No lo digo solo yo, lo dicen ellos mismos, y hasta orgullosos los muy condenados.
“Nosotros no somos hijos de Dios, pero eso no importa” , y se quedan tan anchos.
Y no, no es invento mío, puede usted leerlo en sus propias publicaciones. Según la teología de los testigos solamente 144.000 testigos de Jehová son hijos de Dios, el resto yo ni sé que creen que son.
He tomado como ejemplo, la atalaya del 1 de Febrero de 1998, páginas 18 a la 23, donde escriben:
“En el caso de los 144.000, la bendición del pacto abrahámico se administra mediante el nuevo pacto. Como partícipes de este pacto, están “bajo bondad inmerecida” y “bajo ley para con Cristo” (Romanos 6:15; 1 Corintios 9:21). De modo que solo los 144.000 miembros del Israel de Dios toman apropiadamente de los emblemas en la Conmemoración de la muerte de Jesús, y solo con ellos concluyó Jesús su pacto para un Reino (Lucas 22:19, 20, 29). Los miembros de la gran muchedumbre no son partícipes del nuevo pacto. Sin embargo, se relacionan con el Israel de Dios y viven con él en su “tierra” (Isaías 66:8). Por tanto, es razonable decir que ellos también llegan a estar bajo la bondad inmerecida de Jehová y bajo la ley para con Cristo. Aunque no son partícipes del nuevo pacto, son beneficiarios de él.”
Más adelante en la misma atalaya:
“Además, las otras ovejas se asen del nevo pacto tal como los extranjeros de tiempos antiguos se asían del pacto de la Ley. ¿De qué manera? No haciéndose partícipes de él, sino sometiéndose a sus leyes y beneficiándose de sus provisiones (compárese con Jeremías 31:33, 34). Como sus compañeros ungidos, las otras ovejas tienen la ley de Jehová escrita ‘en el corazón’. Aman profundamente a Jehová y obedecen sus mandamientos y principios (Salmo 37:31; 119:97). Conocen a Jehová, al igual que los cristianos ungidos (Juan 17:3). ¿Qué puede decirse de la circuncisión? Unos mil quinientos años antes de instituirse el nuevo pacto, Moisés dijo a los israelitas: “Ustedes tienen que circuncidar el prepucio de sus corazones” (Deuteronomio 10:16; Jeremías 4:4). Aunque la circuncisión obligatoria de la carne desapareció con la Ley, tanto los ungidos como las otras ovejas deben ‘circuncidarse’ el corazón (Colosenses 2:11). Finalmente, Jehová perdona el error de las otras ovejas sobre la base de la “sangre del pacto” que Jesús derramó (Mateo 26:28; 1 Juan 1:9; 2:2). Dios no los adopta como hijos espirituales, como hace con los 144.000. No obstante, los declara justos, del mismo modo que Abrahán fue declarado justo como amigo de Dios (Mateo 25:46; Romanos 4:2, 3; Santiago 2:23).
Al ser declarados justos, los 144.000 pueden abrazar la esperanza de gobernar con Jesús en el Reino celestial (Romanos 8:16, 17; Gálatas 2:16). En el caso de las otras ovejas, el que se las declare justas como amigas de Dios les permite abrigar la esperanza de vivir eternamente en la Tierra paradisíaca, ya sea sobreviviendo al Armagedón como parte de la gran muchedumbre o mediante la ‘resurrección de los justos’ (Hechos 24:15). ¡Qué privilegio abrigar tal esperanza y ser amigo del Soberano del universo, ser un “huésped en [su] tienda”! (Salmo 15:1, 2.) En efecto, tanto los ungidos como las otras ovejas reciben una maravillosa bendición por medio de Jesús, la Descendencia de Abrahán.“ “
¿Qué implica todo esto?
Implica que quien crea esto, literalmente cree que casi el 99.9% de promesas de salvación recogidas en las Escrituras no son para él (a menos claro, que sea alguno de los que cree estar en el selecto grupo de los “ungidos”).
Un testigo de Jehová no puede encontrar consuelo cuando lee que Jesús le dice a sus discípulos “en la casa de mi Padre muchas moradas hay; si no, os lo habría dicho; porque voy a prepararos un lugar. Y cuando haya ido y os haya preparado un lugar, volveré y os tomaré conmigo, para que donde esté yo estéis también vosotros.” (Juan 14,2-3), porque para ellos, el número de moradas ya está no solo limitado sino agotado. Para ellos el reino de Dios puede alojar menos personas que las que llegó a alojar el Maracaná en aquel glorioso partido donde Uruguay venció a Brazil en el último minuto del campeonato mundial de Football.
No pueden albergar la esperanza de estar con Jesús y mucho menos contemplar al padre cara a cara. “Entonces veremos cara a cara” (1 Corintios 13,12) dice San Pablo, pero ellos piensan que eso no se refiere a ellos.
Lo mismo sucede cuando leen en la Escritura “Pues no recibisteis un espíritu de esclavos para recaer en el temor; antes bien, recibisteis un espíritu de hijos adoptivos que nos hace exclamar: ¡Abbá, Padre! (Romanos 8,15), e inclusive al orar del modo que Jesús nos enseñó (“Padre nuestro…”)
Es más, si ellos toman en serio su propia teología, se van a llevar la desagradable sorpresa de que ellos no le pertenecen a Cristo. Porque si la Escritura por un lado afirma que “todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios” , y ellos dicen no ser hijos de Dios, también dice “Mas vosotros no estáis en la carne, sino en el espíritu, ya que el Espíritu de Dios habita en vosotros. El que no tiene el Espíritu de Cristo, no le pertenece” .
De los textos anteriores se deduce que:
1) Aquellos que no están en la carne sino en el espíritu, tienen el Espíritu de Dios.
2) Quienes tienen el Espíritu de Dios son hijos de Dios.
3) Quienes no son hijos de Dios no tienen el Espíritu santo, están en la carne y no le pertenecen a Cristo. (Los testigos de Jehová por su propia confesión)
¿De dónde ha salido esta interpretación de los testigos de Jehová?
De alguna manera los testigos de Jehová han interpretado los textos del apocalipsis referentes a los 144.000 sellados de los que habla el apocalipsis en los capítulos 7 y 14 se refieren a los únicos testigos de Jehová que irán al cielo, mientras que la gran muchedumbre de la que habla el capítulo 7 se refiere al resto de las personas que se salven, que terminarán viviendo en un reino paradisiaco en la tierra.
Sin embargo, no hay nada en dichos textos que permita sacar semejante conclusión.
“Y oí el número de los marcados con el sello: 144.000 sellados, de todas las tribus de los hijos de Israel. De la tribu de Judá 12.000 sellados; de la tribu de Rubén 12.000; de la tribu de Gad 12.000; de la tribu de Aser 12.000; de la tribu de Neftalí 12.000; de la tribu de Manasés 12.000; de la tribu de Simeón 12.000; de la tribu de Leví 12.000; de la tribu de Isacar 12.000; de la tribu de Zabulón 12.000; de la tribu de José 12.000; de la tribu de Benjamín 12.000 sellados. Después miré y había una muchedumbre inmensa, que nadie podría contar, de toda nación, razas, pueblos y lenguas, de pie delante del trono y el Cordero, vestidos con vestiduras blancas y con palmas en sus manos. Y gritan con fuerte voz: «La salvación es de nuestro Dios, que está sentado en el trono, y del Cordero.» Y todos los Ángeles que estaban en pie alrededor del trono de los Ancianos y de los cuatro Vivientes, se postraron delante del trono, rostro en tierra, y adoraron a Dios diciendo: «Amén. Alabanza, gloria, sabiduría, acción de gracias, honor, poder y fuerza, a nuestro Dios por los siglos de los siglos. Amén.» Uno de los Ancianos tomó la palabra y me dijo: «Esos que están vestidos con vestiduras blancas ¿Quiénes son y de dónde han venido?» Yo le respondí: Señor mío, tú lo sabrás.» Me respondió: «Esos son los que vienen de la gran tribulación; han lavado sus vestiduras y las han blanqueado con la sangre del Cordero. Por esto están delante del trono de Dios, dándole culto día y noche en su Santuario; y el que está sentado en el trono extenderá su tienda sobre ellos. Ya no tendrán hambre ni sed; ya nos les molestará el sol ni bochorno alguno. Porque el Cordero que está en medio del trono los apacentará y los guiará a los manantiales de las aguas de la vida. Y Dios enjugará toda lágrima de sus ojos.»” Apocalipsis 7,4-17
Lo primero que salta a la vista es que no solo los 144.000 están frente al trono de Dios, sino los ángeles y toda la gran muchedumbre que nadie podía contar. El texto es muy explícito en decir que “están delante del trono de Dios, dándole culto día y noche en su Santuario; y el que está sentado en el trono extenderá su tienda sobre ellos” , sin embargo, los testigos de Jehová persisten en decir que la gran muchedumbre nunca verá a Dios, sino que solo podrá “abrigar la esperanza de vivir eternamente en la Tierra paradisíaca”
Tampoco hay nada que indique que los 144.000 son testigos de Jehová. El texto es muy claro en decir que son miembros de las distintas tribus del pueblo de Israel. Los testigos para adaptar el texto a su teología afirman que dicho texto no puede ser interpretado literalmente, porque se refiere al ”Israel de Dios” (ósea, “ellos” según ellos), sin embargo, si interpretan literalmente la cifra de los 144.000. Esta forma antojadiza de interpretar un mismo texto simbólica y literalmente al mismo tiempo espanta.
Apocalipsis 14,4 afirma que los 144.000 son vírgenes, sin embargo, ellos consideran como ungidos a aquellos que fueron miembros de las primeras comunidades cristianas, incluyendo los apóstoles, y hasta el buen ladrón.
Pero a pesar de que estas doctrinas de los testigos de Jehová son tan inconsistentes, el control que tienen sobre los miembros de la secta es tal, que les ha cegado al punto de impedirles darse cuenta de todo esto, y creen a pie de juntillas lo que dicen los miembros de su cuerpo gobernante (el “siervo fiel y discreto”).
Pero algo si es cierto, un testigo de Jehová no es hijo de Dios, ni siquiera el que se cree pertenecer a los 144.000, porque no ha recibido un bautismo válido en el nombre de la Santísima Trinidad. Ni siquiera clasifica como cristiano porque niegan la divinidad de Cristo.
El verdadero cristiano no es aquel que no puede llamar a Dios Padre, sino aquel que cree ha recibido a la Palabra en su corazón y esta le dio poder para hacerse HIJO DE DIOS.
“En el principio existía la Palabra y la Palabra estaba con Dios, y la Palabra era Dios…La Palabra era la luz verdadera que ilumina a todo hombre que viene a este mundo…. a TODOS los que la recibieron les dio poder de hacerse hijos de Dios, a los que creen en su nombre” Juan 1,1.9.12
Autor: José Miguel Arráiz