La veneración es el culto relativo dado a las reliquias, a las imágenes de Cristo, de la Virgen o de los santos. La Iglesia enseña que esta veneración no significa que las reliquias o imágenes tengan poder en si mismas, sino que la reverencia se dirige a Cristo y a los santos que ellas representan.
La veneración a los santos (Griego Dulia, “servicio de veneración”) y a María (Griego Hiperdulia, “mas que veneración”) se distingue de la adoración y culto que solo se le entrega a Dios (Griego Latria). El honor a los santos es honor a Dios ya que la devoción a los santos encuentra su finalidad en Dios quien los creó y cuyos dones y virtudes los santos expresan. Si bien el hombre puede alabar a Dios por la creación, mas aun lo alaba por sus santos porque ellos mas que otros seres expresan su gloria. Todos son santos por los méritos del mismo Cristo.
La veneración a los santos es honor que se les rinde. Ellos, por su intercesión, su ejemplo y su unión con Dios en el cielo, ministran la santificación de los fieles en la tierra, ayudándoles a crecer en virtud cristiana. La veneración a los santos en ningún modo detrae de la gloria dada a Dios ya que de El procede todo el bien que ellos poseen. Los santos reflejan las perfecciones divinas y sus cualidades sobrenaturales son gracias que recibieron por los méritos de Cristo ganados en la Cruz. En la liturgia de la Iglesia, los santos son venerados como santuarios de la Trinidad, hijos adoptivos del Padre, hermanos de Cristo, fieles miembros de su Cuerpo Místico y templos del Espíritu Santo.
Autor: Pbro. Jordi Rivero