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La Iglesia Asirio-Caldea

La Iglesia Asirio-Caldea

Son dos iglesias hermanas. Tienen el mismo origen e idéntica estructura. De entrada aclaremos los términos diciendo que la “Iglesia asiria de Oriente” -así se llama oficialmente- es la antigua Iglesia de Persia que adoptó en el siglo V la doctrina de Nestorio. De ahí que se la conozca también por los nombres de Iglesia Persa o nestoriana. La Iglesia caldea, en cambio, esta formada por los miembros que se fueron uniendo a Roma a partir del siglo XVI.

Una Iglesia fuera de los límites romanos

Los orígenes étnicos de los cristianos asirios y caldeos, implantados en sus tradicionales hogares de Persia, Mesopotamia y Kurdistán, no son seguros. Ellos se hacen pasar por herederos directos de los pueblos asirio y caldeo, bien conocidos por los textos bíblicos.

La evangelización de estos territorios, fuera de los límites del mundo romano, se atribuye tradicionalmente al apóstol Tomás y a su discípulo Addai, uno de los Setenta. Es más seguro, sin embargo, que la evangelización de asirios y caldeos fue obra de misioneros judeo-cristianos y sirios del siglo I procedentes de Edesa. La evangelización progreso rápidamente. En el siglo III la Iglesia de Mesopotamia aparece ya con liturgia propia y organizada en diócesis dependientes de la Iglesia madre en Antioquía. Un siglo después se fundan en su territorio prestigiosas escuelas de teología, siendo la más conocida la de Nisibe, llamada mas tarde “Escuela de los Persas”, vivero de santos y de sabios. A mediados del siglo IV, apenas terminada la era de persecuciones de las Iglesias occidentales, la dinastía sasánida persa desencadena una era de persecuciones contra la comunidad cristiana persa. La más cruel fue la de Charpor II, que duró desde el 341 al 379 e hizo innumerables mártires.

Se emancipa de la tutela de la Iglesia de Antioquia

Lejos de la influencia helénico-romana, la Iglesia persa probó la tentación, ya desde sus orígenes, de emanciparse de la tutela antioquena, el único lazo jerárquico que la unía a la Iglesia Católica. El proceso fue lento pero continuo. A principios del siglo IV el obispo de las “Villas Reales” de Seleucia-Ctesifonte logra federar bajo su autoridad todas las diócesis dentro del imperio persa y seguidamente se proclama Catholicos de la Iglesia persa, pero sin romper los lazos con Antioquía. Más tarde, en el año 424, un sínodo persa da un paso más en el proceso de emancipación, declarándose Iglesia autónoma. Fue, sin embargo, la adopción de la herejía nestoriana condenada en el concilio de Efeso, año 431, la que provocó la ruptura con la Iglesia antioquena y por consiguiente con la catolicidad.

Expansión misionera en Asia

Cristianos Caldeos (católicos)
Irak 350.000
EE.UU. 50.000
Irán 15.000
Francia 10.000
Turquía 3.000
Siria 3.000
Líbano 3.000
Siria 3.000
Bélgica 3.000
Otros 63.000
Total 500.000
Cristianos Asirios
En todo el mundo 150.000
Oriente Medio 75.000

La Iglesia persa conoce a partir del siglo VI un proceso extraordinario de expansión en los países del este y sur. Funda diócesis en Qatar, Kuwait, Bahrein y Omán. En el siglo VIII hay constancia de la existencia de un reino cristiano en Kachgar, Asia Central. Pero será en la época de los abasíes, cuando el imperio musulmán estaba gobernado desde Bagdad por califas semipersas, cuando los cristianos nestorianos se benefician de un trato especial.

Es la época de mayor esplendor de la Iglesia persa. Sus monjes, “los portadores de la luz”, son los protagonistas de esta epopeya. Se lanzan por la Ruta de la Seda a la evangelización de Asia. Llegan a Turquestán, Mongolia, China, Tibet e India, fundando cristiandades a su paso. Hacia el siglo IX la Iglesia nestoriana contaba con 245 diócesis en los lugares tan dispares como El Cairo, Jerusalén, Samarcanda y Pekín. Según Mons. Alichoran la comunidad nestoriana contaba entre 60 a 80 millones de fieles. Cifra muy elevada para la época.

No existe explicación lógica a este fenómeno de expansión misionera, único en los anales de la Iglesias orientales. Los relatos de Marco Polo (1254-1324), por ejemplo, confirman las sólidas posiciones ocupadas por los cristianos nestorianos en la corte de los mongoles.

Los siglos de decadencia

La situación de los cristianos se deteriora a finales del siglo XIII, primero en China con la llegada de una dinastía nacionalista, y después en Asia Central con la conversión de los turcos al Islam. La brutal persecución de Tamerlan (1360-1405) dio el golpe de gracia a aquellas comunidades centroasiáticas que se resistían a morir.

En cuanto a las religiones de antigua implantación nestoriana: Mesopotamia, Persia y Kurdistán, la conquista turco-otomana de Turquía actual, siglo XIV, y la aparición de un chiísmo violentamente anticristiano en la Persia sefevida, no hicieron más que debilitar al cristianismo, impotente ante la conversión más o menos forzosa de sus fieles al islam. La inseguridad era tanta para los cristianos nestorianos en el siglo XV que se vieron obligados a replegarse en las montañas inaccesibles de Hakkari y Azerbaiyán occidental, en el actual Kurdistán. Allí vivieron, en una región pobre e inhóspita, de clima riguroso, hasta la primera guerra mundial.

Es la primera Iglesia oriental expulsada de su patria

Durante la primera guerra mundial las tropas turcas amenazaron de genocidio a los cristianos asirios y caldeos del Kurdistan. Ante la amenaza real -piénsese en el genocidio armenio en los mismos años- la población cristiana, con el Patriarca asirio a la cabeza, abandono las montañas de Hakkari en junio de 1915 y se traslado a pie, cruel una transmigración bíblica, al Azerbaiyán ruso. El balance de este éxodo es dramático: 90.000 muertos y la destrucción de 154 iglesias. Terminada la guerra Turquía impidió la vuelta de los supervivientes. A partir de ese momento, la Iglesia asiria se convierte en comunidad de refugiados en busca de hogar. Lo hallan finalmente en el Kurdistán iraquí, entonces bajo dominio británico. Pero años después, en 1933, Irak accede a la independencia y niega al Patriarca el reconocimiento de su papel político como habían hecho antes, con sus antecesores, “los reyes sasánidas, los califas del islam, los Khans mongoles y los sultanes otomanos”. Este rechazo suponía para los nestorianos el abandono de la idea de formar una nación en el Kurdistán.

En agosto de 1933 las tropas iraquíes penetran en los campamentos de refugiados cristianos y asesinan a hombres, mujeres y niños. Las víctimas de cuentan por millares. El patriarca, retenido en Bagdad desde los comienzos de la crisis, es expulsado a Chipre, mientras que los supervivientes huyen a Siria y Líbano, entonces bajo mandato francés, y otros se embarcan para EE.UU.

Actualmente los asirios, un total de 150.000 fieles, están asentados en Irak, Líbano, Siria, Australia y los EE.UU. En cuanto al Patriarca asirio, actualmente SS. Denkha IV, ha fijado su sede en Chicago. Es el único Patriarca oriental con residencia en Occidente.

Los asirios no están representados en Jerusalén, a pesar de que Tierra Santa haya atraído desde los primeros siglos las miradas de los cristianos persas. En efecto, en el siglo IV Raban Idta visitaba los Santos Lugares. La Iglesia persa tenía un monasterio en el monte de los Olivos. A comienzos del siglo IX el patriarca Timoteo I establecía un obispado de su nación en Jerusalén.

Una Iglesia de estructura patriarcal

La Iglesia asiria está gobernada, a partir del siglo IV, por un Catholicós, titulo que equivale a Patriarca entre los jefes de las Iglesias constituidas fuera de los límites de la romanidad. La sede patriarcal asiria ha cambiado según las vicisitudes históricas. En el siglo XVI los patriarcas se establecieron en Rabban Hormuzd, en el Kurdistán, después en Diarbakir (actual Turquía) y seguidamente en Salmas y Urmia (Irán). Finalmente en las montañas de Hakkari y allí permanecieron hasta la primera guerra mundial. La vida ruda, aislada y tribual de estas montañas fue configurando la dignidad patriarcal de tal manera que se convirtió en una institución casi feudal, semejante a la del jeque árabe o a la del agha kurdo. En efecto, desde el año 1450 la dignidad patriarcal se convierte en hereditaria, es decir, pasa de tío a sobrino.

Para asegurar este tránsito se estableció una ley que prohibía a la persona destinada a ser Patriarca, haber probado carne desde el momento de su concepción, lo que implica también la abstinencia por parte de la madre. Evidentemente, ninguno, fuera del que es destinado a este cargo, puede cumplir esta ley. El P. Rondot refiere la respuesta a un nestoriano a un misionero inglés que le preguntaba por las ventajas de esta elección patriarcal por vía hereditaria: “Las probabilidades de tener un buen Patriarca son para nosotros las mismas que tener un buen Rey para vosotros”.

De todos modos, esta insólita ley ha creado desde su promulgación, tensiones en la comunidad asiria, tensiones que explican el porqué del vigoroso movimiento unionista con la Iglesia católica a partir del siglo XVI.

Se forma la rama católica

La designación en 1538 de un nuevo Patriarca asirio, siempre de la misma familia, fue impugnada por una parte de los obispos, lo que condujo a la elección simultánea de dos Patriarcas. Uno de ellos, Juan Sulaca, buscó apoyo en Roma contra su competidor Simón VIII Denkha y prestó acto de obediencia, por mediación del Custodio de Tierra Santa, al Papa Julio III.

De hecho, fue reconocido en 1553 por el Papa como Patriarca de la nueva Iglesia caldea unida. El nuevo patriarca establece su sede en Diarbakir donde consagra a cinco nuevos obispos con el fin de organizar la estructura de la nueva Iglesia.

Es a mediados del siglo XVIII cuando la Iglesia caldea se afianza y gana nuevos adeptos. El metropolita asirio de Mosul, Juan Hormez, sobrino del Patriarca nestoriano Rabban Hormuzd, se convierte al catolicismo con una buena parte de los obispos y de la influyente comunidad nestoriana del monasterio de Rabban Hormuzd. A partir de esta fecha la comunidad católica se instala en las ciudades de la llanura mesopotámica: Mosul, Diarbakir, y al este del Hakkari: Salmas, Urmia, mientras que los asirios, ya en minoría quedan relegados en las abruptas montañas de Hakkari. Mosul se convierte en sede patriarcal y el jefe de la Iglesia caldea recibe de los Papas el título de “Patriarca de Babilonia de la nación de los caldeos”. Sin embargo, el gobierno de la Iglesia unida se lleva a cabo bajo control riguroso de Roma, que trata de latinizar las estructuras eclesiásticas caldeas, actitud que provoca una crisis bajo el gobierno del patriarca José VI Audo (1847-1878), quien defendió en el concilio Vaticano I la autonomía de las Iglesias católicas de Oriente.

Huelga decir que la fundación de la Iglesia caldea y su apertura hacia occidente llevó consigo el apoyo de la diplomacia francesa y la llegada de misioneros carmelitas, capuchinos y dominicos. Con ellos llegaron las escuelas, seminarios, dispensarios e imprentas que contribuyeron al fortalecimiento de esta Iglesia.

Fracasaron los intentos de unión total

Si la constitución oficial de la Iglesia caldea se remonta al siglo XVI, ya en el siglo XIII se había intentado la unión de la Iglesia nestoriana a la romana por medio de los misioneros dominicos enviados a Oriente por los Papas. Es célebre el viaje hecho por Rabban Bar Sauma, enviado a Europa por el patriarca nestoriano Mar Yabahada entre 1287-1288, con el fin de firmar un pacto entre los mongoles, medio cristianizados, y los reinos de Francia e Inglaterra, en vista de la reconciliación de las dos Iglesias. Lo extraño de la visita es que el prelado nestoriano celebrara libremente la misa en iglesias y catedrales católicas y recibiera incluso la comunión pascual de manos del Papa Nicolás IV. Un año después, en 1289, el mismo Papa enviaba al franciscano Juan de Montecorvino a Oriente con cartas para los reyes de Armenia y Persia, gobernada ésta por los mongoles, y para el emperador de China.

Si estos viajes no obtuvieron los resultados esperados, sí permitieron el conocimiento mutuo entre las dos Iglesias. En 1445, a raíz del concilio de Florencia, el obispo nestoriano de Chipre y toda su comunidad pasaron al catolicismo. Desde entonces, por decisión del Papa Eugenio IV, se llaman caldeos a los asirios unidos a la Santa Sede.

Una Iglesia mártir

También la Iglesia caldea, al igual que su hermana la asiria, conoció un período de cruel violencia durante la segunda guerra mundial. Los turcos, que habían proclamado la guerra santa, mataron unos 30.000 caldeos indefensos, tres obispos y 20 sacerdotes. Los supervivientes se refugiaron en el norte del Irak bajo control inglés. La Iglesia caldea, más cautelosa que la asiria en la crisis que las opuso al gobierno iraquí en 1933, consiguió verse libre de las matanzas de las que fueron víctimas los asirios. Este diferente comportamiento ilustra la alternativa a la que se ven obligados los cristianos en tierra del islam: o defender sus derechos más elementales hasta el enfrentamiento o aceptar dolorosos compromisos con el poder islámico.

En la actualidad la mayoría de los caldeos se hallan en Irak. Pero la inestabilidad que reina en el Kurdistán iraquí, su patria secular, les esta obligando a huir del fanatismo de los kurdos para establecerse en las ciudades. Los que pueden emigran a Occidente. La sede Patriarcal ha sido trasladada en 1958 en Mosul a Bagdad, ciudad que cuenta con 28 parroquias caldeas y un seminario mayor. El gobierno de Saddam Husein muestra cierta simpatía por la iglesia caldea de tal manera que ha ofrecido un terreno de 23.000 metros cuadrados para la construcción de la sede patriarcal. Signo de los tiempos.

Los caldeos en Tierra Santa

El Patriarcado caldeo -desde 1989 ocupa la sede patriarcal S.B. Rafael Bidawid -es elegido por una asamblea de obispos y el superior del monasterio de Mar Hormizdas. La elección es confirmada por la Santa Sede. La Iglesia caldea cuenta con 17 diócesis: nueve en Irak, tres en Irán, una en Turquía, otra en Siria, Líbano y Egipto.

En Tierra Santa hay un Vicariato patriarcal fundado en 1908, ocupado actualmente por Mons. Paul Collin, con jurisdicción sobre los caldeos de Haifa y Jordania. En este país hay una notable comunidad caldea, estimada a unos 10.000, refugiados a raíz de la guerra del Golfo. Los fieles establecidos en las Américas dependen de los respectivos obispos latinos, excepto en los EE.UU. en donde existe obispado caldeo, en Detroit.

La Iglesia caldea cuenta con cinco monasterios masculinos -cuatro en Irak, uno en Roma- con un centenar de monjes de la orden de Mar Ormizdas. Igualmente tiene dos congregaciones femeninas: de la Inmaculada Concepción, fundada en Bagdad en 1922, con 40 religiosas, y la del Sagrado Corazón, con 30 religiosas.

Relaciones ecuménicas

Las relaciones ecuménicas son excelentes. En 1995 se firmó entre la Iglesia católica y la Iglesia asiria un documento en el que se puso termino a la controversia teológica que se remonta al concilio de Efeso, donde se condenó la doctrina de Nestorio que confesaba dos personas en Cristo. Ahora, después de 15 siglos, se ha comprobado que, a pesar de las divergencias en la terminología y en la diversidad cultural, las dos Iglesias confesaban la misma fe cristológica: dos naturalezas en Cristo y la unidad de la persona del Verbo. El documento afirma: “Nuestro Señor Jesucristo es verdadero Dios y verdadero hombre, perfecto en su divinidad y perfecto en su humanidad… La divinidad y la humanidad están unidas en la persona del mismo y único Hijo de Dios y Señor Jesucristo”. El documento señala, sin embargo, que la unidad plena aun no se ha alcanzado y por tanto “no podemos todavía celebrar juntos la Eucaristía, signo de comunión eclesial totalmente restaurada”.

Autor: P. Ignacio Peña

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