En un artículo en mi blog dejé en el aire una pregunta para que todo el que quisiese la respondiera: ¿Es Jesús también Yahveh?
La mayoría contestó que cada una de las personas de la Santísima Trinidad es Yahveh, tanto el Padre, como el Hijo, como el Espíritu Santo. Sin embargo, también hubo en menor proporción personas que dijeron que sólo Dios Padre, primera Persona de la Santísima Trinidad es Yahveh. He aquí la respuesta.
Significado de Yahveh
Yahveh es el nombre propio de Dios en el Antiguo Testamento, pues así fue que se identificó ante Moisés en la teofanía de la zarza ardiendo:
“Contestó Moisés a Dios: «Si voy a los israelitas y les digo: “El Dios de vuestros padres me ha enviado a vosotros”; cuando me pregunten: “¿Cuál es su nombre?”, ¿Qué les responderé?» Dijo Dios a Moisés: «Yo soy el que soy.» Y añadió: «Así dirás a los israelitas: “Yo soy” me ha enviado a vosotros.» “(Éxodo 3,13-14)
En ese momento Dios dio al hombre el único nombre que podía definirlo de alguna manera: Yahveh, que en lengua hebrea puede traducirse “Yo soy lo que soy”, “Yo soy el que es” o “Yo soy el existente”, tal como lo tradujeron los traductores de la Septuaginta: ego eimi ho on. Dios, por ser quien es, es el único verdaderamente existente en sentido de que no es contingente, lo que quiere decir que no necesita de nada ni nadie para existir, como si lo hacen las creaturas. Al no ser contingente Dios no ha sido creado por nadie, sino que es el creador, principio y fin de todas las cosas.
A este respecto el Catecismo de la Iglesia Católica enseña:
“Al revelar su nombre misterioso de YHWH, “Yo soy el que es” o “Yo soy el que soy” o también “Yo soy el que Yo soy”, Dios dice quién es y con qué nombre se le debe llamar. Este Nombre Divino es misterioso como Dios es Misterio. Es a la vez un Nombre revelado y como la resistencia a tomar un nombre propio, y por esto mismo expresa mejor a Dios como lo que él es, infinitamente por encima de todo lo que podemos comprender o decir: es el “Dios escondido” (Is 45,15), su nombre es inefable, y es el Dios que se acerca a los hombres.
Al revelar su nombre, Dios revela, al mismo tiempo, su fidelidad que es de siempre y para siempre, valedera para el pasado (“Yo soy el Dios de tus padres”, Ex 3,6) como para el porvenir (“Yo estaré contigo”, Ex 3,12). Dios que revela su nombre como “Yo soy” se revela como el Dios que está siempre allí, presente junto a su pueblo para salvarlo.” (CEC 206-207)
Como se puede observar, ya aquí está implícitamente respondida la pregunta, pues el Catecismo enseña que Yahveh es el nombre propio de Dios, no sólo de Dios Padre. Y si como católicos profesamos la doctrina de la Trinidad: que existe un solo Dios en Tres Personas Divinas: Padre, Hijo y Espíritu Santo, es natural que cada una pueda identificarse con el nombre de Yahveh.
Negar esto conduce inequívocamente a dos opciones: a) al arrianismo, o b) una contradicción con lo que enseñan las Sagradas Escrituras.
- Cae en arrianismo quien piensa que sólo el Padre es Yahveh, pensando que sólo Yahveh es Dios, pero ni el Hijo ni el Espíritu Santo lo son. Esta posición fue rechazada unánimemente desde la Iglesia primitiva al igual que por todos los Padres de la Iglesia, y es lo que profesan hoy sectas como los Testigos de Jehová.
- Contradice las Sagradas Escrituras quien sostiene que sólo el Padre puede identificarse con Yahveh y al mismo tiempo afirma que profesa la doctrina de la Santísima Trinidad. Veamos por qué:
Sólo Yahveh crea
Lo enseña la Escritura cuando afirma:
“Así dice Yahveh, tu redentor, el que te formó desde el seno. Yo, Yahveh, lo he hecho todo, yo, solo, extendí los cielos, yo asenté la tierra, sin ayuda alguna.” (Isaías 44,24)
Otros textos similares son Apocalipsis 4,11; Hebreos 3,4; Salmo 89,12; 33,6.
Las Sagradas Escrituras también enseñan que Dios hizo todo para sí mismo:
“Todas las cosas las ha hecho el Señor para gloria de sí mismo” (Proverbios 16,4)
Si Yahveh lo hizo todo “solo“, “sin ayuda alguna“, y lo hizo para sí mismo, no se explicaría cómo podría no ser Jesús también Yahveh, cuando el evangelio de Juan comienza diciendo que ” Todo se hizo por ella [La Palabra hecha Carne = Jesús] y sin ella no se hizo nada de cuanto existe” (Juan 1,3).
Obsérvese que cuando el evangelio de Juan resalta que “sin ella no se hizo nada de cuanto existe” está diciendo que todo aquello que puede ser etiquetado como “hecho” fue creado también por la Palabra (Jesús).
Abundan también las reflexiones de los padres de la Iglesia sobre el pasaje del Génesis donde Yahveh crea al hombre (Génesis 1,26): “Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza”, el cual al estar conjugado en plural, revela implícitamente el diálogo entre las Personas de la Santísima Trinidad. Véase a este respecto:
“Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza”, reflexiones de los padres de la Iglesia
Por lo tanto, quien afirma que sólo el Padre es Yahveh, está afirmando por consecuencia que sólo el Padre es el creador, sin el Hijo y sin el Espíritu Santo. Y si afirma lo primero y pretende afirmar lo segundo se contradice.
Sólo a Yahveh se adora
Lo enseñan también claramente las Sagradas Escrituras:
“Yo, Yahveh, soy tu Dios, que te he sacado del país de Egipto, de la casa de servidumbre. No habrá para ti otros dioses delante de mí.” (Éxodo 20,2-3)
“Así dice Yahveh el rey de Israel, y su redentor, Yahveh Sebaot: Yo soy el primero y el último, fuera de mí, no hay ningún dios.” (Isaías 44,6)
“Yo soy el Alfa y la Omega, dice el Señor Dios, «Aquel que es, que era y que va a venir», el Todopoderoso.” (Apocalipsis 1,8)
Por tanto, si sólo se debe adorar a Yahveh y fuera de Él a nadie más, en el caso de no ser el Hijo y el Espíritu Santo también Yahveh no se les debería adorar a ellos, por lo que nuevamente caen en contradicción quienes afirman que sólo se puede identificar a Dios Padre con Yahveh.
Sólo Yahveh salva y es el juez de la humanidad
Las Sagradas Escrituras también enseñan que sólo Yahveh es el único y verdadero salvador:
“Yo, yo soy Yahveh, y fuera de mí no hay salvador.” (Isaías 43,11)
En el Antiguo Testamento se profetiza además que tanto el juicio como la salvación la hará Yahveh en persona:
“Dijo él: «De cierto que ellos son mi pueblo, hijos que no engañarán.» Y fue él su Salvador en todas sus angustias. No fue un mensajero ni un ángel: Él mismo en persona los liberó. Por su amor y su compasión él los rescató: los levantó y los llevó todos los días desde siempre.” (Isaías 63,8-9)
Esta idea, que se repite a lo largo de todo el Antiguo Testamento (Salmo 50,1-6; 96,11-13; 98,9; Zacarías 14,5) en el Nuevo Testamento se consuma en Jesucristo, como salvador de la humanidad:
“Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados.»” (Mateo 1,21)
“os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un salvador, que es el Cristo Señor;” (Lucas 2,11)
“Porque Dios no ha enviado a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él.” (Juan 3,17)
“y que se ha manifestado ahora con la Manifestación de nuestro Salvador Cristo Jesús, quien ha destruido la muerte y ha hecho irradiar vida e inmortalidad por medio del Evangelio” (1 Timoteo 1,10)
De la misma forma es él a quien identifica el Nuevo Testamento como quien ha de juzgar al mundo:
“«Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria acompañado de todos sus ángeles, entonces se sentará en su trono de gloria. Serán congregadas delante de él todas las naciones, y él separará a los unos de los otros, como el pastor separa las ovejas de los cabritos.” (Mateo 25,31-32)
El Hijo de Dios se identifica con Yahveh
Igualmente abundan los textos de la Sagrada Escritura donde se identifica a Jesús con Yahveh. Por ejemplo, discutiendo con los judíos se identifica de manera tan clara, que los judíos intentaron apedrearle:
“Jesús les respondió: «En verdad, en verdad os digo: antes de que Abraham existiera, Yo Soy.» Entonces tomaron piedras para tirárselas; pero Jesús se ocultó y salió del Templo.” (Juan 8,52-59)
También se le atribuyen los títulos que en el Antiguo Testamento se le atribuyen a Yahveh en Isaías 44,6:
“Cuando lo vi, caí a sus pies como muerto. El puso su mano derecha sobre mí diciendo: «No temas, soy yo, el Primero y el Ultimo, el que vive; estuve muerto, pero ahora estoy vivo por los siglos de los siglos, y tengo las llaves de la Muerte y del Hades.” (Apocalipsis 1,17-18)
“Al Ángel de la Iglesia de Esmirna escribe: Esto dice el Primero y el Ultimo, el que estuvo muerto y revivió.” (Apocalipsis 1,8)
“Yo soy el Alfa y la Omega, el Primero y el Ultimo, el Principio y el Fin. Dichosos los que laven sus vestiduras, así podrán disponer del árbol de la Vida y entrarán por las puertas en la Ciudad. ¡Fuera los perros, los hechiceros, los impuros, los asesinos, los idólatras, y todo el que ame y practique la mentira!» Yo, Jesús, he enviado a mi Ángel para daros testimonio de lo referente a las Iglesias. Yo soy el Retoño y el descendiente de David, el Lucero radiante del alba.»” (Apocalipsis 22,13-16)
El Espíritu Santo también se identifica con Yahveh
Hay pasajes en el Nuevo Testamento en donde el Espíritu Santo se identifica con quien el Antiguo Testamento es identificado como Yahveh. Por ejemplo, cuando San Pablo menciona palabras dichas por Yahveh al pueblo en Isaías 6,8-10, pero las atribuye el Espíritu Santo:
“Cuando, en desacuerdo entre sí mismos, ya se marchaban, Pablo dijo esta sola cosa: «Con razón habló el Espíritu Santo a vuestros padres por medio del profeta Isaías: Ve a encontrar a este pueblo y dile: Escucharéis bien, pero no entenderéis, miraréis bien, pero no veréis. Porque se ha embotado el corazón de este pueblo, han hecho duros sus oídos, y sus ojos han cerrado; no sea que vean con sus ojos, y con sus oídos oigan, y con su corazón entiendan y se conviertan, y yo los cure.”(Hechos 28,25-27)
Lo mismo hace el autor de la epístola a los hebreos:
“Por eso, como dice el Espíritu Santo: Si oís hoy su voz, no endurezcáis vuestros corazones como en la Querella, el día de la provocación en el desierto, donde me provocaron vuestros padres y me pusieron a prueba, aun después de haber visto mis obras = durante cuarenta años. Por eso me irrité contra esa generación y dije: Andan siempre errados en su corazón; no conocieron mis caminos. Por eso juré en mi cólera: ¡No entrarán en mi descanso! ” (Hebreos 3,7-11)
En resumen…
Ciertamente hay textos que se refieren a Dios Padre como Yahveh, así como hay textos en el Nuevo Testamento donde se identifica a Dios con la Persona del Padre. No hay ningún problema en ello, sino en entenderlos con la lógica protestante (aut aut) asumiendo que sólo el Padre es Yahveh, y no con la lógica católica (et et) en la que se puede afirmar que el Padre es Yahveh, sin por eso negar que su Hijo o el Espíritu Santo lo sean.
En este artículo me he limitado a abordar la pregunta específica si puede Jesús identificarse con Yahveh.
Autor: José Miguel Arráiz