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Una reflexión sobre el celibato y 1 Timoteo 3,2.

sacerdotes

“Es preciso que el obispo sea marido de una sola mujer”

1 Timoteo 3,2, Una reflexión sobre el celibato

Los hermanos evangélicos al leer este versículo interpretan que el Obispo TIENE que ser casado.  ¿Es esto lo que dijo San Pablo?

 Leamos el versículo completo:

“pero es preciso que el Obispo sea irreprensible, marido de una sola mujer, sobrio, prudente, cortés, hospitalario, capaz de enseñar” 1 Timoteo 3,2

Vemos que aquí NO DICE que el Obispo “TIENE” que ser casado, solo dice que sea “marido de una sola mujer”. Por ningún lado por donde lo  miremos este versículo dice “tiene que ser casado”.

 ¿Por qué San Pablo dijo esto?  Porque muchos conversos al cristianismo que provenían del paganismo eran polígamos, tenían varias esposas.  Por eso estos conversos no podían ser candidatos al episcopado.  Solo podían ser candidatos los hombres que tenían una sola esposa.  Por otro lado también estaban  los judíos conversos al cristianismo que estaban divorciados y casados por segundas nupcias porque la ley de Moisés permitió el divorcio, ley que Jesús abrogó cuando dijo que “el hombre no separe lo que Dios unió” y “Pues, yo os digo: Todo el que repudia a su mujer, excepto el caso de fornicación, la hace ser adúltera; y el que se case con una repudiada, comete adulterio” Mt 5,32

Hasta la venida de Cristo y después de San Pablo el único estado de vida conocido era el matrimonio.  Los rabinos enseñaban que el hombre era solo medio hombre si no se casaba a los 20 años, pero en el Antiguo Testamento algunos hombres como Elías y Jeremías prefirieron ser célibes.  En los tiempos de Jesús los rabinos hablaban de la posibilidad de “casarse” con la Torah, es decir, dedicar toda la vida al estudio de la Palabra.  

Jesús fue célibe y recomendó el celibato

“Porque hay eunucos que nacieron así del vientre de su madre, y hay eunucos que fueron hechos por los hombres, y hay eunucos que a sí mismos se han hecho tales por amor del reino de los cielos.  El que pueda entender, que entienda” Mateo 19,12

Muy claramente dijo que no todos entenderían el celibato sino a los que ha sido dado este don.  Y San Pablo también fue célibe y recomendó el celibato “quisiera que todos fueran como yo”, además dijo  “Pero cada uno ande según el Señor le dio y según le llamó.  Y esto lo mando en todas las iglesias” (1 Cor. 7,17)

San Ambrosio, Padre de la Iglesia escribió sobre el celibato: “Dios amó tanto a esta virtud que no quiso venir al mundo acompañado por ella, naciendo de Madre virgen” Tratado sobre las vírgenes

Por último, la historia enseña que varios Padres de la Iglesia y Escritores Eclesiásticos fueron ascetas, Obispos, sacerdotes o diáconos y no se casaron: 

Orígenes, asceta

Su familia era cristiana y acomodada. Su padre, Leonidas, murió mártir. Su hijo fue educado en un clima de fervor religioso.

La madre de Orígenes quedó viuda con siete hijos. Orígenes era el mayor. Orígenes sentía avidez por la ciencia y la ascesis. El fervor de su vida y la precocidad de su saber determinaron al obispo Demetrio a confiar a este joven la escuela catequética de Alejandría para instruir a los candidatos al bautismo. El joven maestro estaba rodeado en la escuela por seductoras egipcias que se preparaban para recibir el Bautismo. Su talento y juventud debía hechizar a este público sensible y entusiasta. Turbado quizá por la seducción que ejercía, Origenes hizo el sacrificio de su virilidad. Una vez más escogió la solución heroica, extrema. Se hizo voluntariamente “eunúcopor el reino de los cielos”.

Cipriano de Cartago, como Orígenes vive en continencia, sacerdote y Obispo

El retórico es ya célebre cuando se convierte al cristianismo bajo la influencia, en Cartago, de un anciano sacerdote, Cecilio. La lucha fue sin embargo dolorosa para este joven mundano, apasionado por la vida elegante. Lo ha contado en su carta a Donato que sirve de preludio a las Confesiones. Esta conversión fue un acontecimiento en Cartago. El cambio fue radical y continuo. Cipriano nunca hizo una cosa a medias. Renuncia a las letras profanas, como Orígenes, vive en continencia y se consagra a dos lecturas: La Escritura y Tertuliano. Recluta de calidad para la Iglesia de Cartago que le ordenó sacerdote a fines del año 248 o a comienzos del 249, fue elegido Obispo de la ciudad.

San Efrén, asceta y diácono

Nació hacia el 306. Es, pues, contemporáneo de HIlario y de Basilio, pero también del emperador Constantino el Grande que comenzó a reinar en el 306, Sus padres eran cristianos. Aunque llevó vida eremítica, Efrén no vivió entre los monjes más que de modo intermitente. Pero permaneció siempre en relación con los ascetas de Edesa, que ejercieron un profunda influencia sobre él. El obispo Santiago se quedó con el brillante Efrén, le ordenó diácono y le confió la dirección de la “escuela de los persas”. Asceta severo, el díácono vivía de pan, cebada y legumbres. “Su cuerpo estaba seco sobre los huesos, parecido a una teja de arcilla”. Efrén tenía alma de místico.

San Basilio de Cesarea, vida monástica y Obispo

Basilio está marcado desde su nacimiento. Su familia es cristiana desde antiguo. La vida mundana y el éxito le embriagan. Su hermana vigila y le hace tomar conciencia de hasta qué punto le ha cogido la vanidad. Basilio finalmente “se despierta como de un sueño profundo, cuenta él mismo. Percibí la maravillosa luz que difundía la verdad del Evangelio” En este momento recibió el Bautizmo de manos del obispo. Abandona su situación sumergiéndose luego en la soledad para ir a la escuela de monjes de Siria y Palestina: allí se retiraban los convertidos. Basilio lleva una vida de austeridad. A su vuelta, se instala en un valle apartado para vivir la vida monástica. Gregorio se le une allí. Juntos, componen la colección de extractos de Orígenes, que lleva el título de Filocalia. Basilio redacta en la misma epoca las dos Reglas Monásticas, que fueron de capital importancia en el desarrollo de la vida cenobítica de Oriente. A la edad de cuarenta años Basilio es nombrado Obispo. Su salud era frágil. Gregorio le describe: “enflaquecido por los ayunos, demacrado por las vigilias, que no tenía casi carne ni sangre” (D. 42,44). Pero estaba en plena madurez intelectual y espiritual.

San Juan Crisóstomo, asceta, diácono, sacerdote y Obispo

El niño fue educado por su madre, mujer cristiana admirable. Terminados sus estudios de cultura general, de retórica y de filosofía, en que fue alumno brillante de Libanios, se estableció en la ciudad, pero pronto renunció a una carrera que se preveía brillante, para recibir las órdenes menores. Quiso marchar al desierto, pero su madre se lo impidió. Se consagró a la ascesis y al estudio bíblico. A pesar de su madre, Crisóstomo acabó por ir al monte para vivir entre los monjes una vida austera de ayunos y vigilias. Juan está desde entonces dispuesto para afrontar la acción misionera. El amor a los demás le hacen volver a Antioquía, donde el anciano Melecio le ordena diácono en el 380-381. Entonces escribe el Tratado del Sacerdocio que ha tenido un extraordinario éxito hasta nuestros días. Entonces tenía unos 34 años y cinco años más tarde es ordenado sacerdote. Se consagra a la predicación. La fama de Juan hace que sea elegido Obispo de Constantinopla.

Autor:  Beatriz Aparicio.

Bibliografía

Libro: Guia Práctica de los Padres de la Iglesia – A. Hamman – Edit. Desclée de Brouwer

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