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Pío XII no era ningún nazi

Papa Pio XII

Una de las mentiras más dolorosas.

“Pío XII fue un hombre santo y bueno, un heroico defensor y protector de los judíos durante la Segunda Guerra Mundial”.

Lo siguiente es un extracto de “The Defamation of Pius XII” (St. Augustine Press).

Eugenio Pacelli fue electo Papa en 1939, tomó el nombre de Pío XII, y reinó por casi 20 años hasta su muerte en 1958. Como el Vicario de Cristo sobre la Tierra y el sucesor de San Pedro, la tarea principal del Papa es evangelizar al mundo. Dios amó tanto al mundo que envió a su Hijo Único para salvarlo de sus pecados: éstas son las buenas nuevas en las que la Iglesia fue formada para difundirlas. El Santo Padre es primariamente un líder espiritual, pero al igual que Dios se encarnó en Jesús, la Iglesia está en el mundo, aunque no pertenece a él. Así que no es una cuestión pequeña que el papado de Pío XII tomó lugar durante la Segunda Guerra Mundial y continuó durante la Guerra Fría que creció entre los Aliados que derrotaron a Hitler y los poderes del Eje.

Es un simple hecho que ningún líder político o religioso emergió de la Segunda Guerra Mundial con un registro más heroico y noble que Pío XII. La Ciudad del Vaticano está localizada en un país el cual tuvo un dictador fascista, Mussolini, quien eventualmente se alió con Hitler. El régimen de Mussolini se pudo haber visto menos amenazante que el de Hitler pero también fue totalitario. Cuando Mussolini fue forzado a renunciar en 1943, las tropas alemanas se apresuraron a llenar el vacío, ocupando Roma y rodeando el Vaticano. Éstas fueron las circunstancias hostiles en las cuales Pío XII reinó hasta la liberación de Roma por los Aliados en 1944. Hubo bombas que fueron soltadas sobre el Vaticano: si fueron alemanas o estadounidenses nunca fue claramente establecido.

Los problemas morales provocados por un guerra ilimitada, declarada hasta la rendición incondicional de Hitler, eran amplios – el bombardeo de ciudades, la vaguedad de no distinguir ente combatientes y civiles, la violación de los más elementales preceptos de ley natural. Sumado a esto estaban las espantosas normas raciales del Tercer Reich. Hitler fue una figura satánica motivada por el creciente resentimiento de la derrota alemana en la Primera Guerra Mundial, un sueño de un Aria ocupando la totalidad de Europa por miles de años. Oponiéndose a esta meta – aparte del poderío militar de los Aliados – estaban dos cosas: el Cristianismo y los Judíos.

Hitler declaró la guerra sobre la Iglesia desde el principio. Prometió deshacerse primero en Alemania y después en Europa de las “razas inferiores”, mas notoriamente los judíos. Las medidas tomadas contra los judíos alemanes antes del rompimiento de hostilidades eran una materia del conocimiento público. La fuga de cerebros de intelectuales judíos  de la Alemania Nazi y Austria enriquecieron las universidades de Gran Bretaña y Estados Unidos. La ocupación de Austria y Checoslovaquia fue aceptada sin inconvenientes, pero la invasión de Polonia trajo una declaración de guerra sobre Alemania por Gran Bretaña y, más a regañadientes, Francia. La Segunda Guerra Mundial había empezado.

Las actividades Nazis en los territorios ocupados eran más difíciles de monitorear de lo que habían sido en Alemania en tiempos de paz. Pero la red de diplomacias papales, y la presencia de la Iglesia a lo largo de Europa, trajo las increíbles noticias al Papa, quien condenó lo que él caracterizó como la exterminación de personas y lo anunció al mundo. Una y otra y otra vez.

La identificación y condenación de las atrocidades Nazis continuaron a través de la guerra. Y fueron acompañadas por esfuerzos para proteger a las víctimas inocentes del diabólico régimen. La Iglesia Católica, bajo el liderazgo de Pío XII, está acreditada por salvar cerca de un millón de judíos de muerte certera durante la guerra. Este es un logro ni remotamente alcanzado por otros heroicos esfuerzos. Fue gratamente conocido durante y después de la guerra por líderes Judíos que supieron lo que el Papa había hecho.

Salvando cerca de un millón de judíos, glorioso como fue, este fue sólo uno de los logros personales y pontificales de Pío XII. Sin embargo, después de su muerte, las quejas en la Iglesia acerca de su defensa del depósito de la fe contra tendencias modernistas se hizo más audible, y con la llamada del Concilio Vaticano Segundo, la Iglesia pre-conciliar se volvió la bete noire de Católicos liberales y progresistas. Se ha sugerido que esta podría haber sido una de las condiciones que favorecieron del éxito del asombroso asalto sobre Pío XII que fue lanzado en 1963.

El punto que significó el cambio de rumbos fue la obra The Deputy (El Diputado), por Rolf Hochhuth. En ella, Pío XII es retratado como el lado oscuro de su ser histórico. El Pío XII de Hochhuth calla acerca del trato a los judíos, consintiendo en su deportación de Roma e Italia; tal vez es una representación del Nazi que Hochhuth alguna vez fue – al menos perteneció a la Juventud Hitleriana. La obra fluye frente a los hechos históricos y representa un ataque calumnioso sobre una figura santa y heroica.  Hochhuth escribió una obra calumniosa similar sobre Winston Churchill, la cual recibió el trato que merecía. Pero su difamación de Pío XII ha pasado del ámbito de la enferma fantasía en eso que la opinión ha recibido. La última contribución para el lamentable género inaugurado por Hochhuth es la obra Hitler´s Pope (El Papa de Hitler) de John Cornwell.

Por más de tres décadas, los historiadores han demostrado pacientemente que tales retratos de Pío XII carecen de bases históricas. Todos los documentos del Vaticano que cubren el período  están ahora disponibles en 12 volúmenes, pero lejos de dejar el tema en paz, hay un continuo rumor de que el Vaticano esta ocultando algo y está comprometido en un esfuerzo por salvar a Pío XII de la verdad acerca de su papado.

Pío XII fue un hombre santo y bueno, un heroico defensor y protector de los judíos durante la Segunda Guerra Mundial. La evidencia sobre esta verdad es masiva, los testimonios son muchos, los hechos no se pueden cambiar. Todos los esfuerzos para mostrar lo contrario han sido concluyentemente refutados. La cuestión no es si Pío XII actuó heroicamente  durante la Segunda Guerra Mundial y fue instrumento para salvar cientos de miles de Judíos de la exterminación Nazi. La cuestión no es si las difamaciones y las calumnias contra este hombre santo pueden ser refutados. La agobiante cuestión que debe examinarse es: ¿Por qué este buen hombre esta siendo difamado? ¿Quiénes son aquellos que se dedican a mancillar la reputación de Pío XII? ¿Qué son ellos realmente? ¿Cuál es su objetivo fundamental?

El Didaché enseña que hay dos caminos, uno de luz, el otro de tinieblas. Juan Pablo II ha hablado de una cultura de la muerte y una cultura de la vida. Durante la Segunda Guerra Mundial, Pío XII valientemente caminó por la vereda de la vida. Los Nazis que él condenó ya no están. Su gemelo totalitario, los Comunistas, se han marchitado. Pero la cultura de la muerte esta aún entre nosotros, mas fuerte que antes. Aquellos que se opusieron a Hitler ahora ocupan países que han adoptado bajo otros nombres sus atrocidades genéticas. El relativismo moral y el nihilismo Occidental han permitido que la cultura de la muerte florezca, y reconoce cuál es su principal enemigo: ese enemigo es la Iglesia Católica. Pío XII es meramente una oportunidad. La consigna de sus detractores es destruir la ley natural, la cual, como Pío XII enfatizó desde el inicio de la guerra, fue violada por las normas racistas Nazis. La cultura de la muerte es igualmente un asalto sistemático de la ley natural de la cual la Iglesia Católica es su Jefe en custodia. Este es el verdadero motivo de las difamaciones y calumnias contra la Iglesia.

Autor: Ralph McInerny (Estracto de The Defamation of Pius XII) 

Traductor: de Bruno Escárcega (México)

Fuente: Catholic Dossier, Enero-Febrero 2001, pp. 5-7.

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