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La infalibilidad Papal en la Historia de la Iglesia.

infabilidad papal

En este escrito nos convoca dar cuenta sobre un tema controversial para muchos: La infalibilidad del Obispo de Roma. Dogma proclamado en el Concilio Vaticano I de 1870.

La infalibilidad del Obispo de Roma, como cabeza del colegio apostólico, nos asegura y nos da la certeza de cual es la autentica fe cristiana a lo largo de los siglos, gracias a su sucesión y a su poder como Pastor Supremo.

Cuando se realiza algún cuestionamiento de cierta doctrina cristiana, es el Sumo Pontífice el que, como pastor supremo de la Iglesia, nos confirma la certeza de lo que debe ser así. Una doctrina para a ser un dogma de fe. Tal cual se ha realizado en los Concilios a lo largo de los siglos. Todos aprobados por un Papa.

Veamos que dice el Catecismo de la Iglesia Católica.

869La Iglesia es apostólica: Está edificada sobre sólidos cimientos: “los doce apóstoles del Cordero” (Ap 21, 14); es indestructible; se mantiene infaliblemente en la verdad: Cristo la gobierna por medio de Pedro y los demás apóstoles, presentes en sus sucesores, el Papa y el colegio de los obispos. 

889 Para mantener a la Iglesia en la pureza de la fe transmitida por los apóstoles, Cristo, que es la Verdad, quiso conferir a su Iglesia una participación en su propia infalibilidad. Por medio del “sentido sobrenatural de la fe”, el Pueblo de Dios “se une indefectiblemente a la fe”, bajo la guía del Magisterio vivo de la Iglesia.

 890 La misión del Magisterio está ligada al carácter definitivo de la Alianza instaurada por Dios en Cristo con su Pueblo; debe protegerlo de las desviaciones y de los fallos, y garantizarle la posibilidad objetiva de profesar sin error la fe auténtica. El oficio pastoral del Magisterio está dirigido, así, a velar para que el Pueblo de Dios permanezca en la verdad que libera. Para cumplir este servicio, Cristo ha dotado a los pastores con el carisma de infalibilidad en materia de fe y de costumbres.

891 El Romano Pontífice, Cabeza del Colegio Episcopal, goza de esta infalibilidad en virtud de su ministerio cuando, como Pastor y Maestro supremo de todos los fieles que confirma en la fe a sus hermanos, proclama por un acto definitivo la doctrina en cuestiones de fe y moral.

Ahora, luego de haber leído lo que plantea al Catecismo, veremos cómo en la Historia están presentes todos los argumentos dados por el Catecismo y de que estar en comunión con Roma es tener asegurada la fe ortodoxa.

Condiciones que deben reunirse para que una definición pontificia sea Ex Cathedra y por lo tanto infalible (Tomado de corazones.org):

1) El Papa debe tener la intención de declarar una doctrina concerniente a la fe o a la moral como verdad que no se puede cambiar.
2) El Papa debe hablar como pastor y doctor de todos los cristianos con todo el peso de su autoridad apostólica (no meramente como un teólogo o solamente al pueblo de Roma).

Dentro del mundo cristiano, iglesias y denominaciones, se ha dicho que el tema de la infalibilidad es algo completamente nuevo y que no aparecía en la Tradición Apostólica (cayendo en el clásico juego protestante evangélico “el Concilio lo inventó, antes no existía eso”), otros, aún más radicales (en su pensamiento sectario) han dicho que fue un esfuerzo del Papa de Roma Pío IX por creerse así mismo infalible.

¿En la Historia de la Iglesia Católica se creyó que la Cátedra de Pedro tenía autoridad en temas de fe y moral y que guardaba la fe apostólica?

San Ireneo de Lyon año 150 (Discípulo de Policarpo y este a su vez discípulo de San Juan Apóstol):

En efecto, con esta Iglesia (de Roma), a causa de la mayor autoridad de su origen, ha de estar necesariamente de acuerdo toda otra Iglesia, es decir, los fieles de todas partes; en ella siempre se ha conservado por todos los que vienen de todas partes aquella tradición que arranca de los apóstoles. Contra las Herejías 3.3.2.

Estar en comunión con la Iglesia de Roma, nos asegura estar dentro de la fe ortodoxa ya que ella conserva la Tradición Apostólica. Se señala explícitamente que toda iglesia debe estar alienada con esta.

Tertuliano, alrededor del 200:

¿Se le ocultó algo a Pedro, que fue llamado piedra de la Iglesia que iba a ser edificada, que obtuvo las llaves del reino de los cielos y la potestad de desatar y atar en los cielos y en la tierra? Prescripción contra los herejes 22.2-4

Pedro y sus sucesores tienen la potestad de atar y desatar, tal cual, y, en concordancia con los rabinos judíos, de decretar de forma correcta lo que la Iglesia requiera, es decir, la forma correcta de interpretar la Tradición Apostólica, que muchas veces es cuestionada.

San Cipriano de Cartago año 253:

Sin embargo, para manifestar la unidad estableció una cátedra, y con su autoridad dispuso que el origen de esta unidad empezase por uno. Cierto que lo mismo eran los demás Apóstoles que Pedro, adornados con la misma participación de honor y potestad, pero el principio dimana de la unidad. A Pedro se le da el primado, para que se manifieste que es una la Iglesia de Cristo. De la Unidad de la Iglesia Católica 4.5. 

El mismo San Cipriano, como obispo, reconoce que en la Cátedra de Pedro emana no solo la autoridad y el primado, sino que de ella deriva la fe apostólica. Esto, debido al contexto en que San Cipriano se refiere a la Unidad de la Iglesia que debe estar en Pedro.

Eusebio de Cesarea (260-340):

Pedro, el más grande y fuerte de todos los apóstoles, y aquel que por su vida fue el portavoz de todos los demás. Historia Eclesiástica. 2.14.

Eusebio muestra evidencia histórica de que se creía que Pedro fue el portavoz de los demás, así como el Papa es el Pastor Supremo que, como portavoz de la Iglesia, confirma en la fe a sus hermanos. Esto de confirmar significa que, ante algún requerimiento que la Iglesia necesite, la Cátedra de Pedro es la portavoz de toda la Iglesia en comunión con ella.

Todo esto es antes del Edicto de Milán de Constantino en el 313, para los que dicen que este emperador creó el papado y les gusta inventar “historiografía constantiniana” jugando al historiador. Ahora veamos después de este acontecimiento como la situación de la Cátedra de Pedro de mantener la Unidad y la Fe no cambia.

San Hilario de Poitiers (315-367):

Y el bienaventurado Simón, que después de su confesión sostiene el edificio de la Iglesia y ha recibido las llaves del reino de los cielos. La Trinidad, 6.20.

Para ello se considera que lo mejor y consecuente, si a la cabeza, que es la silla (Cátedra) del apóstol San Pedro, los sacerdotes del Señor informan (o, consultan) desde cada una de las provincias. Fragmento.2.

Los obispos y sacerdotes consultan o informan al sucesor de Pedro para actuar en rectitud a la fe ortodoxa. Él, como Pastor Supremo del rebaño, a quien Jesús, nuestro Salvador, confirió las llaves del Reino para poder atar y desatar.

San Efrén el Sirio (350-370):

Yo te he dado a ti las llaves de mi reino y autoridad sobre todos mis tesoros. Homilía.  4.1.

Nuevamente, el hecho de las llaves y atar y sed atar se contextualiza, dentro del pueblo judío, a la autoridad que tiene para interpretar de forma correcta la Tradición Apostólica y las Escrituras.

Optato De Mileve (367 – 387):

Tú no puedes negarlo, que es a Pedro el primero a quien ha sido conferida la Cátedra episcopal en la ciudad de Roma; es en la que está sentado el jefe de los apóstoles, Pedro, que por esto ha sido llamado Cefas. En esta Cátedra única es en la que todos debían guardar la unidad, a fin de que los demás apóstoles no pudiesen atribuírsela cada uno en su Sede, y que fuera en adelante cismático y prevaricador quien elevara otra Cátedra contra esta Cátedra única. De schismate donatistarum. 2.

La Cátedra del Pontífice Romano asegura la Unidad de la Iglesia, al ser una Cátedra significa que nos enseña en la fe ortodoxa a todos los cristianos, con el fin de que no tengamos duda de lo que creemos.

San Ambrosio de Milán (337-397):

Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia… ¿ No podrá entonces Él (Cristo) fortalecer la fe del hombre a quien actuando con su propia autoridad le dio el reino y a quien llamó la roca declarándolo así cimiento de la Iglesia?  La Fe.4.5.

San Ambrosio declara que la roca, que es Pedro, tiene el deber de fortalecer a sus hermanos en la fe actuando con la autoridad, no conferida por los otros obispos, sino en la que le otorgó el mismo Señor al declararlo cimiento de la Iglesia.

Pero él no era tan ansioso como para dejar de lado precaución. Llamó al obispo, y estimando que no puede haber verdadera gratitud sino la primavera de verdadera fe, el orador pregunta si está de acuerdo con los obispos católicoses decir, con la Iglesia de RomaLa muerte del Hermano Satyrus. 1.47.

San Ambrosio señala que, en caso de que alguna duda con el obispo, se debe estar en la “primavera de la fe” que es estar de acuerdo con la Iglesia de Roma. Es decir, aún actúa la autoridad doctrinal del sucesor de Pedro para con los otros obispos en comunión con él.

San Juan Crisóstomo, Patriarca de Constantinopla (347-407):

Él comisionó a Pedro como maestro no de una silla, sino del mundo. Homilía.88

Pedro se le “comisionó”, es decir, se le delegó ser el maestro del Mundo. Así mismo, cuando el Papa declara como maestro un dogma, está ejerciendo como maestro supremo de la Iglesia.

San Agustín de Hipona (354-430):

Roma ha hablado; el caso está cerrado. Sermones 131.10.

No puede creerse que guardéis la fe católica los que no enseñáis que se debe guardar la fe romana.  Sermones 120.13.

(Celestio) debería mantener su asentimiento al decreto de la Cátedra apostólica el cual había publicado por su predecesor de sagrada memoria. El acusado, sin embargo, rechazó condenar las objeciones realizadas por el diáconocon todo él no se atrevió a sostener abiertamente la carta del bendito Papa InocencioPecado Original.7.8.

La fe de la Sede Romana es la que discierne la doctrina católica y ortodoxa. Es por eso que San Agustín declara que si el Sumo Pontífice ha hablado es asunto está ya zanjado. Así ocurre con las definiciones dogmáticas.

San Juan Cassiano (Año 360-435):

Aquel gran hombre, el discípulo de los discípulos, el maestro entre los maestros, el cual ejerciendo el gobierno de la Iglesia de Roma, poseía la autoridad en la fe y en el sacerdocio. Dinos, por lo tanto, te rogamos que nos digas, Pedropríncipe de los apóstoles, cómo las iglesias deben creer en Dios. Contra Nestorio.3.12.

Aquí San Juan Cassiano pide al Obispo de Roma que se pronuncie en cuanto a la herejía de Nestorio, que dividía la naturaleza humana de la naturaleza divina de Cristo al afirmar que María no era Madre de Dios, para que los cristianos sigan la ortodoxia a la cual deben aferrarse. Es como si hoy alguien le pidiera al Papa que hablara Ex Cátedra para confirmar alguna doctrina de cualquier índole.

Concilio Ecuménico de Éfeso, año 431:

A nadie es dudoso, antes bien, por todos los siglos fue conocido que el santo y muy bienaventurado Pedro, príncipe y cabeza de los Apóstoles, columna de la fe y fundamento de la Iglesia Católica, recibió las llaves del reino de manos de nuestro Señor Jesucristo, salvador y redentor de género humano, y a él le ha sido dada potestad de atar y desatar los pecados; y él, en sus sucesoresvive y juzga hasta el presente y siempre. Discurso de Felipe, Legado del Romano Pontífice, en la sesión III.

San Inocencio I siglo V.

Al buscar las cosas de Dios… guardando los ejemplos de la antigua tradición… habéis fortalecido de modo verdadero… el vigor de vuestra religión, pues aprobasteis que debía el asunto remitirse a nuestro juicio, sabiendo qué es lo que se debe a la Sede Apostólica, como quiera que cuantos en este lugar estamos puestos, deseamos seguir al Apóstol de quien procede el episcopado mismo y toda la autoridad de este nombre. Siguiéndole a él, sabemos lo mismo condenar lo malo que aprobar lo laudable. Y, por lo menos, guardando por sacerdotal deber las instituciones de los Padres, no creéis deben ser conculcadas, pues ellosno por humana, sino por divina sentencia decretaron que cualquier asunto que se tratara, aunque viniera de provincias separadas y remotas, no habían de considerarlo terminado hasta tanto llegara a noticia de esta Sede, a fin de que la decisión que fuere justa quedara confirmada con toda su autoridad y de aquí tomaran todas las Iglesias (como si las aguas todas vinieran de su fuente primera y por las diversas regiones del mundo entero manaran los puros arroyos de una fuente incorrupta) qué deben mandar, a quiénes deben lavar, y a quiénes, como manchados de cieno no limpiable ha de evitar el agua digna de cuerpos puros. [De la Carta 29 In requirendis, a los obispos africanos, de 27 de enero de 417] (Dz 217).

El Papa Inocencio I señala que no es por sentencia humana, sino divina de carácter infalible, la confirmación que realiza la Sede Romana, con respectos a las iglesias en comunión con él a lo largo y ancho del Mundo. Es el Romano Pontífice quien confirma en la fe a sus hermanos.

San Zosimo (417-418):

Aun cuando la tradición de los Padres ha concedido tanta autoridad a la Sede Apostólica que nadie se atrevió a discutir su juicio y sí lo observó siempre por medio de los cánones y reglas, y la disciplina eclesiástica que aun vige ha tributado en sus leyes al nombre de Pedro, del que ella misma también desciende, la reverencia que le debe ;… así pues, siendo Pedro cabeza de tan grande autoridad v habiéndolo confirmado la adhesión de todos los mayores que la han seguido, de modo que la Iglesia romana está confirmada tanto por leyes humanas como divinas —y no se os oculta que nosotros regimos su puesto y tenemos también la potestad de su nombre, sino que lo sabéis muy bien, hermanos carísimos, y como sacerdotes lo debéis saber—; no obstante, teniendo nosotros tanta autoridad que nadie puede apelar de nuestra sentencia, nada hemos hecho que no lo hayamos hecho espontáneamente llegar por nuestras cartas a vuestra noticia… no porque ignoráramos qué debía hacerse, o porque hiciéramos algo que yendo contra el bien de la Iglesia había de desagradar… [De la Carta 12 Quamvis Patrum traditio a los obispos africanos, de 21 de marzo de 418] (Dz 221).

San Bonifacio I (418-422):

… Al Sínodo de Corinto… hemos dirigido escritos por los que todos los hermanos han de entender que no puede apelarse de nuestro juicio. Nunca, en efecto, fue lícito tratar nuevamente un asunto, que haya sido una vez establecido por la Sede Apostólica (Dz 232). [De la Carta 13 Retro maioribus tuis a Rufo, obispo de Tesalia, de 11 de marzo de 422]

Cuando la Sede de Pedro establece algo de forma dogmática, es decir, de manera que nos de una certeza de la Verdad inspirada en la Tradición Apostólica y las Escrituras es irrefutable ya que se convirtió en una certeza absoluta.

Concilio Ecuménico de Calcedonia, año 451:

¡Esta es la fe de los Padres! ¡Esta es la fe de los apóstoles! ¡Debemos creerla! ¡Anatemas a quien no la creePedro nos ha hablado por medio de León… Esta es la verdadera Fe. Actas del Concilio, Sesión 2.

San Gelasio I (492-496):

Consiguientemente, la primera es la Sede del Apóstol Pedro, la de la Iglesia Romana, que no tiene mancha ni arruga ni cosa semejante. [De la misma Carta o Decretal, del año 495]

La infalibilidad no se trata si un Pontífice peca, sino que está en asegurar la certeza absoluta de la fe cristiana. “No tiene mancha” se podría inferir a la fe mantenida a través de sus sucesores.

San Hormisdas (514-523).

Primordial salud es guardar la regla de la recta fe y no desviarse en modo alguno de las constituciones de los Padres. Y pues no puede pasarse por alto la sentencia de nuestro Señor Jesucristo que dice: Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, etc. [Mt. 16, 18], tal como fue dicho se comprueba por la experiencia, pues en la Sede Apostólica se conservó siempre inmaculada la religión católica. (Dz 363). [Memorial de profesión de la fe, añadido a la Carta Inter ea quae, a los obispos de España, de 2 de abril de 517]

Mas aceptamos y aprobamos también las epístolas todas del bienaventurado papa León, que escribió sobre la religión cristiana, como antes dijimos, siguiendo en todo a la Sede Apostólica y proclamando sus constituciones todas. Y por tanto, espero merecer hallarme en una sola comunión con vosotros, la que predica la Sede Apostólica, en la que está la íntegra, verdadera y perfecta solidez de la religión cristiana. (Dz 365). [Memorial de profesión de la fe, añadido a la Carta Inter ea quae, a los obispos de España, de 2 de abril de 517]

Isidoro de Sevilla (560-636):

Los decretos del Romano Pontífice, que descansan en la supremacía de la Sede Apostólica, son incuestionablesPL.84.

San León IX 1049-1054

Cap. 7…. La Santa Iglesia edificada sobre la piedra, esto es, sobre Cristo, y sobre Pedro o Cefas, el hijo de Jonás, que antes se llamaba Simón, porque en modo alguno había de ser vencida por las puertas del infierno, es decir, por las disputas de los herejes, que seducen a los vanos para su ruina. Así lo promete la verdad misma, por la que son verdaderas cuantas cosas son verdaderas: Las puertas del infierno no prevalecerán contra ella [Mt. 16, 18], y el mismo Hijo atestigua que por sus oraciones impetró del Padre el efecto de esta promesa, cuando le dice a Pedro: Simón, Simón, he aquí que Satanás… [Lc. 22, 31]. ¿Habrá, pues, nadie de tamaña demencia que se atreva a tener por vacua en algo la oración de Aquel cuyo querer es poder? ¿Acaso no han sido reprobadas y convictas y expugnadas las invenciones de todos los herejes por la Sede del príncipe de los Apóstoles, es decir, por la Iglesia Romana, ora por medio del mismo Pedro, ora por sus sucesores, y han sido confirmados los corazones de los hermanos en la fe de Pedro, que hasta ahora no ha desfallecido ni hasta el fin desfallecerá?[De la Carta In terra pax hominibus, a Miguel Cerulario y León de Acrida, de 2 de septiembre de 1053]

Segundo Concilio de Lyon 1274.

La Santa Iglesia Romana posee el supremo y pleno primado y principado sobre toda la Iglesia Católica. Ella verdadera y humildemente reconoce que ha recibido éste, junto con la plenitud de potestad, del mismo Señor en el bienaventurado Pedro, príncipe y cabeza de los Apóstoles, cuyo sucesor es el Romano Pontífice. Y puesto que ella tiene más que las demás el deber de defender la verdad de la fe, si surgieran preguntas concernientes a la fe, es por su juicio que estas deben ser definidas.

De la profesión de fe del Emperador Miguel Palaeólogo, leída en el segundo Concilio de Lyon, sesión IV, 6 de julio de 1274. 25. Concilio de Florencia, sesión VI.

Esta proclamación hecha por el emperador griego reconoce que es el Pontífice, Obispo de Roma, quien debe defender la verdad e incluso definirla.

Pío II (1458-1464)

… Por autoridad apostólica, a tenor de las presentes, estatuimos y ordenamos que a ninguno de los frailes predichos [Menores o Predicadores], sea lícito en adelante disputar, predicar o pública o privadamente hablar sobre la antedicha duda, a saber, si es herejía o pecado sostener o creer que la misma sangre sacratísima, como antes se dice, durante el triduo de la pasión del mismo Señor nuestro Jesucristo, estuvo o no de cualquier modo separada o dividida de la misma divinidad, mientras por Nos y por la Sede Apostólica no hubiere sido definido qué haya de sentirse sobre la decisión de esta duda. (Dz 1385) [De la Bula Ineffabilis summi providentia Patris de 1 de agosto de 1464]

Aquí Pío II, Obispo de Roma, señala explícitamente que es la Sede Apostólica la que define la duda, es decir, nos da la certeza. Esta certeza solo puede concretarse y hacerse verdadera gracias a la infalibilidad del Pastor Supremo. Vemos que siglos antes del Concilio Vaticano I hay registros de la confianza que se tenía al Obispo de Roma, en calidad de defensor de la fe apostólica.

En las críticas que se le hacen a la Iglesia Católica, cabe señalar la clásica propuesta histórica de que antes de la proclamación del dogma los Obispos de Roma no habían hablado Ex Cáthedra. En el siguiente punto tomamos en cuenta proclamaciones dogmáticas infalibles durante la Historia de la Iglesia.

¿En la Historia se ha hablado Ex Cáthedra para confirmar la fe de los hermanos?

Siglo I. San Pedro también fue infalible en su oficio de confirmar a sus hermanos. Tenemos de él dos proclamaciones dogmáticas. Dos epístolas Universales contenidas en el Nuevo Testamento.

San León I Magno (440-461).  Sobre la Encarnación (contra Eutiques)

(3) Quedando, pues, a salvo la propiedad de una y otra naturaleza y uniéndose ambas en una sola persona, la humildad fue recibida por la majestad, la flaqueza, por la fuerza, la mortalidad, por la eternidad, y para pagar la deuda de nuestra raza, la naturaleza inviolable se unió a la naturaleza pasible. Y así —cosa que convenía para nuestro remedio— uno solo y el mismo mediador de Dios y de los hombres, el hombre Cristo Jesús [1 Tim. 2, 5], por una parte pudiera morir y no pudiera por otra. En naturaleza, pues, íntegra y perfecta de verdadero hombre, nació Dios verdadero, entero en lo suyo, entero en lo nuestro.(Dz) [De la Carta 28 dogmática Lectis dilectionis tuae, a Flaviano, patriarca de Constantinopla, de 13 de junio de 449]

San Agatón 678-681

En efecto, reconocemos que uno solo y el mismo Señor nuestro Jesucristo, Hijo de Dios unigénito, subsiste de dos y en dos sustancias, sin confusión, sin conmutación, sin división e inseparablemente [cf. 148], sin que jamás se suprimiera la diferencia de las naturalezas por la unión, sino más bien quedando a salvo la propiedad de una y otra naturaleza y concurriendo en una sola persona y en una sola subsistencia, no distribuido o diversificado en la dualidad de personas ni confundido en una sola naturaleza compuesta; sino que reconocemos, aun después de la unión subsistencial, a uno solo y el mismo Hijo unigénito, Dios Verbo, nuestro Señor Jesucristo [v. 148] y no uno en otro, ni uno y otro, sino el mismo en las dos naturalezas, es decir, en la divinidad y en la humanidad; porque ni el Verbo se mudó en la naturaleza de la carne, ni la carne se transformó en la naturaleza del Verbo. Uno y otra permaneció, en efecto, lo que naturalmente era; pues sólo por la contemplación discernimos la diferencia de las naturalezas unidas en Él, aquellas de que sin confusión, inseparablemente y sin conmutación está compuesto; uno solo, efectivamente, resulta de una y otra y por uno solo son ambas, como quiera que juntamente son tanto la alteza de la divinidad, como la humildad de la carne. Una y otra naturaleza guarda, en efecto, aun después de la unión, su propiedad, “y cada forma obra, con comunicación de la otra, lo que le es propio: El Verbo obra lo que pertenece al Verbo, y la carne ejecuta lo que toca a la carne. Uno brilla por los milagros; otra sucumbe a las injurias”.

De ahí se sigue que, así como confesamos que tiene verdaderamente dos naturalezas o sustancias, esto es, la divinidad y la humanidad, sin confusión, indivisiblemente, sin conmutación, así la regla de la piedad nos instruye que el solo y mismo Señor Jesucristo [v. 254-274], como perfecto Dios y perfecto hombre, tiene también dos naturales voluntades y dos naturales operaciones, pues se demuestra que esto nos ha enseñado la tradición apostólica y evangélica, y el magisterio de los Santos Padres a los que reciben la Santa Iglesia Católica y Apostólica y los venerables Concilios.
[De la Carta dogmática de Agatón y del Concilio Romano Omnium bonorum spes, a los emperadores]

Benedicto XII 1334-1342 De la visión beatífica de Dios y de los novísimos

Antes de la reasunción de sus cuerpos y del juicio universal, después de la ascensión del Salvador Señor nuestro Jesucristo al cielo, estuvieron, están y estarán en el cielo, en el reino de los cielos y paraíso celeste con Cristo, agregadas a la compañía de los santos ángeles, y después de la muerte y pasión de nuestro Señor Jesucristo vieron y ven la divina esencia con visión intuitiva y también cara a cara, sin mediación de criatura alguna que tenga razón de objeto visto, sino por mostrárseles la divina esencia de modo inmediato y desnudo, clara y patentemente, y que viéndola así gozan de la misma divina esencia y que, por tal visión y fruición, las almas de los que salieron de este mundo son verdaderamente bienaventuradas y tienen vida y descanso eterno, y también las de aquellos que después saldrán de este mundo, verán la misma divina esencia y gozarán de ella antes del juicio universal…

[De la Constitución Benedictus Deus, de 29 de enero de 1330]

Eugenio IV 1431-1447

Definimos que por todos los cristianos sea creída y recibida esta verdad de fe… que la Sede Apostólica y el Romano Pontífice tiene el primado sobre todo el orbe y que el mismo Romano Pontífice es el sucesor del bienaventurado Pedro,… [De la bula Laetentur coeli, 6 Julio 1439. ]  (Dz 694)

Clemente XI 1700-1721

1. ¿Qué otra cosa le queda al alma que ha perdido a Dios y a su gracia, sino el pecado y las consecuencias del pecado, soberbia pobreza y perezosa indigencia, es decir, general impotencia para el trabajo, para la oración y para toda obra buena?

2. La gracia de Jesucristo, principio eficaz del bien de toda especie, es necesaria para toda obra buena; sin ella, no sólo no se hace nada, mas ni siquiera puede hacerse.
3. En vano, Señor, mandas, si Tú mismo no das lo que mandas.
4. Así, Señor, todo es posible a quien todo se lo haces posible, obrando Tú en él.
5. Cuando Dios no ablanda el corazón por la unción interior de su gracia, las exhortaciones y las gracias exteriores no sirven sino para endurecerlo más.
6. La diferencia entre la alianza judaica y la cristiana está en que en aquélla, Dios exige la fuga del pecado y el cumplimiento de la ley por parte del pecador, abandonando a éste en su impotencia; mas en ésta, Dios da al pecador lo que le manda, purificándole con su gracia.
7. ¿Qué ventaja tenía el hombre en la Antigua Alianza, en que Dios le abandonó a su propia flaqueza, imponiéndole su ley? Mas, ¿qué felicidad no es ser admitido a una Alianza en que Dios nos regala lo mismo que nos pide?
8. Nosotros no pertenecemos a la Nueva Alianza, sino en cuanto participamos de su misma gracia nueva, la cual obra en nosotros lo que Dios nos manda.
9. La gracia de Cristo es la gracia suprema, sin la cual nunca podemos confesar a Cristo y con la cual nunca le negamos.
10. La gracia es operación de la mano de Dios omnipotente, a la que nada puede impedir o retardar.
11. La gracia no es otra cosa que la voluntad de Dios omnipotente que manda y hace lo que manda.

(Dz 2401-2411)Errores de Pascasio Quesnel  [Condenados en la Constitución dogmática Unigenitus, de 8 de septiembre de 1713″

Papa Pío XII 1939

Pronunciamos, declaramos y definimos ser dogma divinamente revelado que la Inmaculada Madre de Dios, siempre Virgen María, cumpliendo el curso de su vida terrena, fue asunta en cuerpo y alma a la gloria celeste ( Dz. 3903)

[De la Constitución Apostólica Munificentissimus Deus, de 1º de noviembre de 1950]

Sixto IV 1471-1484.

Aquí se está hablando en el siglo XV que la Virgen María fue Inmaculada, es decir, sin mancha alguna de pecado (no entraremos a debate bíblico pero sabemos que en Lucas 1:28 María es llamada Kejaritomene lo cual respalda que estaba en “gracia plena” como Eva que fue creada en Gracia, es decir, Inmaculada). Leamos lo que hablan las fuentes históricas.

Cuando indagando con devota consideración, escudriñamos las excelsas prerrogativas de los méritos con que la reina de los cielos, la gloriosa Virgen Madre de Dios, levantada a los eternos tronos, brilla como estrella de la mañana entre los astros…: Cosa digna, o más bien cosa debida reputamos, invitar a todos los fieles de Cristo con indulgencia y perdón de los pecados, a que den gracias al Dios omnipotente (cuya providencia, mirando ab aeterno la humildad de la misma Virgen, con preparación del Espíritu Santo, la constituyó habitación de su Unigénito, para reconciliar con su Autor la naturaleza humana, sujeta por la caída del primer hombre a la muerte eterna, tomando de ella la carne de nuestra mortalidad para la redención del pueblo y permaneciendo ella, no obstante, después del parto, virgen sin mancilla), den gracias, decimos, y alabanzas por la maravillosa concepción de la misma Virgen inmaculada y digan, por tanto, las misas y otros divinos oficios instituídos en la Iglesia y a ellos asistan, a fin de que con ello, por los méritos e intercesión de la misma Virgen, se hagan más aptos para

la divina gracia. [De la Constitución Cum praeexcelsa, de 28 de febrero de 1476]

A la verdad, no obstante celebrar la Iglesia Romana solemnemente pública fiesta de la concepción de la inmaculada y siempre Virgen María y haber ordenado para ello un oficio especial y propio, hemos sabido que algunos predicadores de diversas órdenes no se han avergonzado de afirmar hasta ahora públicamente en sus sermones al pueblo por diversas ciudades y tierras, y cada día no cesan de predicarlo, que todos aquellos que creen y afirman que la inmaculada Madre de Dios fue concebida sin mancha de pecado original, cometen pecado mortal, o que son herejes celebrando el oficio de la misma inmaculada concepción, y que oyendo los sermones de los que afirman que fue concebida sin esa mancha, pecan gravemente… Nos, por autoridad apostólica, a tenor de las presentes, reprobamos y condenamos tales afirmaciones como falsas, erróneas y totalmente ajenas a la verdad e igualmente, en ese punto, los libros publicados sobre la materia… [pero se reprende también a los que] se atrevieren a afirmar que quienes mantienen la opinión contraria, a saber, que la gloriosa Virgen María fue concebida con pecado original, incurren en crimen de herejía o pecado mortal, como quiera que no está aún decidido por la Iglesia Romana y la Sede Apostólica..
(Dz 1425)  [De la Constitución Grave nimis, de 4 de septiembre de 1483]

Ahora veamos cuando el Obispo de Roma realiza el oficio de la infalibilidad:

Pío IX 1854

“declaramos, proclamamos y definimos que la doctrina que sostiene que la beatísima Virgen María fue preservada inmune de toda mancha de la culpa original en el primer instante de su concepción por singular gracia y privilegio de Dios omnipotente, en atención a los méritos de Cristo Jesús Salvador del género humano, está revelada por Dios y debe ser por tanto firme y constantemente creída por todos los fieles.

(Pío IX, Bula Ineffabilis Deus, 8 de diciembre de 1854)

Conclusión.

¿Inventó el Papa algo nuevo? No. Aquí realiza su oficio en “confirmar a sus hermanos en la fe”, lo cual nos asegura como cristianos y como católicos que lo que creemos es la certeza más grande de la ortodoxia.

Vemos como a lo largo de la Historia del Cristianismo, el Romano Pontífice gozó, antes del Concilio Vaticano I, de la infalibilidad como mecanismo para asegurar al mundo cristiano y católico la certeza de nuestras doctrinas.
Y para cerrar y entender una afirmación infalible del Obispo de Roma, hemos querido dar el siguiente ejemplo:

Bendiciones.

Autor: Andrés Morasso. Licenciado en Historia. Licenciado en Educación. Profesor de Historia y Ciencias Sociales.

Bibliografía.

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