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El Fin del mundo, reflexiones Bíblicas

Fin del Mundo

Décimo capítulo del libro Biblia y Testigos de Jehová

Los Adventistas, de quienes depende en sus orígenes Charles Taze Russell, el fundador de los testigos de  Jehová, habían anunciado el fin del mundo para 1843, y después para 1844.-

Russell lo anunció para 1874 y después para 1914.  Escribe:

El gran día de Jehová empezó en 1874 y continuará 40 años, y terminará con la expiración de los tiempos de los gentiles en el destronamiento del dominio mundano y satánico en la tierra y la investidura plena del Emmanuel -Cristo Jesús- y sus santos… Los tiempos de los gentiles se acabarán de manera definitiva en el año 1914 y… en aquel tiempo serán derribados y el Reino de Cristo será plenamente establecido. (Estudios en las Escrituras, pág. 170 y 250).

 La Biblia se refiere al tiempo en que vivimos como “Los últimos días” o “el tiempo del fin” (2 Tim. 3, 1; Dan 11, 40).  La realidad muestra que ése es un tiempo limitado que tiene un principio definido y un fin definido.  Comenzó en 1914 cuando Jesucristo fue entronizado como rey en los cielos.  Terminará cuando Dios destruya al inicuo sistema de cosas actual… ¿Falta mucho para eso?   El propio Hijo de Dios, Jesucristo, da la respuesta.  Después de llamar la atención a las muchas cosas que marcan el período de tiempo desde 1914 en adelante como “el tiempo del fin”, Jesús dijo: “De ningún modo pasará esta generación hasta que sucedan estas cosas ” (Mt 24, 33).  Personas nacidas hace cincuenta años atrás (Este libro es de 1968) no podrían ver “todas estas cosas”. Vinieron a la escena después que los acontecimientos predichos ya habían comenzado. Pero todavía viven personas que estaban vivas en 1914 y vieron lo que estaba sucediendo y que, por tener suficiente edad entonces, todavía recuerdan aquellos acontecimientos.  Esta generación está envejeciendo ahora.  Una gran cantidad de personas de esta generación ya ha muerto.  Sin embargo, Jesús dijo bien directamente, “De ningún modo pasará esta generación hasta que sucedan todas estas cosas “.  Algunas de estas personas todavía estarán vivas cuando venga el fin de este sistema inicuo y lo verán.  Eso significa que sólo queda muy poco tiempo antes de que venga el fin.  De modo que ahora es el tiempo para tomar acción urgente si usted no quiere ser barrido con este sistema inicuo. (La Verdad que lleva a vida eterna, pág. 94-95).

¿Por qué el principio de ese tiempo limitado es el año 1914? ¿En qué consistió esa entronización de Jesucristo en 1914?

 Los que nacieron en 1914 han cumplido ya, o están para cumplir, los setenta y cinco años, en este año de gracia de 1989 [al hacerse esta edición on line esa gente han cumplido ya o están para cumplir ochenta y tres… y sigue la cuenta!]

La Biblia nos ofrece el dato cierto que de el mundo tendrá fin; pero las circunstancias del “cuándo” y del “cómo” quedan ocultas en el tiempo de este acontecimiento.

 Dos pasajes fundamentales abordan el tema directamente:

-El discurso escatológico de Jesús (Mt 24 = Mc 13 y Lc 21).

-Cartas de Pablo a los Tesalonicenses.

 1. Discurso escatológico

 Se le llama “escatológico” porque habla del fin de Jerusalén y del mundo; también se le llama “apocalipsis sinóptico”.

 En el discurso se entrecruzan dos temas: la destrucción de Jerusalén y el fin del mundo.  Al principio del discurso (Mt 24, l-3), Jesús habla de las construcciones del templo y su próxima destrucción.

 Los discípulos le preguntan: “¿Cuándo será todo esto y cuál la señal de tu venida y de la consumación del mundo? “.

 Habrá muchas desgracias precursoras.  Pero esto no es todavía el fin.

 La destrucción de Jerusalén se convierte en tipo o figura del fin del mundo.  Por eso es difícil agrupar las frases que se refieren a una cosa o a otra.  Incluso la gran convulsión cósmica de que se habla: “el sol se oscurecerá, la luna no dará su luz, las estrellas se caerán del cielo” no es seguro que haya que referirlo al fin del mundo.  Se trata de imágenes apocalípticas tomadas de los profetas que hablan de la caída de los imperios:

 -Is 13, 9-10: caída de Babilonia;

 -Jer 4, 23-26: invasión de Judá por los reinos del Norte; -Ez 32, 7-8: destrucción de Egipto;

 -Am 8, 9: un castigo misterioso, que no se concreta.

Cuando dice Jesús “no pasará esta generación hasta que todo esto suceda” se refiere a la destrucción de Jerusalén, ocurrida en el año 70, que fue símbolo de la destrucción del mundo.

2. Cartas a los Tesalonicenses

 En las dos cartas a los Tesalonicenses son frecuentes las alusiones a la “venida de Cristo”.  La expresión nos lleva a pensar en la última venida gloriosa de Cristo, al fin de los tiempos.  Pero estas frases parece que no todas ellas se refieren tan clara y unánimemente a la última venida, sino que en ocasiones hablan de la venida de Cristo, del encuentro con él, en el momento de la muerte de cada uno.  Pueden entenderse en este sentido:

 -l Tes 1, 10; 2, 19; 3, 13; 5, 23.

 En este mismo sentido se expresa San Pablo en:

 -2 Cor 5, 1-10; Flp 1, 20-26; 2 Tim 4,6-8.

 Para este encuentro personal con Cristo, en la muerte de cada uno, hemos de preparamos.  En este mismo sentido hay que entender la exhortación a la vigilancia con que acaba Mt 24.  Es realmente inminente el fin de nuestro curso mortal. Entonces daremos cuenta a Dios de nuestras obras.

 Otros textos hablan de la manifestación de Cristo contra la persecución judía, que acabará con la destrucción de Jerusalén todavía no ocurrida cuando Pablo -allá por los años 50- escribe estas cartas a los Tesalonicenses.  Pablo ha sufrido esta persecución judía precisamente en Tesalónica con especial virulencia (Hechos 16 y 17).  Veamos:

 -2 Tes 1, 1-1 2; 2, 1-12.

Este último texto es de los más oscuros y de difícil interpretación.

Entre las verdades fundamentales del cristianismo, Pablo enumera, con la fe y el bautismo, “la resurrección de los muertos y el juicio final”.  “Cristo vendrá a juzgar a los vivos y a los muertos” (2 Tim4, l).  Esta fórmula expresa la universalidad del juicio final.  Es claro a este respecto el texto de 1 Tes 4, 13-18:

Hermanos, no queremos que ignoréis la suerte de los difuntos, para que no os aflijáis como los hombres sin esperanza.  Pues si creemos que Jesús ha muerto y resucitado, del mismo modo a los que han muerto en Jesús, Dios los llevará con él.

Esto es lo que os decimos como Palabra del Señor: nosotros, los que vivimos y quedamos para su venida, no aventajaremos a los difuntos.  Pues él mismo, el Señor, a la voz del arcángel y al son de la trompeta divina, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán en primer lugar.  Después nosotros, los que aún vivimos, seremos arrebatados con ellos en la nube, al encuentro del Señor, en el aire.  Y así estaremos siempre con el Señor.  Consolaos, pues, mutuamente con estas palabras.

 Los tesalonicenses estaban preocupados por la suerte de los muertos.  Pensaban que no podrían salir al encuentro de Cristo en su venida.  Pablo les consuela diciendo que los que han muerto en el Señor resucitarán primero, para recibir el premio merecido.  Pablo se coloca hipotéticamente entre los que vivan en la venida del Señor.  Esto ha dado pie a pensar que Pablo esperaba inminente esta venida de Cristo.  Se trata simplemente de un recurso literario: Pablo, para dialogar con sus interlocutores, habla en primera persona; lo mismo encontramos repetidas veces en el capítulo siguiente:

 -no pertenecemos a la noche (v 5);

 -no durmamos como los demás (v 6);

 -pertenecemos al día (v 8);

-despiertes o dormidos, vivamos con él (v 10).

 3. ¿Cuándo ocurrirá todo esto?

 En todos los tiempos -ya San Agustín hace alusión a esto- se ha querido señalar con todo detalle fechas concretas inminentes del fin del mundo.  Todas las predicciones hechas públicas han fracasado.  Basta leer los siguientes textos:

 Mt 24, 36:

 De aquel día y hora, nadie sabe nada, ni los ángeles del cielo, ni el Hijo, sino sólo el Padre.

 Mt 24,42-44:

Velad, pues, porque no sabéis qué día vendrá vuestro Señor. Entendedlo bien: si el dueño de la casa supiese a qué hora de la noche iba a venir el ladrón, estaría en vela y no permitiría que le horadaran la casa.  Por eso, también vosotros estad preparados, porque en el momento que no penséis, vendrá el Hijo del Hombre.

 l Tes 5, 1-3:

En lo que se refiere al tiempo y al momento, hermanos, no tenéis necesidad de que os escriba.  Vosotros mismos sabéis perfectamente que el Día del Señor ha de venir como un ladrón en la noche.  Cuando digan “paz y seguridad”, entonces mismo, de repente, vendrá sobre ellos la ruina, como los dolores de parto a la que está encinta; y no escaparán.

Bastarían estos textos que acabamos de señalar para deducir que cualquier intento de anunciar el fin del mundo está totalmente en contra del Evangelio y de San Pablo, que dicen explícitamente que no se revela esta fecha.

Fuente: Apologetica.org

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