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Es a todas luces evidente que Dios no reconoce a ningún otro mediador o intercesor que Jesucristo pues así lo enseña la Biblia:
“Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre, el cual se dio a sí mismo en rescate por todos”.(1ª Timoteo 2,5)
Además, ni hacen falta (gracias a Dios NUNCA HE NECESITADO DE INTERCESORES), yo puedo acercarme al Señor con toda confianza y sin temor a no ser escuchado. Dios amorosamente siempre nos escucha y el argumento de que Dios está muy ocupado para tratar con todos no tiene valía pues Dios es Dios, no un hombre.
“Por tanto, teniendo un gran sumo sacerdote que traspasó los cielos, Jesús el Hijo de Dios, retengamos nuestra profesión. Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado. Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro” (Heb 4,14)
No dice “acérquense con mis delegados y díganles que me insistan mucho para ver si puedo atenderles”
¿Qué dicen los católicos en torno a estos versículos?, (porque son una piedra en el zapato para los que defienden a la multitud de intercesores innecesarios)
Nuestra respuesta:
Esos versículos no son piedra en el zapato. Tan solo hace falta entenderlos correctamente a la luz de la misma Biblia.
Ciertamente, “hay un solo Dios, y también un solo mediador entre Dios y los hombres, Cristo Jesús” (I Tim 2,5). Pero todos somos mediadores EN EL.
1- Recordemos que el Nuevo Testamento se escribió en griego. La palabra utilizada para “un” es “HEIS” que siginifica “uno” pero en sentido NO EXCLUYENTE. Si S. Pablo hubiese querido ser excluyente, utilizaría la palabra “MONOS”.
2- Leamos los cuatro versículos precedentes para poner las cosas en contexto:
Ante todo recomiendo que se hagan plegarias, oraciones, súplicas y acciones de gracias por todos los hombres; por los reyes y por todos los constituidos en autoridad, para que podamos vivir una vida tranquila y apacible con toda piedad y dignidad. Esto es bueno y agradable a Dios, nuestro Salvador, que quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento pleno de la verdad. ( I Timoteo 2,1-4)
Entonces hermanos, en ese mismo capítulo, San Pablo RECOMIENDA que oremos unos por otros. Plegarias y oraciones son actos de mediación. Numerosos pasajes bíblicos confirman esta enseñanza sobre la intercesión, incluso la intercesión de los santos del cielo. Ver: Mediador
San Pablo, como buen maestro, puso las cosas en orden. Nos enseña la importancia de orar unos por otros y enseguida nos enseña que esa oración sólo es eficaz gracias a que estamos unidos al único mediador: Cristo.
Jesús es el único mediador pero todos debemos mediar EN (unidos a) SU mediación.
La Virgen Santísima y los santos NO son otro camino de mediación, NO son otra alternativa. Decimos que su mediación es posible porque están EN CRISTO, porque son UNO con EL. Esta enseñanza es bíblica y pertenece a la Tradición Apostólica. Dios se place de que sus hijos, por amor, colaboren en SU obra de salvación. Esto es precisamente participar en la mediación de Jesús. Esa colaboración continúa en el cielo. Es así que la Virgen, los santos y los ángeles en el cielo nos ayudan.
Somos un solo Cuerpo: el de Cristo
Algunos dicen: ¿Si voy directo a Cristo, para que necesito a los santos? Esa dicotomía es falsa. María y los santos son uno con Jesús por ser miembros de Su Cuerpo Místico. La unión con los santos no dificulta nuestra unión directa con Cristo, al contrario, la fomenta. La mediación de los santos EN CRISTO se entiende solo cuando comprendemos la profunda unidad que hay en SU CUERPO MÍSTICO.
Así también el cuerpo no se compone de un solo miembro, sino de muchos. Si dijera el pie: «Puesto que no soy mano, yo no soy del cuerpo» ¿dejaría de ser parte del cuerpo por eso? Y si el oído dijera: «Puesto que no soy ojo, no soy del cuerpo» ¿dejaría de ser parte del cuerpo por eso? Si todo el cuerpo fuera ojo ¿Dónde quedaría el oído? Y si fuera todo oído ¿Dónde el olfato? Ahora bien, Dios puso cada uno de los miembros en el cuerpo según su voluntad. Si todo fuera un solo miembro ¿Dónde quedaría el cuerpo? Ahora bien, muchos son los miembros, mas uno el cuerpo. 1 Cor. 12:13-20
Dios ha creado una comunión de personas y cada cual tiene su lugar en la gran comunión que es la Iglesia. A Dios le place que nos ayudemos unos a otros, que seamos hermanos, es más, nos lo ordena.
La enseñanza sobre la unidad del Cuerpo es muy importante para comprender nuestra vocación cristiana en que cada uno debe servir a los demás pues somos uno. Dios ha querido hacernos uno en El y llamarnos a participar en su obra redentora. Dios como Padre se complace en nuestra colaboración.
Para entender pensemos en una familia. ¿Si los hermanos se ayudan unos a otros, acaso eso ofende la autoridad del padre?. Hay que entender que TODO viene de Dios, aún la gracia necesaria para orar por otros.
En el Cuerpo Místico todos están unidos a Cristo y con Su poder se ayudan mutuamente.
San Pablo nos enseña la radical unidad entre Cristo y el cristiano:
“y no vivo yo, sino que es Cristo quien vive en mí; la vida que vivo al presente en la carne, la vivo en la fe del Hijo de Dios que me amó y se entregó a sí mismo por mí” (Gálatas 2:20)
Cuando San Pablo u otro santo predica, sana, hace milagros, solo puede ser por la única mediación de Cristo que vive en EL.
Somos, pues, embajadores de Cristo, como si Dios exhortara por medio de nosotros. En nombre de Cristo os suplicamos: ¡reconciliaos con Dios! ( II Corintios 5:20)
Como Cuerpo Místico, participamos en la vida y la obra de Cristo: Es cierto que Cristo es el único juez, el único pastor, el único rey, el único mediador, pero los cristianos también son todo eso EN EL:
1- Jesucristo es el único juez supremo y los cristianos serán jueces en el cielo. (Mat. 19:28; Lucas 22:30; 1 Cor. 6:2-3).
2-Jesús es el único Pastor (Juan 10:16) y establece pastores (Juan 21:15-17; Ef 4:11)
3-Jesús es el único Rey y nosotros Reinaremos con EL: (Apocalipsis 4:4, 10).
Jesús enseña que los suyos son mediadores para que otros crean y sean uno:
“No ruego sólo por éstos, sino también por aquellos que, por medio de su palabra, creerán en mí, para que todos sean uno. Como tú, Padre, en mí y yo en ti, que ellos también sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado. Yo les he dado la gloria que tú me diste, para que sean uno como nosotros somos uno: yo en ellos y tú en mí, para que sean perfectamente uno, y el mundo conozca que tú me has enviado y que los has amado a ellos como me has amado a mí” (Juan 17:20-23)
Repetimos, no se trata de otra mediación sino la única de Jesús que se manifiesta en los santos gracias a que son uno con El y forman Su Cuerpo Místico.
¿Por qué no ir directamente a Jesucristo?
Oramos también directamente a Jesucristo, pero unidos, ayudándonos unos a otros. La oración más perfecta es la Santa Misa en la que nos unimos directamente al sacrificio único de Cristo. En Cristo, nos unimos también con los santos.
Cristo todo lo puede por si solo pero ha querido valerse de sus santos para continuar su enseñanza y su obra. ¿Hay competencia entre la enseñanza de San Pablo y los otros santos y la enseñanza de Jesús? Claro que no.
«Quien a vosotros os escucha, a mí me escucha; y quien a vosotros os rechaza, a mí me rechaza; y quien me rechaza a mí, rechaza al que me ha enviado.» Lucas 10:16
Qué tal si San Pablo hubiese dicho: “Yo no rezo por los hermanos porque ya Jesús reza por ellos”. ¿Hizo mal San Pablo al encomendarse a las oraciones de las comunidades?. Qué tal si él hubiese dicho: “yo no anuncio el Evangelio, porque Dios lo puede hacer El mismo”…. Sí. Pero Dios quiso que colaborásemos. Esto ha sido siempre la fe de la Iglesia.
Dice Jesús:
“En verdad, en verdad os digo: el que crea en mí, hará él también las obras que yo hago, y hará mayores aún, porque yo voy al Padre. Y todo lo que pidáis en mi nombre, yo lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo” (Juan 14:12-13)
La comunión de los fieles no se limita a esta tierra. También en el cielo los santos interceden por nosotros:
La comunión de los hermanos no cesa al llegar al cielo, al contrario, se incrementa porque en el cielo no hay egoísmo sino solo amor. En el cielo la Iglesia es triunfante en Cristo. Todos los que están en el cielo son santos, pero algunos son muy conocidos en la tierra porque la Iglesia los ha señalado por su santidad extraordinaria, mas que nadie a la Virgen Santísima siendo la Madre de Dios y madre nuestra.
San Pablo nos hace conscientes de que estamos en comunión con los santos:
“Vosotros, en cambio, os habéis acercado al Monte Sión, a la ciudad de Dios vivo, la Jerusalén celestial, y a miríadas de ángeles, reunión solemne y asamblea de los primogénitos inscritos en los cielos, y a Dios, juez universal, y a los espíritus de los justos llegados ya a su consumación, y a Jesús, mediador de una nueva Alianza, y a la aspersión purificadora de una sangre que habla mejor que la de Abel” ( Hebreos 12:22-24)
“Por tanto, también nosotros, teniendo en torno nuestro tan gran nube de testigos, sacudamos todo lastre y el pecado que nos asedia, y corramos con fortaleza la prueba que se nos propone” (Hebreos 12:1)
También:
“Vino un ángel con un incensario de oro, y se puso junto al altar. Le entregaron muchos perfumes, para que aromatizara las oraciones de todos los santos sobre el altar de oro situado delante del trono. Y por manos del ángel subió a la presencia de Dios el humo de los perfumes, junto con las oraciones de los santos” Ap 8:3-4 (Ver también Ap 5:8)
Los santos piden por los hombres en la tierra, que se haga justicia: (Cf. Ap. 6:9; 18:18-20)
Santiago 5:16 enseña: “ Confesaos, pues, mutuamente vuestros pecados y orad los unos por los otros, para que seáis curados. La oración ferviente del justo tiene mucho poder.” Si aceptamos que los santos en el cielo son justos, y lo son más que nosotros, entonces este pasaje también aplica a ellos.
No hay contradicción entre acercarse a Jesús y a sus santos. Somos familia de Dios EN CRISTO. Las oraciones de los santos que son recibidas sobre el altar son posibles porque los santos participan de la mediación única de Cristo.
La intercesión de los santos NO remplaza ni compite con la oración directa a Dios, mas bien le da más fuerza. Igualmente, nuestra relación con Dios se hace amor y servicio hacia los hermanos. Es cuestión de poner las cosas en su lugar tal como enseña San Pablo: Jesucristo es el único mediador; todos los santos son de Cristo y, unidos a EL, colaboran en su mediación para extender su reino.
Autor: Pbro. Jordi Rivero
Fuente: Corazones.org