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¿Qué son las Iglesias Pentecostales?

pentecostales

Que la paz del Señor esté con Uds.


Les felicito por una excelente página web sus artículos acerca de las distintas religiones protestantes y cismáticas han aclarado muchas inquietudes, así como también la sección de sectas religiosas que se auto-denominan Iglesias Cristianas. Con respecto a esto ultimo (las sectas) me gustaría que por favor me pudiesen enviar algún tipo de información acerca de los orígenes y doctrinas de las distintas Iglesias Pentecostales, pues mi hermana recién se a comenzado a congregar en una de ellas, y tengo un poco de miedo pues según dicen son bastante fundamentalistas anticatólicos.
Sigan adelante con esta gran obra y que El Señor les Bendiga siempre

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Estimado:

Le envío lo que dice la Gran Enciclopedia Rialp: PENTECOSTALES

Los movimientos de Pentecostés son muy numerosos y se dan a sí mismos distintos nombres según las distintas regiones: «asambleas de Dios», «iglesia apostólica», «iglesia de Dios», «iglesias evangélicas del despertar», «elim», «la última lluvia» (Latter rain), «cristianos evangélicos», etc. Su nombre común de P. pone de relieve su idea básica; la insistencia en el «bautismo del Espíritu Santo» dado a los que han recibido el bautismo de agua y que otorga los carismas necesarios para el testimonio.

1. Origen. Los P. no reivindican para sí a ningún fundador. Se trata de «movimientos de despertar» que se han producido a principios del s. xx en el país de Gales (Reino Unido) con el minero Evan Roberts (1904), en Los Ángeles (California, EE. UU.) con el negro W.-J. Seymour (1906), en Escandinavia con el pastor Barrat (1906), etcétera y cuyas corrientes se han encontrado después. Estos movimientos están en la línea de los revival que las comunidades protestantes conocieron en todos los tiempos y que en las distintas ocasiones quisieron ser una vuelta a su espíritu primitivo. Pero el acento puesto en la acción del Espíritu ha dado a los diversos movimientos P. su aspecto particular.

2. Doctrinas. En común con todos los cristianos, los P. creen en la Trinidad de las Personas divinas; en la divinidad de Jesucristo, único Salvador, muerto y resucitado para nuestra salvación; en el pecado original; en el castigo eterno de los que no están inscritos en el Libro de la Vida; en la Redención por la sangre de Cristo; esperan la segunda venida del Señor; vivir según el Evangelio exige la pureza de la vida. En común con los protestantes, los P. consideran a la Biblia (v.) como la única regla infalible de la fe y de la conducta; celebran la santa Cena (comunión bajo las dos especies) que para ellos es un simple memorial (v. EUCARISTÍA II).
En común con los baptistas (v.), bautizan por inmersión a los que están arrepentidos y a los que han recibido a Jesucristo como Salvador y Señor; bautizan solamente a los adultos, los únicos capaces de conversión personal. Ven el bautismo no como causa de salvación sino como signo de la respuesta a la llamada de Dios; dan el bautismo a los que lo han recibido ya en otras comunidades bajo una forma distinta a la de la inmersión, y a los que lo han recibido siendo niños. Acentos particulares: el «bautismo del Espíritu Santo», la «curación divina», la concepción milenarista de la próxima venida de Cristo (V. MILENARISMO). «En lo que concierne a la salvación por la justificación por la fe, somos luteranos. Por el bautismo de agua, somos baptistas. En cuanto a la santificación, somos metodistas (v.). Por la agresividad de la evangelización, estamos con el Ejército de la Salvación (v.). Pero en lo que concierne al bautismo del Espíritu Santo, somos Pentecostales» (Pastor Barratt). En muchos aspectos dependen del pietismo (v.).

3. El bautismo del Espíritu Santo. No se ordena, según ellos directamente a la santificación sino al testimonio; proporciona los carismas necesarios para el ejercicio de un ministerio apostólico; es otorgado al cristiano que lo pide, o bien en las asambleas o bien individualmente. Para las «Asambleas de Dios», el «hablar en lenguas» es el signo inicial del bautismo del Espíritu Santo. Para otras tendencias, es un signo importante, pero no necesariamente el primero.
El hablar en lenguas, dice M. Douglas Scott, «es un signo que prueba que la voluntad de Dios y la nuestra hasta tal punto están unidas, que podemos hablar según lo que el Espíritu Santo nos hace hablar en completa armonía con su pensamiento. Es un signo para los incrédulos, para demostrarles que el Evangelio es el mensaje de Dios predicado por el Espíritu Santo que viene del cielo. Es también un don dado por Dios para la edificación de su Iglesia… Todos los que lo poseen dan testimonio de esta verdad. Cuando glorifican a su Señor y Salvador en un lena-•° – y cuando pronuncian algunos misterios en el Espíritu, hay una tal edificación personal que se querría que no pasase ni un solo día sin que fuese concedida esta gracia».
Generalmente se trata de una emisión de sonidos ininteligibles que sólo puede explicar el que posee el carisma de la interpretación. Hemos asistido a sesiones, en las que se llamaba al Espíritu Santo para que descendiese, dirigidas por M. Douglas Scott que hablaba en lenguas e interpretaba él mismo su glosolalia dándole un sentido parecido a algo que había dicho él mismo poco antes; resultaba ciertamente difícil atribuir al Espíritu Santo todo eso así como los fenómenos provocados por los cantos, los murmullos y las invocaciones de una asamblea en trance.

4. La curación divina. Basándose en las palabras del Señor a sus discípulos, «impondréis las manos a los enfermos y serán curados», los P. estiman que el ministerio de la «curación divina» es siempre válido actualmente, que «el tiempo de los milagros no ha pasado». Invitan a los enfermos, sobre todo a los que se considera incurables, a que se presenten para recibir la imposición de las manos, mientras la asamblea ruega por su curación. Afirman que los enfermos que piden con fe su curación son escuchados y citan innumerables casos de curaciones -por lo demás científicamente incontroladas- obtenidas en sus asambleas. Es cierto que evangelizan antes de curar, pero su propaganda utiliza ampliamente el atractivo de la curación para llenar sus salas: «El único medio de reclutamiento para llenar las Salas de Evangelización es la Curación divina, que constituye el atractivo por excelencia para la plebe» (Pastor Nicolle).

5. Organización. Las comunidades de p. no conocen organización. «Nosotros sólo tenemos pastores, dicen. Nuestros pastores son elegidos localmente, después de las pruebas que han dado de su aptitud para desempeñar esta función. Cada iglesia local es libre en sus asuntos interiores bajo la dirección del pastor». Cada Movimiento nacional es autónomo y tiene plena independencia financiera y espiritual. La comunión espiritual y la colaboración fraterna entre las Asambleas locales se mantienen por medio de las «Convenciones» regionales (cada semestre), nacionales (anuales) y mundiales (cada tres años). Un secretario designado por la Convención mundial y un. órgano de enlace editado en los Estados Unidos, Pentecost, aseguran las relaciones entre los diversos movimientos nacionales. El papel de las Convenciones no es el de dirigir, ni el de dar leyes. Sus conclusiones son sugerencias. Además, desempeñan también un papel práctico, p. ej., para la repartición de los misioneros enviados. a todas las regiones.
La Iglesia universal es considerada como el Cuerpo de Cristo, como su esposa inmortal, como la sociedad cristiana ideal y real a la vez. Está formada por todos los verdaderos creyentes, a los que sólo Dios conoce. Las iglesias o asambleas locales están destinadas a formar a estos verdaderos creyentes, fieles a la Escritura y a la fe primitiva. El trabajo de los evangelizadores y de los misioneros es el de promover estas asambleas y el de mantener entre ellas y entre sus miembros la unidad espiritual y el amor fraterno. La obediencia a los pastores que Dios quiere es de orden disciplinar; la sumisión doctrinal está- reservada a la palabra de Dios contenida en la Biblia.

6. Culto y prácticas. Los p. practican los siguientes ritos:El bautismo, dado siempre por inmersión a los que han creído y toman, con conocimiento de causa, el compromiso de conformar su vida a la verdad del Evangelio.
La Santa Cena, comunión con el pan y el vino distribuidos a todos los miembros fieles’ de la comunidad, durante una reunión en la que la evangelización (lecturas bíblicas, comentarios, exhortaciones), los testimonios, los cantos ocupan el lugar más importante. Cestas de pan y copas de vino pasan de fila en fila, después de que el pastor ha leído algún texto relativo a la última Cena del Señor; los fieles comen y beben, cada uno cuando le corresponde, mientras que la asamblea canta.
La unción del óleo, para la curación de los cristianos enfermos, que apelan a la comunión fraterna, a la intercesión de la Iglesia y a la oración de la fe. La imposición de las manos para la curación de los enfermos, en reuniones públicas; y también, en la comunidad, para la recepción del Espíritu Santo, con todos los signos, las gracias y los dones que confiere.
Por lo que se refiere al estilo de vida, «convencidas de que el Reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia y paz y gozo en el Espíritu Santo (Rom 14,17), las Asambleas de Dios no prescriben ni abstención de alimentos, ni régimen, sino la única regla evangélica: sobriedad en todas las cosas» (tomado del Anuario de las Asambleas de Dios en Francia).

7. Difusión. Ha sido muy rápida. Nacido varias decenas de años después que los adventistas (v.), que los Testigos de Jehová (v.) que los mormones (v.), etc., les ha superado a todos en número. Sus progresos han sido particularmente sensibles en algunas regiones descristianizadas o mal evangelizadas, como, p. ej., la Escandinavia luterana o la América latina. Aunque los P. se niegan a hacer estadísticas, se puede calcular aproximadamente en ocho millones el efectivo de sus fieles.
En Escandinavia (Suecia, Noruega, Finlandia, Dinamarca), en donde lo introdujo en 1907 el antiguo pastor baptista Lewi Pethrus, ha conquistado unos 200.000 adeptos entre los luteranos, salutistas (v. SALVACióN, SECTAS DE) y baptistas, absorbiendo poco a poco una buena parte de los efectivos baptistas.  En los Estados Unidos, las diversas denominaciones de los movimientos P. han aumentado en un 107% entre 1926 y 1943 (mientras que los calvinistas aumentaron, por ej., en un 8%). En 1958 eran dos millones de miembros, mientras que diez años más tarde eran tres millones (contando los del Canadá).
En América latina es donde los progresos son más espectaculares. Entre 1948 y 1958 los P. registran el siguiente aumento: en Brasil, de 105.000 a 600.000 miembros; en Chile, de 100.000 a 300.000; en México, de 50.000 a 100.000. Actualmente son tres millones aproximadamente en todo el continente. En África, se calcula que son un millón.

En la India y en Ceilán, 100.000; en Australia, 50.000. En Europa: 100.000 en Inglaterra, 80.000 en Italia, 60.000 en Rumania, 40.000 en Francia, 20.000 en Alemania. En Rusia y en los demás países más allá del telón de acero, el movimiento ha comenzado en 1920; se ha desarrollado clandestinamente, viéndose favorecido por su ausencia de los lugares de culto y por la carencia de organización visible. Una estadística publicada en la revista Pentecost en 1958 calculaba en 600.000 a sus adeptos. Otra, de la revista francesa Vie et Lumiére, en 1966, los calculaba en 500.000. De esta revista es de donde hemos cogido las cifras que hemos dado para los demás países. No hace falta que digamos que no tienen ningún valor científico.
En general, los P. se dedican a los medios populares y pobres, a los que las otras comunidades llegan con más dificultad. Desde hace unos 15 años, se desarrolla con cierto éxito entre los gitanos y cíngaros un movimiento de evangelización de los Pentecostales. Ha sido creado por un pastor francés, M. Le Cossec, y posee su centro internacional en «Les Choux», un pueblo del departamento del Loiret. Publica una revista trimestral ilustrada, Vie el Lumiére. Ha creado un «Instituto bíblico», establecido en el centro internacional, para la formación de los candidatos cíngaros al ministerio apostólico. Según dicen, unos 10.000 gitanos han recibido el bautismo pentecostal. La mayoría son franceses, pero existen comunidades en los países escandinavos, en los Estados Unidos, en Polonia, en Rumania, en Alemania, en la India, en Chile, en Suiza, en Bélgica, en Italia, en Holanda, etc. La evangelización se realiza sobre todo por medio de frecuentes reuniones de carromatos para las «Convenciones» que duran generalmente varios días.

8. Relaciones con el movimiento ecuménico. Igual que todos los grupos protestantes de tipo fundamentalista (v. FUNDAMENTALISMO), los P. desconfían del movimiento ecuménico, considerado como una empresa humana de concesiones mutuas en detrimento de la verdad (v. ECUMENISMO). La unidad que buscan los cristianos auténticos no puede ser una unidad exterior, visible, institucional, sino únicamente la unidad que viene del Espíritu, por medio del cual los bautizados han encontrado a Cristo y viven de Él. No se puede mezclar, dicen ellos, a los «convertidos» y a los «no convertidos»: «la unidad cristiana sólo puede existir por la separación de los fieles de todo aquello que lleva indebidamente el nombre de Iglesia. La fusión tal como se la preconiza hoy día sólo puede ser una confusión. No pueden unirse sino los objetos de la misma naturaleza. Ahora bien, entre el hombre no regenerado y el que es hijo de Dios, hay algo más que una diferencia: hay una oposición radical. La unidad verdadera es la de la vid y la de los sarmientos, que nada tiene de común con uniones ficticias que no subsisten sino por compromisos realizados a costa de la verdad».

Sin embargo, el pastor David 1. Duplessis (EE. UU.), que desempeña una función de enlace entre las diferentes ramas de los P., ha participado en diversas conferencias ecuménicas (la Asamblea de Evanston en 1954, la de Nueva Delhi en 1961, etc.) y ha sido observador en el Conc. Vaticano II. Parece ser que considera su misión como un testimonio del Espíritu de Pentecostés ante las demás comunidades cristianas.

Los protestantes, y sobre todo los baptistas (v.), tienden cada vez más a no considerar estos movimientos de Pentecostés como una secta sino como un movimiento auténticamente protestante que estimula a las confesiones cristianas para una renovación del fervor y de la fe en la acción del Espíritu Santo.

BIBL.: K. ALGERMISSEN, Iglesia católica y confesiones cristianas, Madrid 1964, 1275-1280 (con bibl.); H.-C. CHERY, Les mouvements de Pentecdte, en L’Offensive des sectes, 3 ed. París 1959;L. RUMBLE, Assémblies of God and other Pentecostal Churches, Saint Paul (Minnesota) s. a.; E. T. CLARCK, Perfeccionist or subiective and Charismatic or Pentecostal Sects, en The Smalt Sects in América, 2 ed. Nashville (Tenn.) 1959 (autor protestante); R. MATZERATH, Pentecostal Churches, en New Catholic Encyclopedia, 11, Nueva York 1967, 111 ss. HENRI-CHARLES CHERY.Cortesía de Editorial Rialp. Gran Enciclopedia Rialp, 1991

Autor: Miguel Ángel Fuentes

Fuente: Gran Enciclopedia Rialp

 

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