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Las “obras de la ley” y la salvación

Estudio sobre el sentido de “obras de la ley” en Pablo.

En Romanos 3, 20 es la primera vez que San Pablo usa la expresión “obras de la Torah” (del griego, ergon nomou). Este término es familiar en las modernas prédicas como “obras de la ley”; sin embargo sería más propiamente traducido en el contexto como “obras de la Torah”, porque la ley (nomos) de la cual Pablo habla en todas partes en Romanos y Gálatas es la Ley Mosaica (Torah; siendo nomos la traducción común de los Setenta del término hebreo “Torah”)

La traducción de ergon nomou como “obras de la Torah” es confirmada por la evidencia arqueológico-léxica ya que también aparece en los Rollos del Mar Muerto, escritos de la comunidad de Qumrán en Israel del siglo primero. Así aparece en el famoso documento conocido como MMT, el cual sirvió como Constitución o Declaración de Independencia para la comunidad de Qumrán. Este documento, cuyo nombre se traduce como “Algunas Obras relevantes de la Torah”, se centra en ciertas discutidas interpretaciones de específicas reglas mosaicas y revela una enorme preocupación por parte de los judíos del siglo primero sobre las obras de la Torah. La frase obras de la Torah/obras de la Ley es usada repetidamente y arroja gran luz sobre el sentido del término en San Pablo (cf. los tres artículos en la edición de la Revista de Arqueología Bíblica de Nov./Dic. de 1994 y en el libro The Dead Sea Scrolls Uncovered de R. Eisenman y M. Wises, capítulo 6, Obras reputadas como Justicia– Textos Legales). El término “obras de la Torah” precede así a San Pablo y es un término que él ha recogido del vocabulario judío de su tiempo (razón por la cual él tiene que disputar con el pueblo acerca de esto en Romanos y Gálatas, porque ellos ya usaban el término). Como ya dijimos, su primera aparición en San Pablo es en Romanos 3, 20. Antes de este punto en Romanos el término ergon (“obra” o “acción”) y sus afines sólo se encuentran en 2, 6; 7, y 15. En ninguno de estos lugares el término indica lo que Pablo tiene aquí en mente.

En 2,6 Pablo afirmaba que Dios juzgaría a cada hombre de acuerdo con sus obras. Obviamente no se refería a obras de la Torah porque se esta hablando tanto del juicio de los Gentiles como el juicio de los judíos (cf. 2, 9-10).

En 2,7 Pablo afirmaba que Dios recompensaría a aquellos que perseverasen en “la práctica del bien” (lit., “en las buenas obras”) concediéndoles la vida eterna o la inmortalidad (como así también gloria y honor). Pero esto es precisamente lo que San Pablo dice que las obras de la Torah no alcanzarán porque la Torah no da el poder de pecar. (Así hay una distinción en la mente de Pablo entre “obra buena” y “obra de la Torah.”). Y en 2, 15 Pablo afirmaba que cuando los Gentiles cumplían naturalmente lo que requería la Torah, ellos muestran que “lo que la Torah requiere” (lit., “la obra de la Torah”) está escrito en sus corazones. Este es el núcleo de la Torah que es realmente importante -Pablo tiene en mente lo mismo en 8, 3-4 cuando dice que Dios ha hecho lo que la Torah no podía hacer enviando a su Hijo para condenar el pecado en la carne, “para que el justo requerimiento de la Torah se cumpla en nosotros” (8, 4). La “obra de la Torah” de 2, 15 es entonces la misma que “el justo requerimiento de la Torah” de 8, 4. Esto es lo que está escrito en los corazones de los Gentiles -no solamente los preceptos de la Torah acerca de la dieta, festivales y ceremonias- y por lo cual Cristo murió para darnos poder de llevarlo a cabo.

Así la introducción del término “obras de la Torah” en 3, 20 es un nuevo tema en la epístola, distinto de “obras” (acciones, ya sean buenas o malas) de acuerdo a las cuales los hombres serán juzgados, distinto de “obra buena” que Dios recompensará con la vida eterna, y distinto de “obra de la Ley” que está escrito en los corazones de los Gentiles y por lo cual Cristo murió para que nosotros podamos realizarlo. De acuerdo con estas distinciones nosotros debemos investigar más de cerca lo que San Pablo significa con este término.

Desafortunadamente el contexto no nos da aquí muchas pistas, pero se clarifica en el capítulo siguiente, en Romanos 4. Una vez que el término “obras de la Torah” ha sido introducido, la evidencia se muestra rápidamente en torno a lo que precisamente Pablo tiene en mente.

En 3, 28 Pablo reitera su tesis de que “el hombre se justifica por la fe además de las obras de la Torah.” Para sostener esto pregunta retóricamente, “¿O es Dios el Dios de los judíos solamente? ¿No es también el Dios de los Gentiles? Sí, de los Gentiles también” (3, 29). “Obras de la Torah” debe ser entonces algo característico de los judíos más bien que de los Gentiles. Si Pablo tiene en mente aquí algo particular, podría ser probablemente los componentes ceremoniales de la Torah (circuncisión, leyes sobre los alimentos y los festivales), los cuales son distintivamente característicos de los judíos. No podrían ser los componentes morales de la Torah, pues los mismos Gentiles tienen estos escritos en sus corazones (2, 15) y por consiguiente los “cumplen naturalmente” (2, 14). (1)

Es en el capítulo 4 que tenemos el primer ejemplo concreto de lo que Pablo significa por “obras de la Torah,” y el ejemplo confirma la tesis propuesta (que si Pablo tiene algo en mente es el ceremonial más que los componentes morales de la Torah). El ejemplo es la circuncisión (4, 9-12). Pablo enfatiza con gran fuerza la no-necesidad de la circuncisión para la justificación. De hecho, todo el propósito de su discusión de Abrahán como padre de la fe (capítulo 4) es para mostrar la no-necesidad de la circuncisión.

Esto indica que la circuncisión es la obra de la Torah por excelencia, la cual Pablo tiene en mente -algo confirmado por el hecho de que Pablo había sostenido anteriormente una discusión sobre la irrelevancia de la circuncisión para la salvación (2, 25-3,1), y por el hecho de que justo después de esta afirmación en 3, 27 de que las obras de la Torah no son necesarias, él llegó a la consecuencia de que “Dios justificará a los circuncisos en virtud de la fe y a los incircuncisos por medio de la fe” (3, 30).

Nuestra hipótesis de que San Pablo tiene en mente en primer lugar los elementos ceremoniales de la Torah por “obras de la Torah” es de este modo confirmada por la discusión de la circuncisión en Romanos. Esto es nuevamente confirmado por la discusión de la circuncisión en Gálatas.

Pablo se preocupa por puntualizar que Tito no fue obligado a ser circuncidado en Jerusalén (Gál 2, 3). Pablo caracteriza a los agitadores que se alarmaban ante la hipocresía de Pedro que estaba en “el partido de los circuncisos” (Gál 2, 12). Él enfatiza que “si recibes la circuncisión Cristo no te aprovechará nada” (Gál 5, 2). Su afirmación de que “todo hombre que recibe la circuncisión… queda obligado a cumplir toda la Torah” (Gál 5, 3), indica que la circuncisión estaba en primer plano en el debate sobre la Torah y era el signo de abrazar la Torah. Afirma que “en Cristo ni la circuncisión ni la incircuncisión tienen valor” (Gál 5, 6).

Pablo enfatiza la diferencia entre su prédica y la prédica de la circuncisión preguntando: “¿Pero si yo… aún predico la circuncisión, por qué soy todavía perseguido?” (Gál 5, 11), y continúa para afirmar que él desearía que los partidarios de la circuncisión “¡llegaran hasta el punto de mutilarse ellos mismos! (Gál 5, 12, NIV). Advierte a sus lectores que aquellos “que quisieran obligaros a circuncidaros sólo lo hacen para no ser ellos perseguidos” (Gál 6, 12) y que “aún aquellos que se circuncidan no cumplen la Torah, pero desean circuncidaros para gloriarse en vuestra carne” (Gál 6, 13), recordando finalmente a sus lectores que “ni la circuncisión cuenta para nada, ni la incircuncisión, sino la creación nueva” (Gál 6, 15).

Pero mientras la circuncisión es la obra de la Torah por excelencia que Pablo tiene en mente, hay otras obras como se indica en el texto de Gálatas. Cuando Pablo recuerda a Pedro en Gálatas 2, 16 que ambos “saben que el hombre no se justifica por las obras de la Torah,” es en el contexto donde Pedro y los otros judíos se habían separado para no comer con los Gentiles de Antioquía (Gál 2, 12-13). Esto se debía a que los Gentiles eran impuros y porque comían alimentos impuros (Hch 10, 9-16 con 11, 3-12). Comer con los Gentiles indicaba así una brecha de separación entre puros e impuros (claramente acentuada en la Torah) y una participación en la comida de alimentos impuros (también acentuado en la Torah). Así las leyes de separación entre puro e impuro son tenidas en cuenta por Pablo cuando trata de “obras de la Torah”.

Pablo también lamenta que los Gálatas “¡observen los días [judíos], los meses, las estaciones y los años! (Gál 4, 10). Esto indica que además de la circuncisión, las leyes de separación, las leyes sobre los alimentos y las leyes de los festivales judíos están también comprendidas en lo que Pablo tiene en mente cuando habla de “obras de la Torah.” En breve, Pablo tiene principalmente en mente las obras ceremoniales de la Torah cuando habla de “obras de la Torah.” (2)

Pero surge una cuestión sobre si Pablo tiene en mente solamente las obras ceremoniales de la Torah cuando usa la frase. ¿O tiene también en mente las obras morales de la Torah? Muchos predicadores evangélicos contemporáneos dicen que sí, pero esta afirmación debe establecerse por la exégesis y la evidencia más bien que por la simple aserción de que es así.

Una persona que reconoce la naturaleza unificada de la Torah en el pensamiento de San Pablo podría argumentar que, en virtud de su misma unificación, cuando Pablo habla de las obras de la Torah debe significar todas las obras de la Torah, ya sean ceremoniales o morales. Pero esta inferencia es defectuosa. Argumentar que un todo unificado es innecesario no significa que todos sus elementos sean innecesarios. Sostener eso significa incurrir en lo que en lógica se conoce como falacia de la división (es decir, el todo tiene una cierta propiedad -no necesidad- luego todas las partes tienen también esta propiedad). (3) Para dar un ejemplo de todos los días, el dietista nos podría decir que beber Coke Diet no es necesario para la buena salud, pero no por eso estamos autorizados a llegar a la conclusión de que beber agua (el ingrediente principal de Coke Diet) no es necesario para la buena salud. Del mismo modo, no podemos asumir simplemente del hecho de que la Torah no es necesaria para la salvación que ninguna de los elementos de la Torah son necesarios para la salvación. Esto se muestra abundantemente por el hecho de que uno de los elementos de la Torah es la fe en Dios, que es necesario para la salvación personal. (4) Además, la aparente visión de una Torah unificada en San Pablo es mitigada por el hecho de que él regularmente se mueve entre ambos elementos de la Torah que son y no son importantes pero usa de modo sorprendente un lenguaje similar para expresar estos elementos. Por ejemplo, su uso de la frase “obras de la Torah” para denotar primariamente (o exclusivamente) las obras ceremoniales características de los judíos (y que no están escritas en los corazones de los Gentiles) y la frase similar “obra de la Torah” que está escrita en los corazones de los Gentiles y que a veces caracteriza su comportamiento. Gran parte de la impresión que uno recibe de que Pablo tiene en mente una Torah unificada se deriva de su lenguaje (que siempre habla de una única Torah, no de un conjunto de Torahs morales, civiles y ceremoniales), aunque su lenguaje distingue entre los diferentes tipos de “obra(s) de la Torah.”

Por ambas consideraciones (la lógica y la lingüística), no se puede argumentar desde el punto de vista de Pablo de una Torah unificada para concluir que él está diciendo que cada elemento de la Torah es innecesario. En efecto, como hemos visto, por lo menos un elemento de la Torah -la fe en Dios- es necesario. Se requiere entonces la “obra de la Torah”.

Ahora debemos volver a la exégesis y a la evidencia para establecer si la “obra (moral) de la Torah” está incluida en la frase de Pablo “obras de la Torah.” Hay un número de argumentos poderosos de que no:

  1. Una evidencia que ya hemos notado está fuera de la Biblia. Estudios arqueológicos y lingüísticos recientes han mostrado que en el siglo primero en el judaísmo la frase “obras de la Torah” era un término técnico para acciones que servían como marcas de la identidad judía (por ejemplo, obras ceremoniales), indicando que eran miembros de la alianza judía, en contraste con aquellos que estaban fuera de ella. (5)
  2. Pablo tiene claramente en su mente las obras ceremoniales pero no la obra moral. Esto está indicado por el hecho de que repetida y explícitamente acentúa la no-necesidad de las obras ceremoniales, y especialmente la circuncisión, pero nunca acentúa repetida o explícitamente la no-necesidad de la obra moral como la caridad.
  3. Además, Pablo no sólo no acentúa la no-necesidad de la caridad sino que pone un gran acento en la importancia de la caridad y la obediencia. Por ejemplo, cuando Pablo afirma que “aguardamos por la esperanza de la [justificación]” (Gál 5, 5) dice que “ni la circuncisión ni la incircuncisión tienen valor [con respecto a aquella esperanza], pero sí la fe por medio de la caridad” (o “fe vuelta eficaz a través de la caridad,” RSV margin; Gál 5, 6).
  4. San Pablo indica también que la vida eterna es una recompensa “por la perseverancia en buena(s) obras(s)” (Rom 2, 7) y que “alcanzamos inmortalidad por la perseverancia en la(s) buena(s) obra(s)” (ibid.). También afirma que “el que siembra en el Espíritu del Espíritu cosechará vida eterna” (Gal 6, 8) y sembrar en el Espíritu es definido en el contexto como “compartir todos los bienes con el que enseña” (Gal 6, 6, ver también 2Cor 9, 1-6), y “hacer el bien a todos los hombres” (Gal 6, 10). Esto indica claramente la necesidad de obrar el bien para recibir el don de la vida eterna en el último día.

El único modo en que alguien podría evitar la fuerza de este argumento sería decir que el argumento 1. es a la larga poco consistente (aunque sea bastante firme) porque se basa en una evidencia extra-canónica, que 2. aunque (también) bastante firme, es presuntivo más bien que conclusivo, que 3. tiene principalmente en mente el bien que es necesario después que uno es justificado, no antes, y que en 4. se habla de la recepción final de la vida eterna más que de la justificación inicial. Esta réplica es posible (pero muy dudosa, en vista de la fuerza de los argumentos precedentes), pero aunque fuese satisfactoria no perjudicaría la exposición de Romanos que estamos desarrollando aquí. Solamente mostraría que la caridad no es necesaria para la justificación inicial, dejando intacto el hecho de que es necesaria para la recompensa de la vida eterna en el último día (Rom 2, 7, Gál 6, 6-10) y finalmente para la justificación escatológica (Gál 5, 5-6).

La tesis de que la caridad no es necesaria para la justificación inicial es algo sobre lo que todos los cristianos están de acuerdo. El hecho de que los protestantes están de acuerdo es bien conocido y no necesita documentación. Pero el acuerdo de los católicos en esta tesis es comúnmente negado (en círculos protestantes) por tanto necesita documentación.

Un católico puede ser perfectamente feliz diciendo que “las obras de la Torah” (incluyendo las obras de la caridad) no son necesarias para ser justificado porque el Concilio de Trento, la respuesta católica oficial a los reformadores protestantes, declara: “Nada de lo que precede a la justificación, ya sea fe u obras, merece la gracia de la justificación. Porque si es por la gracia no lo es por las obras. Además como dice el Apóstol, la gracia ya no es más gracia.” (6) Trento enseña así que no hay nada anterior a la justificación, incluyendo las obras (de cualquier tipo) que merezca la justificación.

De hecho la teología católica podría enseñar que las obras de la caridad realmente son imposibles antes de la justificación porque antes de aquel tiempo la virtud teologal de la caridad no había sido infundida (derramada) en los corazones de los fieles (cf. Rom 5, 5: “El amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos ha sido dado”). La única caridad que una persona tiene antes de la justificación es la caridad orientada hacia sí mismo que él manifiesta a aquellos de los cuales espera recibir algún provecho. Pero este tipo de caridad no cuenta para nada ante Dios (Mt 5, 46). Pero si las obras de la caridad propia no son posibles antes de la justificación, obviamente tampoco son necesarias para la justificación. Finalmente, los ortodoxos orientales también estarían de acuerdo con la tesis de que las obras de la caridad no son necesarias para quedar justificado, indicando el acuerdo de todos los cristianos en este punto.

Por lo tanto, aún si “las obras de la Torah” incluye “la obra (moral) de la Torah,” no afecta a nuestra exposición sobre Romanos. Dando una evaluación imparcial de los cuatro argumentos anteriores es extremadamente improbable que Pablo incluya la obra moral en “obras de la Torah,” pero si así fuera no perjudicaría nuestra interpretación.

Una aplicación de las consideraciones precedentes sobre la interpretación de 3, 20. Como vimos antes, Pablo piensa que el conocimiento del pecado viene a través de la Torah y que la Torah no concede poder para escapar del pecado, es incapaz de justificar. Pablo establece de este modo que “nadie será justificado en vista de las obras de la Torah.” Cualquier interpretación de “las obras de la Torah” tendría sentido en esta afirmación.

Si “obras de la Torah” significa todas las obras de la Torah, incluyendo las obras de la caridad, entonces es obvio que ellas no producirán la justificación porque la Torah no da la capacidad de practicar obras de caridad. De modo similar, si “obras de la Torah” quiere decir obras ceremoniales, entonces es obvio una vez más que uno no se justifica por las obras de la Torah porque practicar las obras ceremoniales ni siquiera comienza a librar del pecado, razón por la cual la Torah no es capaz de justificar.

Entonces, en cualquier sentido que se construya la frase “obras de la Torah”, el argumento de Pablo permanece firme: la Torah sólo produce el conocimiento del pecado, no su liberación, y así realizar las obras de la Torah no llevaría a la justificación. Ningún hombre será justificado por las obras de la Torah.

Autor: James Akin

Fuente: Apologetica.org

Traductor: Pbro. Marcelo Navarro, misionero del Instituto del Verbo Encarnado en Guyana

NOTAS

1) Para un desarrollo más amplio, ver el comentario en 3, 29.

2) La frase “obras ceremoniales de la Torah” debe preferirse a la frase común “obras de la ley ceremonial” porque San Pablo no habla de una Torah ceremonial en contraste a una Torah moral o a una Torah civil. La división tripartita de la Torah en preceptos morales, civiles y ceremoniales, aunque es una división exacta, es un anacronismo que no se halla en el pensamiento de San Pablo. La Torah puede ser ciertamente dividida de ese modo, pero Pablo mismo no hace esa división. Si hay una división que va por delante en la mente de Pablo esta es entre las partes obligatorias y no obligatorias de la Torah. Pero cuando él discute esto no habla de dos Torahs separadas, sino de una Torah que tiene dos aspectos -moral y ceremonial- que son obligatorios y no obligatorios respectivamente para los cristianos. Así debemos distinguir entre las “obras (ceremoniales) de la Torah” que no cuentan para nada “en Cristo” y la “obra (moral) de la Torah que está escrita en los corazones de los Gentiles y que los cristianos tienen poder para llevar a cabo.

3) Para dar un ejemplo de esta falacia que aprendí en mi primera clase de Lógica, un gran edificio puede tener cierta propiedad, como la de pesar cientos de toneladas, de lo cual no se sigue que cada ladrillo del edificio posea también esa propiedad.

4) Aún siendo fe implícita.

5) Ver Dunn, “Jesus, Paul and the Law”, p. 220, Romans, vol. 1, p. 154. Esta tesis es confirmada por numerosos autores modernos, incluyendo E. P. Sanders, Paul, the Law, and the Jews People, p. 147, Alan Segal, Paul the Convert, p. 131, F.J. Matera, Galatians, p. 93.

6) Trento, sesión seis, “Decreto sobre la Justificación”, capítulo 8, citando a Rom 11, 6.

Copyright © 1996 por James Akin. Derechos Reservados.

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