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Las sectas

1. Qué es una secta:

El término “secta“: el valor negativo de la palabra “secta” explica los intentos por sustituirla por otras denominaciones asépticas; “nuevos movimientos religiosos“, “nuevas formas de religión“, “nuevas religiones“, “religiones marginales“, “alternativas“, etc. Pero ¿conviene el calificativo “nuevo” a las sectas de los s. XVIII-XIX y anteriores?

Etimológicamente, la palabra española “secta“, en latín, era el femenino del participio del verbo “seco, secare“: “cortar, desprender”. Designa la entidad separada de otra realidad mayor y más antigua como la rama desgajada de un árbol.

Realmente, por su definicion descriptiva o sus rasgos definitorios, “secta es un grupo autónomo, no cristiano, fanáticamente proselitista, exaltador del esfuerzo personal y expectante de un inminente cambio maravilloso, ya colectivo, ya individual“.

a) Grupo autónomo: En la Iglesia católica, nadie es autónomo. Las diócesis, los vicariatos, las prelaturas, las órdenes y congregaciones tienen que rendir cuentas a la correspondiente Congregación Vaticana. En cambio, los directores de los testigos de Jehova, de los mormones, etc., pueden introducir cualquier innovación tanto disciplinar como doctrinal, incluso en contra de lo dictaminado por sus fundadores.

b) No cristiano: por tres motivos:

1) Porque no creen en la Santísima Trinidad ni en la divinidad de Jesús de Nazaret y no aceptan el bautismo.

2) Además, los cristianos creemos que la Revelación divina terminó con la muerte del último Apóstol. Las sectas de origen e impronta cristiana creen que la Revelación divina sigue abierta hasta su fundador e incluso indefinidamente, hasta el director actual. Por ejemplo:

Hasta 1940 los Testigos de Jehová aceptaban e incluso alababan las transfusiones de sangre, prohibidas desde 1945, de tal modo que más de uno ha muerto por rechazarlas. Hoy mismo podrían ser admitidas de nuevo.

Los Mormones celebraban la “Cena” con pan y vino como instituyó Jesucristo para la Sagrada Eucaristía y como se describe en el Libro del Mormón, pero se hicieron abstemios y la “Cena” es ahora con pan y con agua.

En las regiones tradicionalmente cristianas, las sectas tienden a presentarse como cristianas por motivos de estrategia proselitista, por ejemplo: los Testigos cristianos de Jehova o el Movimiento gnóstico cristiano universal.

3) Las sectas marginan la Biblia. Incluso las de origen cristiano parecen usarla, pero de hecho la manipulan, pues suelen atribuir un valor y credibilidad superiores a los escritos de su fundador, cuya autoridad prevalece sobre la de la Biblia en caso de colisión (cfr. Conc. Vaticano II, Const. Dei Verbum, n 1,1).

c) Fáticamente proselitista: como es sabido. Pero no es malo el proselitismo, el afán apostólico, sino el fanatismo proselitista o el proselitismo fanático. “La Iglesia propone, no impone nada, respeta a las personas y las culturas; se detiene ante el sagrario de la conciencia” (Juan Pablo II, Redemptoris missio, 39 y 8). Las sectas tratan de “imponer” de manera descarada y, a veces, tambiencamuflada. El laicismo -por otra parte- pretende relegar lo religioso al foro de la conciencia y al interior de los templos y sacristías.

d) Exaltador del esfuerzo personal: en las sectas, todo es -en general- obra del esfuerzo de los adeptos, de su concentración, con la ayuda de los integrantes del grupo. Esta exaltación del esfuerzo personal resalta en los metodos llamados del potencial humano, que o son secta o están de ordinario vinculados a una secta: yoga (sectas hindúes), zen (sectas budistas), la meditación trascendental, etc.

e) Expectante de un inminente cambio maravilloso, ya colectivo, ya individual: el cambio colectivo o que afecta a la humanidad puede ser bucólico, utópico; como el “Nuevo orden” de la masonería, por ejemplo; o catastrófico, como una guerra nuclear, el final de cada ciclo cósmico (sectas hindúes, budistas) y, más frecuentemente, el apocalíptico fin del mundo: Testigos de Jehová (1914, 1925, 1975; ahora empiezan a situarlo en torno al año 2.000), Adventistas del 7º día (1843; el 21 de marzo, el 18 de abril y el 22 de octubre de 1884), los Niños de Dios, ahora llamados La Familia, (1993), Misión Rama (entre 1975 y el año 2.000), Edelweis (1992), Iglesia Universal de Dios (1936, 1947, 1972, 1975), etc. El cambio maravilloso individual suele ser la aspiración de las sectas catalogadas como “desacralizadas, esotéricas, etc.”: Masonería, Nueva Acrópolis, Nueva Era, Teosofía, Gnosticismo, etc. La transformación del “hombre” en “superhombre” es el objetivo expreso de algunas sectas, como Nueva Acrópolis. Aparte de sus deficiencias doctrinales, su peligrosidad básica radica en que, como cada uno debe actuar de acuerdo con su conciencia, quien se cree “superhombre” no puede no mirar con conmiseración a los simples “hombres“, a los cuales forzará a aceptar sus deseos de superdotado, de grado o por fuerza.

2. Causas de la existencia y de la proliferación de las sectas:

a) La busqueda religiosa: el hombre tiene “necesidad” de lo religioso, de Dios, que le es connatural. Cuando las religiones tradicionales no satisfacen, con causa razonable o sin ella, las sectas, el placer, el poder, etc., suplen la ausencia de Dios.

b) El secularismo o el laicismo: -clima dominante-, por reacción, provoca la huida hacia el “aire libre”, que, para algunos, es la secta.

c) Las deficiencias en las respuestas pastorales de las iglesias tradicionales: Los documentos del Magisterio de la Iglesia invitan a ver en las sectas retos o incitaciones que deben lanzarnos a nuestra verdadera “conversión” individual y a la renovación pastoral: la caída en la masificación, en la rutina, en la burocratización, en el apagamiento del dinamismo apostólico, en la obsesión por lo material, en la opción preferencial centrada más en los pobres de recursos económicos que en los pecadores, como si Jesucristo no se hubiera encarnado y muerto en cruz “para que tengan vida (sobrenatural) y la tengan abundante” (Io 10, 10).

d) Las carencias familiares y sociales: el activismo moderno, la fascinación de los medios de comunicación social, etc.: la persona se aisla, pero el individuo necesita “saberse querido“. Es una necesidad psicológica y también teologal. Eso son las sectas para todos o casi todos sus adeptos, al menos en sus inicios.

e) El afán de novedad y la fascinación de lo novedoso, de la moda: los cristianos hemos desprestigiado el viejo cristianismo. En cambio, las sectas son la novedad, que el historicismo pone más de actualidad, y, además, carecen de antecedentes negativos.

f) Otras causas: hoy estamos en la época del irracionalismo, del afán por sentir algo, también en lo religioso, actitud no muy compaginable la fe, con la cruzÉ Las sectas satisfacen esa “necesidad“, como las sectas satánicas y luciféricas, especialmente para personas hartas ya de lo sexual, del alcohol, de las drogas, y ansiosas de experiencias fuertes. La mayoría de las sectas vienen desdeEE.UU., o a traves de EE.UU. (las originarias del Oriente). A veces, son un medio de mantener el imperialismo de algunos grupos ideológicos, económicos, etc., sobre todo en Iberoamérica.

3. La respuesta apostólica al reto de las sectas

1. Actitud positiva: son los santos quienes ponen los remedios adecuados y eficaces. Algunas actitudes no son cristianas, a veces ni humanas, aunque las tengamos los hombres:

a) actitud pasiva, de quien se inhibe por ignorancia, temor o indiferencia;

b) actitud activista, actúan como si la solución dependiera sólo y totalmente de su actividad, y se sienten muy capaces de hacerlo todo sin caridad e incluso sin fe, al modo de un burócrata que, en el mejor de los casos, no tiene sino “la técnica pastoral“;

c) actitud despreciativa, porque son muchas, raras, con pocos miembros, etc.

d) actitud agresiva, reacción violenta, descontrolada y totalmente descalificadora, como si no hubiera nada positivo en las sectas, cuando lo hay. Realmente, de muy poco o de nada sirve esta actitud. Como diría Taciano (s. II d. C.). La mano ha de estar abierta, dispuesta a dar y recibir, así como a sacar del pozo oscuro e insalubre a quien ha caído en él.

La única actitud válida para un cristiano es:

a) Actitud positiva, pues omnia -también las sectas- in bonum, pero diligentibus Deum, “para los que aman Dios todo es para bien” (Rom 8, 28), e “incluso es conveniente que haya herejías” (1Cor 11, 19); por su actitud de reto que nos obliga a profundizar en el conocimiento de determinados puntos doctrinales, a ser más apostólicos, proselitistas y con más vida interior. Además, para algunos, las sectas, como las religiones no cristianas, pueden tener eficacia salvífica, aunque el que se salva; se salva, en y por Jesucristo, en su Cuerpo Místico, la Iglesia.

La adivinación y la magia. Nos referimos a ellas por su actualidad, con la enseñanza del Catecismo de la Iglesia Católica (2115-2117):

«Dios puede revelar el porvenir a sus profetas o a otros santos. Sin embargo, la actitud cristiana justa consiste en entregarse con confianza en las manos de la providencia en lo que se refiere al futuro y en abandonar toda curiosidad malsana al respecto. Por eso, todas las formas de “adivinación” deben rechazarse: el recurso a Satán o a los demonios, la evocación de los muertos, y otras prácticas que equivocadamente se supone “desvelan” el porvenir. La consulta de horóscopos, la astrología, la quiromancia, la interpretación de presagios y de suertes, los fenómenos de visión, el recurso a “mediums” encierran una voluntad de poder sobre el tiempo, la historia y, finalmente, los hombres, a la vez que un deseo de granjearse la protección de poderes ocultos y están en contradicción con el honor y el respeto que debemos solamente a Dios».

«Todas las prácticas de magia o de hechicería mediante las que se pretende domesticar potencias ocultas para ponerlas a su servicio y obtener un poder sobrenatural sobre el prójimo -aunque sea para procurar la salud-, son gravemente contrarias a la virtud de la religión. Estas prácticas son más condenables aún cuando van acompañadas de una intención de dañar a otro, recurran o no a la intervención de los demonios. Llevar amuletos es también reprensible. El espiritismo implica con frecuencia prácticas adivinatorias o mágicas. Por eso la Iglesia advierte a los fieles que se guarden de él. El recurso a las medicinas llamadas tradicionales no legitima ni la invocación de las potencias malignas, ni la explotación de la credulidad del prójimo».

b) La actitud activa, aunque no “activista“, propia de quien trata de poner los remedios que están a su alcance. A continuación, se enumeran los principales:
2. Examen de conciencia: no podemos ver a enemigos en los adeptos de las sectas, sino a redimidos por Cristo, a hijos de Dios, generalmente hijos pródigos de la Iglesia Madre. No debemos adoptar la postura del hermano mayor del hijo pródigo en la parábola evangelica (Lc 15, 25-32).

3. Maduración del sentido crítico: es preciso acostumbrarse y enseñar a leer, a pensar, a ver TV, a dialogar con los miembros de las sectas, etc., “críticamente“, si no queremos ser manipulados. Un buen punto de referencia para el trato con los adeptos de las sectas es la aplicación de la doctrina del “Catecismo de la Iglesia Católica” a cada caso o cuestión planteada por ellos.

4. Oportunidad de evangelización: así considera Juan Pablo II «la presencia de las llamadas “sectas”, en cuanto son motivo para hacer un profundo examen e invitación a la nueva evangelización… para ahondar en la fe y en la vida cristiana» (Alocución a los obispos mexicanos, 12.V.1990, n 6). Resulta oportuna la pregunta: ¿Que estoy haciendo para responder a este reto y convertirlo en ocasión de evangelizar?, porque hay mucho sectario particular, pues, quien más y quien menos tiene sus propias teorías acatólicas perteneciendo a la Iglesia.

5. Adecuada información: acerca de los errores más de moda para no dejarse engañar ni sorprender.

6. Formación esmerada: en la doctrina bíblica, dogmática, litúrgica, etc.: Catecismo de la Iglesia Católica, sobre todo en las cuestiones negadas o deformadas por las sectas existentes en la propia ciudad o región. Prestigiar la Biblia, que es inteligible por todos: Jesucristo hablaba para todos, generalmente para gente sin formación especial; y otro tanto los profetas.

7. Vibración interior: el afán sincero de santidad, de vida interior, ser personas de oración, con experiencia de lo divino, pues, justifican su abandono de la Iglesia diciendo que en ella (homilías, reuniones de grupo, etc.) o no se habla de Dios o se habla cerebralmente: como de un objeto de reflexión y estudio a través de los Evangelios, etc., no en actitud de escucha ni de trato íntimo, algo que sí han encontrado en su secta. Hoy, evidentemente, mueve el testimonio. Es necesario el testimonio de la propia intimidad con Dios: la actitud de contemplativos en medio del mundo.

8. Dinamismo apostólico: el afán de almas se ve y, si es honrado -para Jesucristo-, convence. Sin olvidar que el apostolado básico es la coherencia de la vida entera con la fe. “Se es misionero o apóstol más por lo que se es… que por lo que se dice o se hace” (Juan Pablo II, Redemptoris missio, 23). “El hombre contemporáneo cree más a los testigos que a los maestros, en la experiencia que en la doctrina, en la vida y en los hechos que en las teorías” (Ibidem, 42).

9. Acudir a la Virgen: encomendar a María a quien tratemos. Es la gran olvidada o marginada por las sectas, e incluso denigrada y atacada por la mayoría. Si alguna secta peca por exceso y llega a divinizarla (Iglesia Cristiana Palmariana), la casi totalidad de las sectas, incluso las de origen cristiano, niega que sea Madre de Dios, Virgen, Intercesora, etc. Pero nadie quiere mas que Ella a su Hijo, Jesucristo, y a los seguidores de su Hijo, los cristianos. Los testigos de Jehová sienten como alergia hacia Ella.

10. La devoción eucarística: Juan Pablo II preguntó a un grupo de obispos del Perú: “¿Cuál es el problema mas grave e importante de la Iglesia en Perú?” Los obispos contestaron: “las sectas“. Pero el Papa puso en primer lugar la ausencia de la Sagrada Eucaristía en tantas localidades por falta de sacerdotes y de vocaciones.

El poder del adversario radica tanto o más en el grado de mi debilidad que en el de su fortaleza. Los agentes externos: el laicismo, las sectas, la TV, etc., ciertamente tienen su influjo y su parte responsabilidad, pero es señal debilidad culpar del error sólo al ambiente.

Autor: Luis de Moya

 

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