Es frecuente escuchar de boca de fundamentalistas anticatólicos que fue el emperador Constantino quien a raíz de una fingida conversión al cristianismo, logró “paganizar la Iglesia” haciendo que el cristianismo que hasta ese momento había permanecido puro se mezclara con la cultura pagana hasta ese entonces reinante en Imperio Romano degenerando en la Iglesia Católica.
Para responder esta interrogante he querido escribir estas líneas. He partido de la acusación típica analizando el comentario del señor Jaime Alfaro Moldiz, (quien suele participar en foros Web de los que soy administrador bajo el nicname de Hecho Nuevo).
Colocaré los comentarios del Señor Jaime en un cuadro con fondo azul .
Analizando los argumentos
Parte del argumento expuesto por fundamentalista lo expone el señor Jaime en este comentario: Constantino (supuesto “cristiano convertido” en el año 313 d.c.) con esta su “milagrosa conversión” y en colaboración estrecha con el paganismo le dio a la “iglesia cristiana” categoría oficial. Gracias a esto -la iglesia- fue un cuerpo religioso reconocido en el imperio. Aspectos mediante los cuales podemos advertir claramente que su “milagrosa conversión” fue más una astuta maniobra política muy conveniente que un hecho espiritual. Siendo Constantino emperador debería ser reconocido como cabeza de la iglesia, de facto. Para esto convocó al primer concilio ecuménico (Concilio de Nicea, año 325)
Algo que nos debe llamar al atención poderosamente es el hecho de que mientras Constantino gobernaba la “iglesia cristiana”, continuaba encabezando el sacerdocio pagano, ya encabezando celebraciones paganas ya donando templos, incluso después de que comenzó a edificar templos o iglesias “cristianas”.
Dentro del paganismo, Constantino como cabeza del sacerdocio pagano tenía el grado de Pontifex Maximus (Pont Max), él necesitaba este mismo grado dentro de la “iglesia cristiana” por eso se hizo nombrar por los cristianos y que lo honraron como “obispo de obispos“, mientras él se hacía llamar “Vicarius Christi“, Vicario de Cristo. Debemos advertir que esta frase (no es casualidad ¡obviamente!) traducida al griego, literalmente significa Anticristo. Siendo Constantino el prototipo del Anticristo que vendrá de acuerdo a la profecía Bíblica..
Comencemos por repasar realmente cuales fueron los hechos históricos y el contexto donde ocurrieron los acontecimientos.
Antes de Constantino
Es un hecho conocido que antes de Constantino se había dado en Roma una de las persecuciones más brutales de los cristianos. Los emperadores adheridos a las tradiciones religiosas antiguas y convencidos de que el cristianismo era un problema para la cohesión política que necesitaba el imperio se sentían motivados a acabar con cualquier religión que no estuviera aprobada por el imperio.
El emperador Diocleciano (1) comenzó una de las más duras persecuciones efectuadas sobre la Iglesia Cristiana. Comenzó con un edicto proclamado el 31 de Marzo del año 297 d.C. que si bien era contra los maniqueos, colocaba las bases para la persecución cristiana al afirmar “Es criminal poner en duda la validez de lo establecido desde tiempos antiguos” (2). A partir del 23 de febrero del año 303 d.C hasta el febrero del 304 d.C. promulgó cuatro edictos sucesivos. El primero prohibía el culto cristiano, se confiscan los libros religiosos y se destruyen las iglesias, el cristiano es excluido de cualquier función pública y sometido a limitaciones jurídicas. El segundo edicto va todavía más allá ordenando el arresto de los líderes de las iglesias, seguido de inmediato por el tercer edicto que permitía la liberación de estos encarcelados si consentían hacer libaciones y sacrificios a los dioses paganos. A pesar de esto la Iglesia permaneció firme y se negó a apostatar de la fe, por lo que vino el cuarto edicto: Todos los habitantes son obligados a sacrificar a dioses paganos bajo amenaza de las más terribles torturas, la muerte, condenas a trabajos forzados en las minas.
Las persecuciones fueron no solo duraderas sino atroces. En Galia y Bretaña que se encontraban bajo la autoridad del césar Constancio Cloro (3) (padre de Constantino) sólo fue aplicado el primer edicto, mientras que en las provincias sometidas directamente al augusto Maximiliano las persecuciones fueron intensas, al punto de que la iglesia estuvo más de 4 años sin poder dar un sucesor al Papa Marcelino muerto durante la persecución. En África no es seguro de que se aplicaran los 4 edictos, más también hubieron muchos mártires. En Oriente la persecución fue mucho más severa y se prolongó hasta el 313 (con algunos períodos de calma) y los soberanos sucesivos que reinaron en Egipto, Siria y Asia Menor persistieron en su creciente hostilidad al cristianismo.
Cuando Diocleciano (1) abdica en el 305 d.C. le sucede como augusto Galerio (4) y como césar Maximino Daia (5). Maximino es todavía más fanático y recurre a utilizar métodos de propaganda que podríamos catalogar de modernos. Organiza manifestaciones “espontáneas” contra los cristianos, elección impuesta como texto escolar de las Actas apócrifas de Pilato (un libro lleno de blasfemias contra Jesús).
En esta época ocurren las más salvajes persecuciones, muchas de ellas presentadas por el historiador Eusebio de Cesarea(6), quien fue testigo ocular en su obra “Mártires de Palestina” y donde presente no solo el salvajismo de los verdugos sino el heroísmo de los mártires.
La resistencia de la Iglesia fue tan dura y el heroísmo de los mártires tan grande, que la represión acabó por perder fuerza al punto que el emperador Galerio el 30 de abril de el año 311 (6 días antes de morir) promulgó un edicto de tolerancia. El emperador deplora la obstinación y “locura” de los cristianos que aún a costa de sus vidas se negaron a volver a la religión de la antigua Roma. Lo mismo hizo Maximino Daia de peor mala gana ya que luego de seis meses ya había reanudado la persecución, nuevamente redoblada pero por poco tiempo ya que a finales del 312 volvería a una tolerancia más o menos completa ante las amenazas y luego bajo los golpes que le venían de Constantino y Licinio (7).
Entre los acontecimientos que ocurrieron en el resto del imperio en los años 306-312, cabe destacar que hubo un momento a comienzos del año 310 en que el imperio contó con siete emperadores, (la mayor parte considerados por otros como usurpadores). Constantino fue proclamado en el 306 luego de la muerte de Constancio (su padre), su suegro Maximino, que recuperó dos veces la púrpura depuesta en el 305, el hijo de éste, Majencio (8), dueño realmente de Italia, pero no, por el momento de África, donde se había rebelado Domicio Alejandro; en Iliria (Yugoslavia actualmente), Licinio, único que se mantendrá al lado de Constantino hasta el 324; en los Balcanes y Asia Menor, Galerio; en Siria y Egipto Maximino Daia.
Durante Constantino
No hay dudas de que el emperador Constantino quien originariamente fue pagano se convirtió al cristianismo rechazando el paganismo. No vamos a especular aquí si la motivación de su conversión fue meramente política o producto de una evolución interior en sus convicciones personales, porque solo serían hipótesis. Lo que podemos sin embargo es analizar los hechos.
El 15 de Junio del 313 vence a Maximino Daia, aquí su colega Licinio, promulga un decreto concediendo libertad de culto para los cristianos y la restitución inmediata de los bienes confiscados. Esto lo hace refiriéndose a una decisión tomada en común con Constantino a comienzos del mismo año, con ocasión de la entrevista que los reunía en Milán con motivo de la boda de Licinio y Constancia (medio hermana de Constantino).
Ahora bien, independientemente de las razones que tuvo Constantino para simpatizar con el cristianismo, los hechos son muy claros: Constantino añade favores en beneficio del clero de la Iglesia. Al principio de su reinado es tolerante en cuanto a la libertad de culto que es la doctrina oficial, pero a medida que se consolida en el poder comienza a ser menos tolerante con el paganismo. Los primeros símbolos cristianos aparecen en las monedas desde el 315. La Iglesia recibe un estatuto jurídico privilegiado: las sentencias del tribunal episcopal incluso en materia civil son reconocidas como válidas por el estado. Se multiplican los centros de culto. El emperador y su madre (Santa Elena) son generosos con la Iglesia y permiten la construcción de edificios como la Basílica de Letrán.
En el año 318 da el primer golpe al paganismo y promulga las primeras medidas restrictivas contra las prácticas paganas: son prohibidos los sacrificios privados, la magia y los auspicios en el domicilio de los particulares.
En este momento la Iglesia goza de verdadera paz, ya que han desaparecido los obstáculos de orden legal que dificultaban la evangelización. Las conversiones se multiplican y la actividad teológica es inmensa. La política imperial favorece a la nueva religión lo que empuja a la cristianización del imperio. (Es cierto también que se adhirieron a la fe cristiana muchos cristianos de nombre o católicos nominales).
Todo esto se detiene algunos meses cuando el reinado del sucesor de Constancio, un sobrino de Constantino: Juliano el Apóstata (9) vuelto al paganismo intenta hacer que le siga todo el imperio. No dura mucho tiempo este revés ya que los emperadores siguientes son de nuevo cristianos cada día más fervorosos y convencidos. Ya para el año 381 d.C. el cristianismo se convierte en la religión del Estado, los herejes desterrados y el paganismo es finalmente prohibido, todos sus templos cerrados o destruidos (391 d.C.)
Luego de haber estudiado un poco los acontecimientos, encontramos varios problemas en la argumentación de nuestro amigo:
Primero: No parece sensato asumir el hecho de que cristianos que resistieron terribles persecuciones al punto del martirio, ahora hayan estado tan prestos a paganizarse.
Que en el reinado de Constantino se promulga la libertad de culto no tiene porqué interpretarse como la paganización de la Iglesia. Un suceso similar ocurrió cuando Ciro (Rey de Percia) siendo pagano, otorgó libertad religiosa el pueblo judío por medio de un decreto y les permitió volver a Jerusalén luego de 70 años de Exilio (Esdras 1,2) y esto no hizo que el pueblo judío se paganizara.
Segundo: De Constantino y el resto de los emperadores cristianos ser colaboradores “estrechos” con el paganismo, suena curioso que hubieran aceptado la libertad de culto terminando luego siendo la religión oficial del estado el cristianismo. Posteriormente entorpecieron al paganismo al punto de terminar prohibiéndolo, incluyendo sus sacrificios privados, destruyendo sus templos.
Tercero: Si realmente a raíz del Edicto de Milán se paganizó la Iglesia, tendría que ser diferente lo que pensaban y profesaban los cristianos antes de Constantino y después de Constantino, pero al examinar los escritos patrísticos se puede probar que de hecho no es así. La fe de la Iglesia antes y después de Constantino es la misma en substancia, donde el magisterio define en forma más explícita verdades siempre creídas por la Iglesia. Un ejemplo claro lo tenemos en la Eucaristía, los cristianos antes y después de Constantino profesaban que la Eucaristía era verdaderamente el Cuerpo y Sangre del Señor (Consulte “La Transubstanciación y la Iglesia primitiva”), Es más bien luego de la reforma protestante donde se ve un cambio radical entre las doctrinas que siempre creyó la Iglesia. Ahora lo luteranos creen en la consubstanciación, los reformados en que el pan y vino son simples símbolos (se anatemizan mutuamente), y así nuevas doctrinas jamás profesadas por la Iglesia cristiana en las épocas pre-nicenas son enseñadas por los “reformadores” como la verdad bíblica.
Constantino y el concilio de Nicea
Lo siguiente que plantea nuestro amigo es que Constantino convocó el concilio de Nicea con la finalidad de ser reconocido como cabeza de la Iglesia “de facto”. Esto debe ser un lapsus mental.
Una vez cristianizado el imperio, y estando muy ligados el aspecto religioso del secular, el emperador ciertamente tenía interés especial en que el imperio se mantuviera en paz. No era grato para él ver como disputas entre cristianos pudieran amenazar la unidad del imperio.
Siendo Papa Papa San Silvestre I (10) surge en ese entonces la herejía del arrianismo, la cual fue la primera gran herejía que tuvo que afrontar la Iglesia al salir de la clandestinidad y las persecuciones. Arrio era un sacerdote cristiano nacido aproximadamente en el año 256, regía una de las más importantes iglesias de Alejandría. Planteó 318 ideas sobre la Trinidad que cuando comenzaron a ser conocidas se suscitaron interrogantes y criticas. Arrio expuso sus dudas acerca de la consustancialidad del Verbo divino, segunda Persona de la Trinidad. En su opinión, todo el problema radicaba en la dificultad de explicar la unidad y la Trinidad de Dios y la relación de lo infinito y lo finito en la Creación. ¿Cómo pueden tres personas distintas existir en una esencia increada? se preguntaba Arrio. La supresión de toda distinción entre las personas había sido juzgada como herética por la Iglesia que, a este propósito, había rechazado la doctrina de Sabelio (11). El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo poseen plenamente, cada uno, una personalidad real; son tres Personas distintas en una única sustancia. Y esto era inconcebible para Arrio. En consecuencia prefirió distanciar al Padre del Hijo. A sus ojos, el Verbo no fue más que ¡Una criatura! (Lo que hoy profesan los testigos de Jehová). Aunque afirmaba que era la primera y más perfecta de todas, le distanciaba de Dios del mismo modo que lo finito es separado de lo infinito.
Refiriéndose al evangelio de Juan, Arrio inspirado en Filón explicaba que Dios no sabría ponerse en contacto directo con lo finito; para crear al mundo necesitaba un intermediario, y había confiado la tarea al Verbo, criatura y creador al mismo tiempo. Una especie de arquitecto del universo. Dicho de otro modo, la creación era obra del Padre como inspirador, y las criaturas eran obra del Verbo, que había recogido las ideas del Padre y las había realizado del mejor modo.
Esto implicaba que el Hijo no es consustancial al Padre, posee la naturaleza de los seres creados por él, aunque en grado superior puesto que el resto de criaturas le debían existencia. Arrio decía que Dios no siempre había sido Padre, y que el Hijo no había existido desde siempre.
Arrio fue condenado por su obispo y recurrió a Eusebio de Nicomedia, quien le dio asilo y protección. Desde Nicomeria, Arrio y sus discípulos comenzaron a hacer rápidos progresos, sus discípulos se mezclaban con los demás fieles en las mismas Iglesias. Siendo Arrio bastante erudito y elocuente no tardó en hacerse popular entre el pueblo llano. Se cuenta que decía a las mujeres para negar la eternidad del Verbo: “¿Tenéis vosotras un hijo antes de haberle puesto en el mundo?” y componía poesías y canciones ligeras ridiculizando las aparentes contradicciones del catolicismo ortodoxo.
El arrianismo cobró tanta fuerza que la Iglesia se inquietó. Arrio tuvo que comparecer ante un concilio en Alejandría, donde fue excomulgado. Convocado por iniciativa de Eusebio otro concilio en Nicomedia, éste le justificó como defensor de la verdad. La polémica cobró tal virulencia que las diócesis de Oriente se vieron sumidas en la agitación.
En virtud de esta situación y en peligro la unidad de la Iglesia (nada conveniente para el emperador) Constantino convoca con el consentimiento del Papa San Silvestre I el concilio Ecuménico de Nicea en el año 325.
Antes de continuar quiero dejar sentado, que de hecho, no conozco una fuente histórica seria que afirme que Nicea fue convocado por Constantino para ser reconocido como cabeza de la Iglesia. La afirmación de nuestro amigo debe ser una confusión en algún articulete publicado en la Web.
No debe sorprender que el Emperador quiera inmiscuirse en los asuntos de la Iglesia. Algunos historiadores como Eusebio de Cesárea (6) en Vita Constantini le reconocen al emperador una importancia excesiva en asuntos de la Iglesia y en los concilios, al punto de que le asigna la tarea de abrir los debates, reconciliar a los adversarios, convencer a unos y doblegar a otros, instando a todos a la concordia. Constantino, según la imagen que de él nos da Eusebio, parece influir, incluso en cuestiones doctrinales, sobre los obispos reunidos en el Concilio y de allí que algunos fundamentalistas quieran acusarlo de influir en el resultado del concilio de Nicea.
El investigador J. M. Sansterre, en su obra “Eusebio de Cesarea y el nacimiento de la teoría cesaropapista”, examinó detenidamente catorce textos que proceden del emperador, datados entre 325 y 335. Del análisis de esta documentación dedujo que si bien Constantino convocó el Concilio de Nicea con la finalidad de fomentar la unidad y eliminar la herejía (traer la estabilidad al imperio) y se sintió obligado a velar por las resoluciones dogmáticas y disciplinares, jamás aspiró a suplantar a los Obispos. La intervención imperial la entendía como meramente subsidiaria, puesto que la norma última en cuestiones doctrinales había de ser, como de hecho fue, las tradiciones y los cánones eclesiales y la asistencia del Espíritu Santo a los Obispos. Únicamente si los Obispos no conseguían hacer cumplir las decisiones conciliares, el Emperador estaba dispuesto a intervenir para aplicarlas; jamás para imponerlas él mismo.
Constantino no reclama para si supremacía sobre el concilio en cuestiones de fe, cosa que demuestra el análisis de los documentos imperiales de 325 a 335, y que prueban de modo concluyente que el emperador no influyó en el Credo de Nicea.
Haciendo un análisis de todo lo planteado, Nicea más que un concilio manipulado por el Emperador, se vuelve uno de los concilios más importantes de la historia del Cristianismo, donde se combate la monstruosa herejía que quería enseñar que Cristo era simplemente una criatura, una “cosa”, como suelen interpretar los testigos de Jehová, hoy día que el arrianismo ha cobrado vida bajo diferentes nombres.
¿Piensa nuestro amigo fundamentalista que el concilio de Nicea fue un fraude? ¿Una treta de Constantino? Piensa entonces que Cristo es una “cosa”. Por su puesto, cada quien es libre de pensar como le parezca, que su razonamiento tenga fundamento, es otro cantar.
Constantino ¿Obispo de Obispos?
Esto también es un disparate. La historia nos muestra que Constantino fue bautizado en su lecho de muerte, y de hecho, si esto es así cabría preguntarse ¿Cómo le hizo Constantino para volverse obispo?
Profundicemos un poco en el significado de la palabra obispo.
Obispo:
- Del griego epíscopos tenemos un primer significado: inspector.
- Bíblicamente, un obispo es aquel a quien se le ha confiado una porción del rebaño para poner orden (cf.Tit1,5), prevenir los pecados (cf 1 Tim 5, 22), enseñar como lo hiciera Pablo (cf 2 Tim 2,2), mandar y enseñar (cf. 1 Tim 4, 6), asegurar la salvación de los que le escuchan (cf. 1 Tim 4, 16) guardar la fe recibida (ver 1 Tim 6,3.13-14.20 ) reprender, exhortar, argüir, insistir a tiempo y a destiempo (2 Tim 4,1s); hablar, exhortar y reprender con autoridad (Tit 2,15) e incluso desechar, es decir, expulsar a alguien de la comunidad cuando así lo amerite (Tit 3,15)
En Historia de la Iglesia Católica, de Llorca-García Montalbán, se hace una mención a que cuando el emperador convoca al concilio de Nicea para que se resolviera la controversia sobre la divinidad de Cristo, él puso los medios materiales para que los obispos pudieran reunirse y deliberar. Fue un obispo “desde el exterior”, inmediatamente aclara lo que acabamos de mencionar; es decir que el emperador reunió a los obispos y los dejó deliberar. Usando un poco de sentido común podemos percatarnos de que está utilizando la palabra obispo en sentido no bíblico sino etimológico, es decir, como un inspector que vela desde el exterior para que todo se realice en paz y orden. También lo es en poner los medios para que se lleve a la práctica, pero de hecho, NO HAY evidencia histórica alguna que Constantino fuera “Obispo de Obispos”. Es importante notar que el autor podría aquí citar algún documento histórico que testifique el hecho, donde y cuando. algún texto de algún concilio, registro patrístico, etc llama a Constantino de este modo. Lo cierto es que no lo da porque NO LO EXISTE.
Constantino ¿Vicario de Cristo? ¿Vicario de Cristo = Anticristo?
Vicario de Cristo proviene del latín vicarius, y es de origen latino y no griego. De los múltiples significados que tiene la palabra según el diccionario de la Real Academia Española podemos tomar el primero: 1. adj. Que tiene las veces, poder y facultades de otra persona o la sustituye. U. t. c. s.
El diccionario ilustrado “Spes” latino-español da estos significados para “Vicarius”: representante, suplente, sucedáneo, lugarteniente, sustituto, entre otros. Se puede consultar también el Vocabulario de la lengua latina de Castiglioni-Mariotti de la Ed. Loescher, que es aún más completo. Indica estos sentidos: el que hace las veces de, en el puesto de, en sustitución de, sustituto, representante, sucesor, esclavo subalterno (en este sentido lo usan Horacio y Marcial), vicario, lungoteniente. Aparece mucho en las obras de Cicerón: vicaria fides amicorum supponitur (Pro Roscio Amerino 111), nolite subtrahere vicarium diligentiae meae (Pro Murena 80). Pero también aparece en Tito Livio: Hunc ego vicarium pro me (Ab Urbe Condita 5,18, 5), etc.
Por otro lado, también es falso que Vicario en griego signifique anticristo, el diccionario griego español Vox no recoge la palabra “Vicarius”. Anticristo en griego procede de la preposición “antí” (en vez de) Christós (del verbo Chrío que significa ungir, por tanto, ungido). Que la palabra “Vicarius” es de origen latino y no griego lo puede comprobar usted consultando cualquiera de los siguientes 4 diccionarios griegos que hemos consultado: el de Franco Montanari de la Loescher, el Lexicon Graecum Novi Testamenti de Zorell, el Kittel (Diccionario teológico del Nuevo Testamento), el Diccionario exegético del Nuevo Testamento de Balz-Schneider. En ninguno de ellos aparece la palabra Vicarius, y en cambio sí Antíchristos.
Decir que Vicarius es griego y que significa Anticristo equivale a decir que el emperador azteca Moctezuma hablaba latín y no náhuatl.
No es de extrañar que el Papa sea con justa razón llamado “Vicario de Cristo”, como hemos visto significa Tener las veces y poder y facultades de otra persona, (que la representa). Así Vicario de Cristo es quien representa a Cristo. En ese sentido, el Espíritu Santo es vicario de Cristo: “Pero el Paráclito, el Espíritu Santo, que el Padre enviará en mi nombre, os lo enseñará todo y os recordará todo lo que yo os he dicho.” Juan 14,26. Los apóstoles y sus sucesores también son vicarios de Cristo: “Como el Padre me envió, también yo os envío” Juan 20,21 y “«Quien a vosotros os escucha, a mí me escucha; y quien a vosotros os rechaza, a mí me rechaza; y quien me rechaza a mí, rechaza al que me ha enviado.»” Lucas 10,16.
Por esa razón, no solo el Papa es vicario de Cristo, sino el Espíritu Santo (Juan 14,26), los obispos y sacerdotes (Catecismo de la Iglesia Católica #1560), incluso nosotros mismos lo somos, pero lo cierto es que NO HAY TAMPOCO ninguna evidencia histórica de que Constantino se proclamara a sí mismo Vicario de Cristo (De hecho nuestro amigo no cita ninguna fuente histórica nuevamente porque NO EXISTE).
Lo más cómico del asunto es que los fundamentalistas no terminan de ponerse de acuerdo a la hora de reinventar significados para atacar a la Iglesia Católica, de hecho, en el libro anticatólico “Conozcamos al catolicismo Romano” de Rick Jones, en su capítulo 6, dicho autor traduce “vicario” como “sustituto” y no como anticristo. Incluso afirma que el vicario de Cristo es “solamente” el Espíritu Santo:
Conozcamos al Catolicismo Romano, Rick Jones, capítulo 6 “…¿Es el papa el vicario (sustituto) de Cristo en la tierra, con poder universal sobre toda la iglesia?… …la Palabra de Dios nos revela que otra persona ocupa ya esa posición… “Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho”. Juan 14:26 …El papa claramente ha usurpado una posición reservada para el Espíritu Santo de Dios. Es una posición que ningún hombre puede ocupar… Fuente: http://www.chick.com/es/reading/books/216/216_06.asp |
Sin entrar en discusión en este momento si el Papa y los obispos son vicarios de Cristo (que de hecho lo son) según el argumento de nuestro amigo, donde “vicario de Cristo” significa “Anticristo” ¿quiere decir que entonces considera también al Espíritu Santo un anticristo?
Es falso que vicario signifique anticristo (en latín, griego, chino o swahili) y es falso que Constantino se haya proclamado como tal.
Conclusión
Espero que estas breves líneas hayan servido para aclarar un poco el panorama ante tanta distorsión histórica que se encuentra en la Web. La mayoría de estos disparates son sacados de varios libros anticatólicos, como el de Dave Hunt (Una mujer cabalga sobre la Bestia), el de Alexander Hislop (Las dos Babilonias) y el de Ralf Woodrow (Babilonia misterio religioso) que representan las enseñanzas de la parte más sectárea y anticatólica del fundamentalismo protestante. Dichos libros se caracterizan por no tener el más mínimo rigor histórico, y repetir cada uno lo de los anteriores, a tal punto, que Ralf Woodrow (uno de los autores antes mencionados), luego de una plática con el profesor de historia Scoth Klemm de California, en la cual este le comentó que Hislop no era un historiador fiable, comenzó a investigar seriamente al punto que terminó, no solo retirando su libro del mercado (a costa de su propio dinero), sino publicando otro (¿La conexión Babilonia?), retractándose y refutando a su primer libro. Actualmente Woodrow sigue siendo protestante e inclusive anticatólico, pero ha tenido la suficiente honestidad para retractarse de los disparates que había escrito. (No ha sucedido lo mismo con Dave Hunt, del cual nuestro amigo ha sacado sus comentarios).
Notas
(1) Cayo Valerio Aurelio Diocleciano(243-313), emperador romano elegido por las tropas el 17 de Noviembre del 284 d.C, en Nicomedia. Luchó y venció a Carino (proclamado emperador de Occidente). Revitalizó la antigua religión romana y llevó a cabo la más dura persecución de los cristianos realizada hasta el momento.
(2) Mosaicarum et Romanarum legum collatio, 15, 2º ed. E. Sekel-R. Kuebler (lurisprudentia anteiustiniana, t. II,2), p. 382.
(3) Flavio Valerio Constancio Cloro (250-306), padre de Constantino, adoptado por el emperador Maximiliano y nombrado por Diocleciano. Recibe el gobierno de Hispania, Galia y Britania. La dimisión de Diocleciano y Maximiano convirtió a Constancio en augusto junto a Galerio. El nombramiento de los nuevos césares correspondió a Galerio, dejando a Majencio y Constantino -hijos de Maximiano y Constancio- fuera de los cargos. Estos nombramientos provocaron una grave crisis en la tetrarquía que se acentuó con la muerte de Constancio en el verano del año 306, mientras luchaba contra la tribu de los pitios en Britania.
(4) Cayo Galerio Valerio Maximiano (¿?-311) Elegido césar por Diocleciano para formar parte de la tetrarquía mientras Maximiliano elegía a Constancio Cloro. Fue un hijo de un pastor pero adoptado por Diocleciano. En el reparto de poder que acompañó a estas elecciones Galerio recibió la península balcánica, excepto la Tracia, al tiempo que contraía matrimonio con Valeria, la hija de Diocleciano. Tanto el augusto como el césar dedicaron parte de sus esfuerzos a consolidar los territorios orientales, emprendiendo la guerra contra los persas que habían ocupado Armenia y Mesopotamia. En un primer momento Galerio sufrió una derrota de la que se resarció tiempo después ayudado por Diocleciano. La paz que puso fin al conflicto supuso la incorporación al imperio de una importante zona mesopotámica. La frontera del Danubio fue consolidada tras un enfrentamiento con pueblos de la zona. En el año 305 Diocleciano y Maximino renuncian al poder tras haberlo ocupado 20 años. Galerio pasa a ser augusto de la zona oriental y Constancio Cloro de la occidental. Galerio fue el encargado de elegir los césares correspondientes, inclinándose por Flavio Valerio Severo para occidente y Valerio Maximiano Daia para oriente. Los nombramientos no agradaron a Maximino ni a Constancio Cloro al dejar a sus hijos Majencio y Constantino fuera de la sucesión. La crisis de la tetrarquía no tardó en aparecer, iniciándose una lucha entre los responsables del poder. La muerte de Galerio en el año 311 motivó el inicio de la segunda fase de la lucha que acabará con el triunfo de Constantino.
(5) Maximino Daia (¿? – 313) Nombrado césar por su tío Galerio lo que provocó el descontento de Maximiano y Constancio Cloro. Tres años después Maximiano se declaró augusto con el beneplácito de Galerio entrando de lleno en la lucha. Se formó una alianza entre Majencio y Maximino contra Licinio y Constantino, estallando la guerra civil. Constantino derrotó a Majencio en el Puente Milvio y Maximino se mantuvo en solitario hasta que Licinio le derrotó en Asia Menor, falleciendo en el encuentro.
(6) Eusebio de Cesarea (265-340) Historiador cristiano de renombre cuya obra más conocida es Historia Eclesiástica donde escribió la historia del cristianismo hasta la fecha. Es autor también de dos obras apologéticas: Preparación evangélica y Demostración evangélica.
(7) Licinio (270-325). Participó de la tetrarquía de Diocleciano al ser nombrado césar para Oriente por Galerio en el año 308. A la muerte del augusto tres años después pasó a ocupar este cargo. Se casó con Constancia, hija de Constancio Cloro y hermana de Constantino. Licinio proclamó la libertad de los cristianos en el Edicto de Milán (313) junto a su cuñado. Al año siguiente derrotó a Maximino. Las tensiones existentes entre los augustos de oriente y occidente llevaron al enfrentamiento armado, saliendo vencedor del conflicto Constantino que derrotó a Licinio en la batalla de Adrianópolis (324). Licinio fue ejecutado.
(8) Majencio (¿?-312). Aclamado como César en Roma. En el año 308 encontramos cuatro augustos legales -Constantino, Galerio, Maximino Daya y Licinio- y un césar ilegal en Roma -Majencio-. El segundo momento del enfrentamiento provocó la alianza de Majencio con Maximino Daya contra Licinio y Constantino. La primera lucha entre Majencio y Constantino tuvo lugar en el valle del Po saliendo derrotado el primero que se replegó a Roma. En las cercanías de la ciudad se produjo el enfrentamiento definitivo en la batalla de Puente Milvio que acabó con Majencio ahogado en las aguas del Tíber el 28 de octubre del año 312.
(9) Flavio Claudio Juliano (331-363) Sobrino de Constantino y uno de los supervivientes de la matanza familiar organizada por Constancio cuando accedió al poder. En Nicomedia frecuenta la escuela de Libanio donde se interesa por el neoplatonismo y la filosofía pagana. Constancio nombró cesara Juliano en el año 355. En el año 360 Juliano es aclamado por las tropas como augusto en París. Constancio no le reconoció y Juliano se dirigió a su encuentro pero la muerte de Constancio antes de la batalla motivó que Juliano fuera reconocido augusto de todo el Imperio. Sus primeras medidas fueron luchar contra el cristianismo por lo que Juliano recibió el nombre de “El Apóstata”. Escribió “Contra los cristianos” donde criticó los dogmas cristianos, eliminó los privilegios del clero, prohibió la enseñanza cristiana en las escuelas, restituyó a sus propietarios los bienes incautados por motivos religiosos y levantó los castigos de exilio a los expulsados por Constancio. La tensión entre paganos y cristianos creció hasta llegar a enfrentamientos. Incluso intentó crear un clero pagano reclutando a sus miembros entre los más firmes defensores del paganismo. Sin embargo, los intentos de Juliano fueron vanos ya que el cristianismo estaba ya demasiado arraigado en la sociedad. Juliano también llevó a acabo una reforma en el erario público al reducir los gastos cortesanos y los impuestos. En el año 363 continuó la guerra contra los persas, primero con éxito hasta que las tropas romanas fueron derrotadas en la batalla de Ctesifonte, siendo el propio Juliano herido de muerte. Joviano será elegido sucesor por el ejército.
(10) San Silvestre I. Nació el año 270 en Roma y sufrió los últimos coletazos de la persecución a los cristianos. Sucedió como pontífice a San Melquíades el 31 de enero de 314 como Silvestre I, un año después de que promulgase el Edicto de Milán, por el que los cristianos gozaban de libertad de culto. Es conocido por ser el primer Papa que no murió mártir pero sí santo el 31 de diciembre del 335 d.C.
(11) Sabelio. Heresiarca del siglo III. Enseñaba que en Dios no hay más que una persona, el padre. El Hijo y el Espíritu Santo no son más que atributos, operaciones, emanaciones, pero no son personas subsistentes. Comparaba al Padre con el sol, del que el Hijo sería la Luz y el Espíritu Santo el Calor. De la sustancia única del Padre emana el Verbo, como un rayo divino que se une a Jesucristo para realizar nuestra redención. La herejía sabeliana consiste en negar la personalidad del Hijo y del Espíritu Santo, en no ver en la Trinidad más que la naturaleza divina considerada bajo los tres aspectos de sustancia, pensamiento y voluntad. En este esquema, Jesucristo no es Hijo de Dios más que por adopción; es fruto de una virtud y no constituyente de una unión sustancial. Consideran que la encarnación es el resultado de una simple efusión de virtud y de sabiduría ene. Alma de Jesucristo. Los Padres de la Iglesia que refutaron la concepción de Sabelio lo clasificaron entre los patripasianos. Fue excomulgado por el Papa San Calixto I
(12) Eusebio de Nicomedia(280-341) Uno de los seguidores incondicionales del arrianismo encontramos a Eusebio de Nicomedia, obispo de Nicomedia y Patriarca de Alejandría. Se declaró enemigo de los que se enfrentaron a Arrio y consiguió enviar al exilio al obispo de Alejandría, Atanasio.
Autor: José Miguel Arráiz
Bibliografía
Nueva Historia de la Iglesia, Tomo I, Desde los orígenes hasta San Gregorio Magno, por los profesores J. Danielou/ H. I. Marrou. Ediciones Cristiandad.
Historia de la Iglesia Católica; BAC Madrid 1964; tomo 1, Bernardino LLorca
Manual de Herejías, H. Masson
Fuentes Web Consultadas
Enciclopedia Online, Wikipedia
Enciclopedia Online, Arte Historia
Enciclopedia de Biografías, Biografías y Vidas
Diccionario online sobre el origen de las palabras, etimologias.dechile.net
¿Manipuló Constantino el Concilio de Nicea?, por Guillermo Juan Morado
Disparates en la Red, ¿Cómo apareció el primer Papa?, por Pepe Piedra