Pero espera un momento. Si en verdad ellos murieron cometiendo pecado de idolatría, ¿no es eso lo que ustedes llaman un pecado mortal? ¿no decías que el que muere en pecado mortal se condena? ¿qué sentido tendría orar por alguien que ya se ha condenado?
José: Lo que sucede es que Judas no está al tanto de saber si realmente murieron en pecado mortal. No sabemos si antes de morir, algunos, o inclusive todos, se arrepintieron de corazón y al hacer un acto de contrición perfecta Dios les perdonó. De allí que Judas prefiere piadosamente como un acto de caridad hacer sacrificios por el perdón de sus pecados.
Incluso en los casos donde todo puede apuntar a que alguien ha muerto en pecado grave no hay que darlo por sentado, porque la última palabra siempre la tiene Dios. Solo Él conoce, la intención, las circunstancias cada quien, y sólo él sabe que pasó durante los últimos instantes de su vida. Hasta en el caso de los suicidas, donde no parece haber habido tiempo para arrepentirse, no podemos estar seguros de su condenación.
Por otro lado, no hay que olvidar que Dios es omnisciente y lo sabe todo, incluso antes de que ocurra. Es muy posible que Él, viendo la oración de sus hijos desde la eternidad, pudo en virtud de ellas, haber derramado gracias que les movieran a la conversión antes de morir.
Miguel: Pero nunca podrás saber si alguien ha salido del purgatorio, por lo cual, nunca sabrás si ha llegado el momento en que incluso esas oraciones sean inútiles.
José: Aunque no lo sabemos, sigue siendo una obra de caridad y un acto piadoso orar por ellos, porque es mejor orar por alguien sin que lo necesite, que el que lo necesite y que no se ore por él.
Por supuesto, en el texto de Macabeos no encontramos un fundamento explícito para la doctrina del purgatorio, pero si nos revela que las oraciones por el eterno descanso de los difuntos, no solo son agradables a Dios, sino que pueden ayudarles, y como tú has dicho: si ya están en el cielo no necesitarían ayuda, y si se condenaron no habría como ayudarles. Allí tienes, otro texto bíblico que alude de manera implícita la doctrina del purgatorio.
Autor: José Miguel Arráiz