Si…esto casi me pasa a mí:
(Recomiendo tomarse el tiempo de ver el vídeo antes de leer lo que sigue)
Era aproximadamente el año 2000 cuando luego de haber estado algún tiempo alejado de Dios, tuve una reconversión. En ese entonces mi formación católica no era mala, pues había sido formado en un colegio católico donde leíamos la Biblia diariamente, había estado muy involucrado en la Renovación Carismática, e incluso posteriormente había estado en un grupo de universitarios que era preparado en uno de nuestros seminarios para ser católicos comprometidos.
Estaba tomando bastante auge el Internet, y quise utilizar ese medio para compartir mi fe con otros hermanos. Fundé una pequeña comunidad en los grupos MSN llamada Católicos ecuménicos al servicio de Cristo (posteriormente se convirtió en la Web CatolicosEcumenicos.com) y comencé a participar activamente en otros grupos donde se encontraban no solo católicos sino protestantes.
Cuando como era natural, se iniciaba un debate entre católicos y protestantes, yo salía de una manera algo ingenua a calmar las aguas y pedir que profundizáramos en lo que nos unía y no en lo que nos desunía, pero llegó un momento en que ante tal insistencia de parte de los protestantes hubo que abordar el debate, y el tema a tocar fue el de la virginidad de María.
Hasta ese entonces yo conocía lo básico del tema: los protestantes creen que María tuvo más hijos porque interpretan literalmente la expresión “hermanos de Jesús”, que en aquella época hacía referencia también a los parientes cercanos. Caso cerrado. Sin embargo uno de los protestantes me señaló un supuesto error en ese razonamiento: primero que eso podía ocurrir en el Antiguo Testamento porque en hebreo la palabra aja (hermano) se utilizaba de esa forma. El Nuevo Testamento en cambio está escrito en griego, y en esa lengua para la palabra “primo” existe la palabra anepsios, por tanto, si los escritores de los evangelios hubiesen querido decir que los hermanos de Jesús no eran hijos de su misma madre, hubiesen utilizado esta palabra en vez de adelphos, que es la que utilizan. A esto sumaban otro argumento que me parecía más convincente: en Mateo 1,25 se decía que San José (el padre adoptivo) “conoció” (en sentido sexual) a la Virgen María luego del nacimiento de Jesús.
Ante estas objeciones no supe que decir. Fui a consultar a mi madre, mujer de profunda fe y oración, pero ella respondió de una manera similar a la señora Amalia. De hecho quedó tan inquieta como yo al leer Mateo 1,25.
Recuerdo que en aquel momento sentí que la tierra se movía, pues sabía que la virginidad perpetua de María era dogma de fe. Si de verdad la Biblia contradecía formalmente un dogma, el que fuera, entonces no habría garantía de que cualquier otro fuera verdadero.
Ya en ese entonces sabía que no podía andar por allí como lo hacen ahora Hans Küng, Teresa de Forcades o Andrés Torres Queiruga, sin creer en los dogmas y quedándome bien pancho pensando que podía seguir considerándome católico. O la Iglesia Católica enseñaba la verdad completa en cuando a dogmas y doctrina, o nada tendría de diferencia sustancial del resto de las comunidades eclesiales protestantes con sus distintas doctrinas amoldadas al gusto del fundador de turno. Tendría que abandonar la Iglesia y comenzar una búsqueda de la verdad por mi cuenta haciendo una fe a mi “medida”.
Por suerte mis recursos no se limitaban a mi bondadosa madre y comencé a investigar. Fue allí donde me encontré un artículo donde el padre Daniel Gagnon analizaba detalladamente las objeciones que a mi me habían puesto, y las refutaba de una manera convincente y magistral (ver ¿Tuvo Jesús hermanos?). Recuerdo haber vuelto con esos argumentos, y luego de que el debate se extendiera al cabo de un tiempo, los protestantes terminaron alegando que al fin y al cabo, a ellos no les importaba si María había tenido o no más hijos, pues ni era su problema, ni su salvación dependía de ello.
Paradójico y revelador: no les importaba el tema, lo único que querían era demostrar que la Iglesia Católica estaba equivocada en algo, lo que fuera, para así abrir una brecha en nuestra fe católica. Por supuesto no era mala su intención: ellos creían estar en la verdad y estarme ayudando a salir de Babilonia, a la que consideraban “La gran Ramera”, cuando los que estaban equivocados eran ellos.
Si no fuera por la apologética hoy sería protestante, y estaría ayudándolos a sacar católicos de la Iglesia. Como me di cuenta de lo mucho que hace falta que nosotros los católicos nos formemos en esta área, comencé a añadir a CatolicosEcumenicos.com más material apologético al punto de que ya no tenía sentido mantenerla con ese nombre. La cerré y comencé de nuevo en el 2006 con otro nombre: ApologeticaCatolica.org.
Me parece que muchos obispos no terminan de despertar y darse cuenta del peligro para la fe católica que significa el protestantismo, y como lúcidamente señala el padre Amatulli: viven como si estuviéramos en el país de las maravillas. A ver terminamos de despertar, que la fe y la salvación de muchos de nuestros hermanos está en juego.
Autor: José Miguel Arráiz