Una historia verdadera
La desaprobación que muchos protestantes tienen hacia la costumbre católica de tener imágenes y estatuas religiosas se origina en la sospecha de que los católicos cometen pecado de idolatría al adorarlas (lo cual está prohibido en Éxodo 20,3-5 y Deuteronomio. 5,6-9). Lo digo yo: Este error está mucho más extendido de lo que podríamos pensar.
Hace unos 20 años, al llegar a una parroquia de Chicago donde se realizaba un seminario de apologética, observaba la estatua de tamaño natural de la Virgen de Fátima en un lugar destacado en el césped rectoría.
Justo al frente de la estatua había tres estatuas más pequeñas de Lucía, Francisco y Jacinta – los niños a los que la Virgen se apareció. Sus estatuas estaban arrodilladas en oración, con las manos juntas y las cabezas inclinadas ante la estatua de la Virgen María.
Estando Karl Keating conmigo en el coche le dije bromeando: “¡Qué gran religión es la Católica! No sólo podemos adorar estatuas, sino que también nuestra estatuas adoran estatuas”. Nos echamos a reír ante lo absurdo de la idea.
Repetí este chiste sarcástico durante el seminario y, como era previsible, produjo también risa a los católicos de la audiencia. Algunas personas, sin embargo, parecían desconcertados por la risa. ¿La razón? Como descubrí durante la sesión de preguntas y respuestas, es que algunos de ellos realmente creían que los católicos adorábamos imágenes. Tuve una buena oportunidad, allí y entonces, para explicar la enseñanza bíblica acerca de las imágenes religiosas en la Iglesia Católica.
La explicación siguiente es un extracto de mi libro Does the Bible Really Say That? Discovering Catholic Teaching in Scripture (Servant Books):
Amonestaciones contra la idolatría aparecen en toda la Escritura (por ejemplo, Números 33,52, Deuteronomio 7,5, 25, 9,12, 12,3; 2 Reyes 17,9-18; 23,24, 2 Crónicas 23:17; 28,1-3; 22,18-25; 34,1-7). En 1 Corintios 10,14 San Pablo escribió “Amados, Huid del culto de los ídolos” (Romanos 1,18-23).
Dios condena el pecado de la idolatría, ya sea en forma de estatuas, cosas materiales, sexo, poder, cualquier cosa que llegue a ser un ídolo. Pero Él no prohíbe las imágenes religiosas, siempre que se utilicen correctamente. Por ejemplo, en Éxodo capítulo 25 Dios le ordena a Moisés para tallar estatuas de ángeles.
“Yahveh habló a Moisés diciendo… Harás, además, dos querubines de oro macizo; los harás en los dos extremos del propiciatorio: haz el primer querubín en un extremo y el segundo en el otro. Los querubines formarán un cuerpo con el propiciatorio, en sus dos extremos. Estarán con las alas extendidas por encima, cubriendo con ellas el propiciatorio, uno frente al otro, con las caras vueltas hacia el propiciatorio… Allí me encontraré contigo; desde encima del propiciatorio, de en medio de los dos querubines colocados sobre el arca del Testimonio, te comunicaré todo lo que haya de ordenarte para los israelitas. ”(Éxodo 25,1.18-20.22; vea también 26,1)
Esto demuestra claramente que hay circunstancias en que las imágenes religiosas no son solo permitidas sino también realmente agradables a Dios. Otro ejemplo es el incidente más bien descrito en 1 Samuel 6,1-18. En Éxodo 28,31-34 el Señor ordenó que las vestiduras sacerdotales de Aarón se adornaran con imágenes de granadas. En Números 21,8-9 Él mandó a Moisés a esculpir la imagen de una serpiente que milagrosamente curaba las mordeduras de serpientes venenosas (una misteriosa prefiguración de la cruz de Cristo [cf Juan 3,14). Y en 2 Reyes 18,4, cuando la gente comenzó a adorar a la serpiente de bronce, el rey inmediatamente la destruyó. Lo que una vez fue una legítima imagen sagrada se había convertido en un objeto de idolatría. (Una historia con moraleja para cualquier tentación hacia la superstición o idolatría).
Y note lo que Dios le dijo a Salomón cuando construyó el Templo:
“«Por esta Casa que estás edificando, si caminas según mis preceptos, obras según mis sentencias y guardas todos mis mandamientos para andar conforme a ellos, yo cumpliré mi palabra contigo, la que dije a David tu padre, habitaré en medio de los hijos de Israel y no abandonaré a mi pueblo Israel» Edificó Salomón la Casa y la terminó” (1 Reyes 6,12-14).
Este texto es relevante porque el templo contenía un gran número de estatuas e imágenes incluidos ángeles, árboles, flores, bueyes y leones (cf. 1 Reyes 6,23-35, 7,25.36). La decisión de Salomón para incluir estas imágenes religiosas vinieron del don de sabiduría con el que Dios le había bendecido(cf. 1 Reyes 3,1-28). Y lejos de estar disgustado por este tipo de imágenes “Yahveh le dijo: «He escuchado la plegaria y la súplica que has dirigido delante de mí. He santificado esta Casa que me has construido para poner en ella mi Nombre para siempre; mis ojos y mi corazón estarán en ella siempre” Y (1 Reyes 9:3).
Obviamente Dios no habría bendecido Salomón y “santificado” su templo lleno de estatuas e imágenes si Él no estuviese de acuerdo con ellas – una prueba más de que las imágenes pueden ser buenas cuando se usan para dirigir nuestro pensamiento hacia Dios y hacia las realidades celestiales.
Recuerde también que San Pablo llamó a Cristo la “Imagen de Dios invisible” (Colosenses 1,15). La palabra griega para “imagen” es eikonos, de la cual se deriva la palabra “icono”. Así como mantenemos fotos de nuestra familia y amigos que nos recuerdan a ellos, también tenemos estatuas e imágenes de nuestros hogares e iglesias para recordarnos de nuestro Señor, la Virgen y los Santos.
Pasajes adicionales para estudiar:
Juan 14,9
Colosenses 1,15
Hebreos 1,3
1 Juan 1,1-3
Autor: Patrick Madrid