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Debate: sacerdote católico Luis Toro vs pastor Eduardo Gutiérrez sobre el diezmo y comentarios adicionales

Recientemente presenciamos el debate entre sacerdote católico Luis Toro con el pastor Eduardo Gutiérrez. Un debate muy interesante, que se ha hecho viral en las redes sociales y llevaba a los pocos días solo en Youtube más de 500.000 visitas entre los distintos sitios que lo han publicado.

Ahora quiero compartir brevemente algunos comentarios en parte sobre el debate y en parte sobre el tema del diezmo en general.

Según los comentarios que he visto del debate, he notado que muchos católicos no entienden exactamente cuál es el problema del “diezmo” protestante. Yo mismo, en un debate que tuve hace años con un pastor protestante, no reparé mucho en ello.

Incoherencia con su propio principio

El problema del diezmo protestante es básicamente un problema de incoherencia e hipocresía con los propios principios que dicen sostener. ¿Por qué? Porque ellos dicen regirse por la Sola Escritura: solo aquello que dice la Biblia.  Y si esto es así, simplemente no hay forma bíblica de justificar el diezmo sino es con malabarismos o peor aún, “judaizando”. Veamos:

Judaizando

La mayoría de protestantes alega que es un mandato del Antiguo Testamento, y citan los textos bíblicos donde Dios reclama al pueblo de Israel cuando no da el diezmo. Sabemos que con la Nueva Alianza, la Ley mosaica a los cristianos no aplica a los cristianos. Salvo los mandamientos, que son normas morales imperecederas, los cristianos ya no tenemos que circuncidarnos, ni guardar los sábados ni fiestas judías, ni abstenernos de los alimentos que se consideraban “impuros”, etc. Ese tema quedó zanjado definitivamente en el Concilio de Jerusalén (Hechos 15).

Por tanto, pretender que una de las leyes mosaicas sigue vigente, es deshonesto. Si quisiesen ser coherentes, tendrían también circuncidarse, que es una ley mosaica establecida por Dios de “generación en generación” (Génesis 17,11) y seguir cumpliendo el resto de las leyes mosaicas.

He aquí la gran hipocresía. Tanto predicar que son salvos por “gracia”, pero aquí como no conviene, resulta que tienen que seguir practicando una ley que no tiene vigencia.

Con Malabarismos

Esta fue la línea argumentativa que eligió el pastor Gutiérrez, alegando que en su Iglesia no cobran el diezmo levítico sino el diezmo de Melquicedec. Según el pastor, como Abraham dio el diezmo al sacerdote Melquicedec (Génesis 14,20) y eso se hizo antes de que se diera la Ley, eso de alguna manera demuestra que es una ley eterna. Luego, como la Biblia en el Nuevo Testamento dice que todos fuimos hechos sacerdotes, y él también está incluido, entonces a él le corresponde como pastor de su comunidad el diezmo de sus fieles como a Melquicedec.

Este argumento es igual de débil que el anterior: nada en ese suceso da a entender que lo que hizo Abraham es una obligación que tengamos también los cristianos.

En primer lugar, Abraham no dio la décima parte de lo suyo, sino de un botín de guerra que habían quitado a Sodoma y Gomorra. Tampoco se dice en la Biblia que lo volviera a hacer en alguna otra ocasión. Si se ha de tomar ese suceso como una base para una obligación cristiana, cualquiera de los miembros de su congregación podría diezmar una sola vez y darlo por cumplido diciéndole al pastor: no me lo pidas más, que la Biblia solo dice que Abraham diezmó UNA VEZ.

El argumento, es pues, en sí mismo absurdo, porque no se puede establecer como “mandamiento” las cosas que hizo Abraham a lo largo de su vida, y que ni siquiera Dios le ordenó hacer. ¿Por qué el diezmo precisamente y no alguna otra cosa?

Cuál es el verdadero deber del pueblo de Dios

Pero eso no quiere decir que el pueblo de Dios no haya tenido un deber cuya aplicación prudencial puede variar a lo largo del tiempo, y que tenemos hoy los cristianos en el quinto mandamiento de la Iglesia:

CEC 2043 El quinto mandamiento (ayudar a las necesidades de la Iglesia) enuncia que los fieles están además obligados a ayudar, cada uno según su posibilidad, a las necesidades materiales de la Iglesia (cf CIC can. 222; CCEO, can. 25. Las Conferencias Episcopales pueden además establecer otros preceptos eclesiásticos para el propio territorio. Cf CIC, can. 455).

CIC 222 § 1.    Los fieles tienen el deber de ayudar a la Iglesia en sus necesidades, de modo que disponga de lo necesario para el culto divino, las obras de apostolado y de caridad y el conveniente sustento de los ministros.

La aplicación prudencial de este mandamiento ha variado de acuerdo al contexto histórico. En el Antiguo Testamento tenía una razón: existían 12 tribus de Israel, una de ellas ejercía el sacerdocio. Si cada tribu ofrendaba el 10% se recaudaba en promedio el 110% de lo que una tribu necesita para sostenerse. De esta manera se sostenían los levitas, y el 10% restante permitía socorrer a los huérfanos y a las viudas.

En el Nuevo Testamento la situación cambia: ya no hay que dar el diezmo a los levitas, la proporción numérica entre el clero y los fieles cambia, pero sigue siendo necesario atender a la Iglesia en sus necesidades. San Pablo lo deja claro: “no hay que poner bozal al buey que trilla” (1 Corintios 9,9), y “los ministros del templo viven del templo” (1 Corintios 9,13), y por eso la Iglesia en ese momento se sostiene con la colecta voluntaria en donde cada quien daba “lo que dispusiera su corazón, no de mala gana ni forzado, pues Dios ama al que da con alegría” (2 Corintios 9,7).

Ya en este momento, no era necesario que fuese un 10%. No hay en todo el Nuevo Testamento ni una sola evidencia de que la Iglesia exigiera el diezmo (10% mínimo) a los cristianos, y todos los textos apuntan a que era una contribución donde cada quien aportaba lo que considerase.

PERO Posteriormente en la historia, la Iglesia Católica si se sirvió del diezmo como aplicación prudencial del mandamiento de sostener la Iglesia en sus necesidades, ya que es la Iglesia quien por la autoridad que tiene de parte de Jesucristo a quien corresponde establecerlo. A este respecto explica la Enciclopedia Católica:

«Sin embargo, con el transcurso del tiempo, según la Iglesia se extendió y surgieron diversas instituciones, se hizo necesario dictar leyes que asegurasen el sustento adecuado y permanente del clero. El pago de los diezmos se adoptó a partir del Antiguo Testamento, y los primeros escritores hablan de ella como una ordenanza divina y una obligación de conciencia. La primera legislación positiva sobre el tema parece estar contenida en la carta de los obispos reunidos en Tours en 567 y en los cánones del Concilio de Mâcon en 585. En el transcurso del tiempo, nos encontramos que en todos los países de la cristiandad las disposiciones eclesiásticas habían hecho obligatorio el pago del diezmo. La Iglesia veía este pago como “de la Ley Divina, ya que los diezmos no fueron instituidos por el hombre sino por el Señor mismo” (C. 14, X de Decim. III, 30).

En cuanto al poder civil, los emperadores romanos cristianos les concedieron a las iglesias el derecho de retener una parte de la producción de ciertas tierras, pero la primera instancia de la aplicación del pago de los diezmos eclesiásticos en el derecho civil se encuentra en los capitulares de Carlomagno, a finales del siglo VIII. El derecho inglés muy pronto reconoció el diezmo, como en el reinado de Athelstan, Edgar y Canuto antes de la conquista normanda. Sin embargo, en el derecho positivo inglés propiamente dicho la primera mención de los diezmos se encuentra en el Estatuto de Westminster de 1285. Los diezmos son de tres tipos: predial, o el procedente de los cultivos anuales; mixto, o el que surge de las cosas que se nutren de la tierra, como el ganado vacuno, leche, queso, lana; y personal o el resultado de la industria o la ocupación. A los diezmos prediales se les llamaba generalmente diezmos grandes, y a los diezmos mixtos y personales, diezmos pequeños. Las substancias naturales que no tienen aumento anual no están sujetas al diezmo, ni lo están los animales salvajes. Cuando la propiedad es heredada o donada, no está sujeta a la ley de los diezmos, pero su crecimiento natural sí lo está. Hay muchos exentos del pago de diezmos: empresas espirituales, los propietarios de terrenos baldíos, los que han adquirido la prescripción legal, o si han obtenido una renuncia legal, o si han recibido un privilegio del Papa.

Al principio, el diezmo se pagaba al obispo, pero más tarde el derecho pasó, mediante el derecho común, a los párrocos, donde pronto se presentaron abusos. Los eclesiásticos concedieron a los príncipes y nobles el derecho a recibir los diezmos, incluso hereditariamente, a cambio de protección o servicios eminentes, y esta especie de apropiación se hizo tan intolerable que el Tercer Concilio de Letrán (1179)decretó que no se permitía ninguna enajenación de diezmos a laicos sin el consentimiento del Papa. En la época de Papa Gregorio VIII se instituyó el llamado diezmo saladino, el cual debían pagar todos los que no participaran personalmente en la cruzada para recuperar Tierra Santa».

Fuente: http://ec.aciprensa.com/wiki/Diezmo

¿Cuál es entonces el problema en el diezmo protestante?

El problema por tanto no es que la Iglesia, con la autoridad conferida por parte de Cristo, no pueda solicitar como contribución en una situación concreta el 10%, o una ofrenda voluntaria. En la Iglesia Católica podría cambiar la situación de tal manera que la contribución del diezmo podría volver a necesitarse y aplicarse prudencialmente.

El problema es que bajo el principio protestante de la Sola Escritura, ellos tratan de hacer pasar por cuestión de derecho divino algo que corresponde a la aplicación concreta del principio en determinado momento de la historia, y para lograrlo manipulan la Escritura presentando como “bíblicas” sus interpretaciones erróneas.

Muchos protestantes saben que exigir el diezmo como lo hacen en sus Iglesias (recurriendo al texto de Melquicedec u otros textos del AT) no tiene sustento en la Biblia pero viven con la incoherencia de exigirlo con textos tomados del Antiguo Testamento porque saben que si no lo hacen de esa manera sus ingresos bajarán.

La organización de las comunidades protestantes actuales no justifica tampoco la aplicación concreta del diezmo. Un pastor que lidere una mega “iglesia” de miles de personas, solamente con el diezmo de una de las más adineradaspuede ingresar una cantidad enorme de dinero de la que podrá disponer a discreción. Incluso si todos los miembros ganan un sueldo promedio, el 10% multiplicado por miles, seguirá siendo una cantidad considerable. Al ser comunidades independientes, muchas de las cuales no dan cuenta a nadie, la posibilidad de que existan abusos es grande. Por eso no extraña que haya pastores protestantes entre los hombres más ricos del mundo. Uno de los más conocidos, el fundador de la secta “Pare de sufrir” que ha destacado más de una vez en la lista Forbes.

Hay otros pastores sin embargo, que a pesar de vivir bajo el erróneo principio de la Sola Escritura, y negando la autoridad de la Iglesia, no exigen el diezmo en sus congregaciones. De estos, que son una minoría, por lo menos se puede reconocer que son coherentes con el principio que dicen seguir.

Autor: José Miguel Arráiz

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