Los católicos profesamos obediencia al Papa, como legítimo sucesor del Pedro, y le consideramos el representante de nuestro Señor Jesucristo aquí en la tierra. Ante esta afirmación muchos cristianos de hoy en día se escandalizan y nos hacen preguntas como: ¿Por qué obedecen al Papa? ¿No se dan cuenta es solo un hombre? ¿Cómo se puede creer que no se puede equivocar? En busca de respuestas a estas interrogantes he escrito este estudio.
¿De donde viene la autoridad del Papa?
La autoridad del Papa viene por legítima sucesión de la autoridad que Cristo confirió al apóstol Pedro cuando le designó la piedra sobre la que se edifica su Iglesia y le entregó las llaves del reino de los cielos y la autoridad de atar y desatar:
“Y yo a mi vez te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella. A ti te daré las llaves del Reino de los Cielos; y lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos.»” Mateo 16,18-19
En el pasaje anterior lo primero que debemos notar es que Cristo cambia el nombre a Simón por Pedro (Piedra). Veamos que significa este cambio de nombre.
La importancia de nombre
Si estudiamos con detenimiento la Biblia podemos ver que para Dios el nombre es muy importante, ya que cada vez que Dios cambia el nombre a alguien lo hace con un propósito. El nombre corresponde a su nueva identidad, función o ministerio. Veamos varios ejemplos:
A Abram Dios le cambia el nombre por Abraham porque le constituye en padre de muchedumbre de pueblos:
“Cayó Abram rostro en tierra, y Dios le habló así: «Por mi parte he aquí mi alianza contigo: serás padre de una muchedumbre de pueblos. No te llamarás más Abram, sino que tu nombre será Abraham, pues padre de muchedumbre de pueblos te he constituido. Te haré fecundo sobremanera, te convertiré en pueblos, y reyes saldrán de ti.” Génesis 17,3-6
A Saraí (esposa de Abraham) Dios le cambia el nombre a Sara que significa “princesa fecunda”, “madre de reyes”:
“Dijo Dios a Abraham: «A Saray, tu mujer, no la llamarás más Saray, sino que su nombre será Sara. Yo la bendeciré, y de ella también te daré un hijo. La bendeciré, y se convertirá en naciones; reyes de pueblos procederán de ella.»” Génesis 17,16
A Jacob Dios le cambia el nombre por Israel porque “lucho con Dios y los hombres y venció”
“Dijo el otro: «¿Cuál es tu nombre?» – «Jacob.» – «En adelante no te llamarás Jacob sino Israel; porque has sido fuerte contra Dios y contra los hombres, y le has vencido.»” Génesis 32,28
El nombre de Jesús también tiene un significado:
“Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados.»” Mateo 1,21
Pedro, la “piedra”
Con Pedro pasó algo similar. Al momento de que Pedro conoció a Jesús, Jesús le cambia el nombre de Simón a Pedro (que quiere decir Piedra).
“Y le llevó donde Jesús. Jesús, fijando su mirada en él, le dijo: «Tú eres Simón, el hijo de Juan; tú te llamarás Cefas» – que quiere decir, “Piedra”.” Jesús 1,42
Jesús lo hace mirándole fijamente. La palabra en nuestro idioma no capta lo que la palabra en griego significa. Aquí se utiliza INTUITUS, (no ASPEXIT ni VIDIT), es decir, mirar profundamente con mirada penetrante. Aquí Jesús estaba diciendo algo sumamente serio y su mirada penetraba el alma de Pedro.
Jesús posteriormente confirma el cambio de nombre a Pedro. Veamos ahora el pasaje completo:
“Llegado Jesús a la región de Cesarea de Filipo, hizo esta pregunta a sus discípulos: «¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del hombre?» Ellos dijeron: «Unos, que Juan el Bautista; otros, que Elías, otros, que Jeremías o uno de los profetas.» Díceles él: «Y vosotros ¿quién decís que soy yo?» Simón Pedro contestó: «Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo.» Replicando Jesús le dijo: «Bienaventurado eres Simón, hijo de Jonás, porque no te ha revelado esto la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos. Y yo a mi vez te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella. A ti te daré las llaves del Reino de los Cielos; y lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos.»” Mateo 16,13-19
Es importante notar que cuando Pedro responde la pregunta de Jesús sobre su identidad “¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del Hombre?” Pedro contesta;“Tú eres el Cristo.” Después Jesús, usando las mismas palabras “TÚ ERES“, también trata la identidad de Simón: “Y yo a mi vez te digo que tú eres Pedro“. Como hemos visto anteriormente cuando Dios cambia el nombre corresponde a su nueva identidad. Aquí el nombre de Pedro corresponde a su nueva identidad “piedra”. Si no es así, ¿por qué cambiar su nombre?
Muchos cristianos no-católicos no creen que Pedro sea la piedra, y para eso utilizan varios argumentos:
Argumento 1: Argumentan que Jesús se refería a que la piedra era la confesión de que Jesús era el Cristo, así todo el que confesara que Jesús es el Señor estaría sobre la piedra que soporta la iglesia.
Ciertamente el fundamento de nuestra fe está basado en que Jesús es nuestro Señor, pero eso no era lo que Jesús estaba diciendo aquí. La palabra griega que se emplea para “esta piedra” el adjetivo demostrativo, caso dativo TAUTEE con el artículo TEE para mostrar la fuerza implicada en la cualidad demostrativa. Del griego esta frase puede ser traducida “ESTA MISMA”. Por lo que Mateo 16,18 dice: “Tu eres Pedro y sobre ESTA MISMA PIEDRA edificaré mi iglesia. Con el uso de TAUTEE es claro que Jesús está hablando de la misma piedra que acaba de mencionar.
Recordemos que Natanael fue el primero en confesar que Jesús era el Hijo de Dios y a este Jesús no le cambia el nombre. Por otro lado Jesús le cambió el nombre a Pedro apenas lo conoció (Juan 1,42) antes de que Pedro profesara su fe.
“Vio Jesús que se acercaba Natanael y dijo de él: «Ahí tenéis a un israelita de verdad, en quien no hay engaño.» Le dice Natanael: «¿De qué me conoces?» Le respondió Jesús: «Antes de que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi.» Le respondió Natanael: «Rabbí, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel.» Jesús le contestó: «¿Por haberte dicho que te vi debajo de la higuera, crees? Has de ver cosas mayores.»” Juan 1,47-50
Argumento 2: Argumentan que Jesús mismo es la piedra. Afirman que Jesús se refería a sí mismo cuando decía “sobre esta piedra edificaré mi iglesia”, por lo que implican que no se refería a Pedro ya que en griego Pedro (Petros) y roca (petra) son palabras diferentes: “Tu eres “Petros”… y sobre esta “petra” edificaré mi iglesia.
Este argumento es inválido. Jesús habló en arameo y no en griego, y en este idioma no existe tal distinción. Jesús hubiera dicho en arameo “Tu eres Kefa/Cefas y sobre este Kefa/Cefas” edificaré mi iglesia”.
A este punto muchos alegan que al hacer la traducción al griego se hubiera notado la diferencia pero esto no era posible debido a que PETRA es de género femenino en griego y no se podía asignar a un hombre un nombre de mujer. Por eso cuando se escribe el evangelio y el evangelista tiene que traducir Cefas en vez de decir PETRA (“piedra en español”) masculinizó el nombre: PETROS (Piedro).
Muchos cristianos no católicos argumentan en base a los siguientes pasajes 1 Pedro 2,4 que Jesús es la Piedra y por lo tanto Pedro no lo puede ser:
“Pues nadie puede poner otro cimiento que el ya puesto, Jesucristo.” 1 Corintios 3,11
“Acercándoos a él, piedra viva, desechada por los hombres, pero elegida, preciosa ante Dios, también vosotros, cual piedras vivas, entrad en la construcción de un edificio espiritual, para un sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales, aceptos a Dios por mediación de Jesucristo.” 1 Pedro 2,4-5
Sin embargo erróneamente están mezclando las metáforas. En la primera carta a los Corintios, Pablo es el constructor y Cristo la base; en Mateo, Jesús es el constructor y Pedro la roca base. Similarmente a pesar de que en el pasaje de corintios Cristo es el cimiento en otra metáfora la Iglesia está cimentada sobre los apóstoles y Cristo es aquí la piedra angular:
“edificados sobre el cimiento de los apóstoles y profetas, siendo la piedra angular Cristo mismo,” Efesios 2,20
La piedra angular es la última piedra que se coloca en la construcción y es la que mantiene trabada a todas las demás. Por eso, podemos decir que Cristo es la piedra angular, Pedro la piedra “sobre” la que se edifica la Iglesia y nosotros somos piedras vivas que conformamos el resto del edificio espiritual. El error de los no católicos es no entender la función de cada piedra en la composición de este edificio espiritual que es la Iglesia y el no poder diferenciar entre “piedra angular” y “piedra sobre la que se edifica”.
Otro argumento es que solo Dios es llamado “Roca o “Piedra” y por lo tanto un hombre no lo puede ser. Pero ya hemos visto que nosotros mismos somos llamados piedras en 1 Pedro 2,5, sin contar que Dios también llamó a Abraham, la piedra en Isaías:
“Prestadme oído, seguidores de lo justo, los que buscáis a Yahveh. Reparad en la peña de donde fuisteis tallados, y en la cavidad de pozo de donde fuisteis excavados. Reparad en Abraham vuestro padre, y en Sara, que os dio a luz; pues uno solo era cuando le llamé, pero le bendije y le multipliqué.” Isaías 51,1-2
Concluyendo, Jesús no dijo “sobre mí, edificaré mi iglesia”, hubiera sido redundante, en caso de querer decir esto diría “sobre mi edificaré la Iglesia”. Tampoco dijo “sobre la confesión de Pedro” edificaré mi Iglesia”. Tenemos que ser honestos con la Biblia y no añadir palabras. ¿Por qué Pablo siguió llamando a Pedro CEFAS si no lo era? (Gálatas 2,9 entre otros). Si Mateo quería que entendiéramos que Jesús era la Roca, ¿por qué no lo clarificó? Porque lo claro es que era Pedro.
Una prueba indiscutible de esto es que Jesús luego le entrega en el mismo pasaje las llaves del reino de los cielos (signo indiscutible de autoridad):
El significado de las llaves
“A ti te daré las llaves del Reino de los Cielos; y lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos.»” Mateo 16,19
Jesús da a todos los apóstoles el poder de atar y desatar, pero solamente le da las llaves a Pedro, por tanto el poder de Pedro en ese sentido no es compartido por el resto.
En el reinado de Judá e Israel y en los reinados antiguos el rey tenía la máxima autoridad (Por ser monarquías) pero tenía a su servicio un conjunto de ministros a quien delegaba (poder de atar y desatar), pero solo uno de ellos tenía autoridad total subordinada de la del rey sobre los asuntos del palacio y del reino. Este era llamado el “mayordomo” y era a quien el rey le confiaba las llaves.
Ejemplos lo vemos con José (El hijo de Jacob que llegó a ser mayordomo en casa del Faraón):
“Así halló José gracia en sus ojos, y servíale; y él le hizo mayordomo de su casa, y entregó en su poder todo lo que tenía.” Génesis 39,4
Otro pasaje que muestra la autoridad que tenía el mayordomo lo vemos en el oráculo que el profeta Isaías hace sobre Elyaquim:
“Aquel día llamaré a mi siervo Elyaquim, hijo de Jilquías. Le revestiré de tu túnica, con tu fajín le sujetaré, tu autoridad pondré en su mano, y será él un padre para los habitantes de Jerusalén y para la casa de Judá. Pondré la llave de la casa de David sobre su hombro; abrirá, y nadie cerrará, cerrará, y nadie abrirá. Le hincaré como clavija en lugar seguro, y será trono de gloria para la casa de su padre. Colgarán allí todo lo de valor de la casa de su padre – sus descendientes y su posteridad -, todo el ajuar menudo, todas las tazas y cántaros. Aquel día – oráculo de Yahveh Sebaot – se removerá la clavija hincada en sitio seguro, cederá y caerá, y se hará añicos el peso que sostenía, porque Yahveh ha hablado. La Iglesia es ahora la Nueva Casa del Nuevo Rey David:” Isaías 22,20-25
Significativo este pasaje que refleja perfectamente lo que significaba tener “las llaves”, que implicaba tener autoridad conferida por el mismo rey “tu autoridad pondré en su mano”, también era un padre espiritual para el pueblo “será un padre para los habitantes de Jerusalén y para la casa de Judá”, y su autoridad le confería el poder de legislar y tomar decisiones que no podían ser revocadas por persona alguna “abrirá y nadie cerrará, cerrará y nadie abrirá”.
Para los judíos y para los apóstoles, conocedores de de la figura del mayordomo y de este pasaje de las Escrituras, el poder que conferían las llaves no era difícil de entender, todos entendieron y Pedro especialmente que la función de Pedro era clara: ser “El mayordomo de su reino”. Por eso el cambio de nombre y la entrega de llaves.
Sabemos que Jesús es el heredero del reinado de David:
“El será grande y será llamado Hijo del Altísimo, y el Señor Dios le dará el trono de David, su padre;” Lucas 1,32
“«Después de esto volveré y reconstruiré la tienda de David que está caída; reconstruiré sus ruinas, y la volveré a levantar.” Hechos 15,16
El Rey (Jesús) tiene las llaves:
“Al Ángel de la Iglesia de Filadelfia escribe: Esto dice el Santo, el Veraz, el que = tiene la llave de David: si él abre, nadie puede cerrar; si él cierra, nadie puede abrir. =” Apocalipsis 3,7
Y como nuevo rey confía el cuidado de las llaves al mayordomo de su elección: Pedro.
El mayordomo tenía muchas funciones, su autoridad era reconocida por todos porque representaba al rey, y su autoridad era conferida por él. El mayordomo es a quien se le encargaba abrir y cerrar la puerta del palacio (es decir todas las oficinas de los ministros), manejar todos los asuntos de reino, sellar o no todos los documentos importantes y cuidar el tesoro del rey (Isaías 22,15) El hacía el papel del portero (Marcos 13,32-34). El tenía la autoridad dentro de la casa de ser el administrador y ser el que enseña.
Vemos otro pasaje donde Cristo nos muestra la figura del mayordomo:
“En verdad, en verdad os digo: el que no entra por la puerta en el redil de las ovejas, sino que escala por otro lado, ése es un ladrón y un salteador; pero el que entra por la puerta es pastor de las ovejas. A éste le abre el portero, y las ovejas escuchan su voz; y a sus ovejas las llama una por una y las saca fuera. Cuando ha sacado todas las suyas, va delante de ellas, y las ovejas le siguen, porque conocen su voz. Pero no seguirán a un extraño, sino que huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños.»” Juan 10,1-5
En el pasaje anterior vemos dos personajes, el Pastor y el portero. Jesús es el pastor y el portero es quien tiene las llaves y abre la puerta: Pedro.
Jesús es dueño de las llaves, se las da a Pedro para edificar su Iglesia, está pertenece a Jesús pero Pedro las recibe.
Otra razón por la que Pedro y quienes escuchaban debieron haber entendido así, es que ellos sabían perfectamente que el único que podía explicar e interpretar las Sagradas Escrituras era el rabino porque conocía perfectamente el término “atar y desatar”. El rabino gozaba de autoridad para prohibir y permitir y para interpretar. Por eso, algunos judíos al ver con cuanta autoridad Jesús explicaba e interpretaba las Escrituras le decían “Rabí”.
El termino “atar y desatar”: ATAR en hebreo se dice “asar”; la “Mishná” (Shabbat 4,1) lo emplea comentando Números 30,3 como declarar PROHIBIDO (Strack-Billerbeck I, 738). DESATAR en hebreo se dice “hittir”; la Mishná lo emplea para declarar PERMITIDO o LICITO. La Sinagoga usaba ambos verbos para indicar quién estaba ADMITIDO o PROSCRITO de la Sinagoga (excomunión) y para la interpretación de ciertos pasajes difíciles de la Escritura; es, pues, un empleo “técnico” para indicar “autoridad” no solo en materia disciplinaria (imposición y levantamiento del anatema dictado por la Sinagoga; además de la Mishná, Josefo habla de ello en el de Bello ludaico I, 111), sino también A-U-T-O-R-I-D-A-D “halákica” PARA ENSEÑAR (en cuanto a la enseñanza, significan la interpretación autoritativa de la ley POR EL RABINO ORDENADO y competente en la materia: “goza de autoridad para prohibir y permitir” (ver Sobre la Guerra de los judíos por el historiador Flavio Josefo,, libro 1, cap 5, 111. Verbo “deo” (atar) en el Diccionario exegético del NT de Balz-Schneider (Salamanca 1996).
En resumen Pedro al recibir las llaves del reino de los cielos y el poder de atar y desatar en Mateo 16,19 sabía que se refería a asuntos legales y religiosos del pueblo de Dios. Se trata de doctrina (enseñanzas) y del poder de tomar decisiones, de declarar lo que está permitido y lo que está prohibido. Solo Pedro (y sus sucesores) quedaron al cuidado de las llaves de Jesús, a ellos corresponde la interpretación de la ·Escritura y la última palabra en cuestión de dogmas de fe.
Dios es un Dios de orden y no de confusión, pero ha bastado que muchos cristianos desconocieran esta autoridad que Cristo ha instituido en Pedro para que comenzara una exponencial fragmentación de la Iglesia y del cuerpo de Cristo cada quien tratando de atar y desatar por su cuenta (que es lo que implica la libre interpretación de la Biblia).
Pedro, encargado de apacentar las ovejas del rebaño del Señor
Otra evidencia muy clara de la primacía de Pedro sobre los apóstoles es que es a él especialmente a quien Cristo encomienda el cuidado de su rebaño:
“Después de haber comido, dice Jesús a Simón Pedro: «Simón de Juan, ¿me amas más que éstos?» Le dice él: «Sí, Señor, tú sabes que te quiero.» Le dice Jesús: «Apacienta mis corderos.» Vuelve a decirle por segunda vez: «Simón de Juan, ¿me amas?» Le dice él: «Sí, Señor, tú sabes que te quiero.» Le dice Jesús: «Apacienta mis ovejas.» Le dice por tercera vez: «Simón de Juan, ¿me quieres?» Se entristeció Pedro de que le preguntase por tercera vez: «¿Me quieres?» y le dijo: «Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te quiero.» Le dice Jesús: «Apacienta mis ovejas.” Juan 21,15-17
Cristo aquí manda a apacentar el rebaño a Pedro 3 veces. Cuando Dios repite algo tres veces es porque quiere enfatizar su importancia. Esto quiere decir que la encomienda que Jesús hacía a Pedro era de suma importancia y por eso la repetición. Notemos también que primero le manda apacentar los demás apóstoles (los corderos) y luego apacentarnos a nosotros (las ovejas) lo que incluye una orden implícita para nosotros de dejarnos apacentar. Jesús es el buen pastor y encomienda a Pedro el cuidado de sus ovejas. Si nos consideramos una oveja de Jesús debemos aceptar que Jesús encomendó a Pedro pastorearnos.
Debemos notar también que la palabra griega que se utiliza aquí es POIMANE (“pastorea”) significa “gobernar”, “regir”, “ser superintendente”. Por tanto Jesús le estaba encomendando a Pedro regir su rebaño.
No solo aquí Pedro recibe la encomienda de confirmar en la fe al pueblo de Dios,
“«¡Simón, Simón! Mira que Satanás ha solicitado el poder cribaros como trigo; pero yo he rogado por ti, para que tu fe no desfallezca. Y tú, cuando hayas vuelto, confirma a tus hermanos.»” Lucas 22,31-32
Dios siempre ha escogido personas para dirigir su pueblo (Noé, Moisés, los profetas, etc.). En el antiguo testamento vemos como Moisés era el encargado por Dios para regir y él a su vez delegó la autoridad en asuntos menos importantes en hombres capaces instruidos por él en la ley de Dios, aunque en asuntos de importancia el tenía la última palabra:
“Al día siguiente, se sentó Moisés para juzgar al pueblo; y el pueblo estuvo ante Moisés desde la mañana hasta la noche.” Éxodo 18,13
Ese era el plan de Dios para establecer un orden, y desconocer la autoridad de Moisés era desconocer la voluntad de Dios mismo. Ejemplos los podemos ver en varios pasajes del antiguo testamento. El primero de ellos lo vemos cuando Datán y Abirón se revelan contra Moisés:
“…Estos Datán y Abirón eran famosos en la comunidad y se rebelaron contra Moisés y Aarón con la cuadrilla de Coré, cuando ésta se rebeló contra Yahveh.” Números 26,9
El resultado fue que se los tragó la tierra con todos los que le siguieron:
“lo que hizo con Datán y Abirón, hijos de Eliab el rubenita, cuando la tierra abrió su boca y los tragó en medio de todo Israel, con sus familias, sus tiendas y todos los que les seguían.” Deuteronomio 11,6
Otro ejemplo lo vemos cuando María y Aron murmuran contra Moisés, Dios castiga a María dejándola leprosa:
“María y Aarón murmuraron contra Moisés por causa de la mujer kusita que había tomado por esposa: por haberse casado con una kusita. Decían: «¿Es que Yahveh no ha hablado más que con Moisés? ¿No ha hablado también con nosotros?» Y Yahveh lo oyó. Moisés era un hombre muy humilde, más que hombre alguno sobre la haz de la tierra. De improviso, Yahveh dijo a Moisés, a Aarón y a María: «Salid los tres a la Tienda del Encuentro.» Y salieron los tres. Bajó Yahveh en la columna de Nube y se quedó a la puerta de la Tienda. Llamó a Aarón y a María y se adelantaron los dos. Dijo Yahveh: «Escuchad mis palabras: Si hay entre vosotros un profeta, en visión me revelo a él, y hablo con él en sueños. No así con mi siervo Moisés: él es de toda confianza en mi casa; boca a boca hablo con él, abiertamente y no enigmas, y contempla la imagen de Yahveh. ¿Por qué, pues, habéis osado hablar contra mi siervo Moisés?» Y se encendió la ira de Yahveh contra ellos. Cuando se marchó, y la Nube se retiró de encima de la Tienda, he aquí que María estaba leprosa, blanca como la nieve. Aarón se volvió hacia María y vio que estaba leprosa.” Números 12,1-10
¿Cuál fue el pecado de María? Cuestionar la autoridad que Dios puso sobre Moisés cuando dijo: “¿Es que Yahveh no ha hablado más que con Moisés? ¿No ha hablado también con nosotros?”. Pero al desconocer la autoridad de Moisés que venía de Dios desconocía la autoridad de Dios mismo.
Incluso cuando la persona sobre quien Dios instituyo autoridad no fue siempre justa, eso no fue excusa para desconocerle, recordemos el caso de Saúl, quien se había corrompido y se encontró en manos de David.
Así mismo Cristo envía a sus apóstoles con la autoridad que el mismo recibió del Padre:
“Dijo entonces Abisay a David: «Hoy ha copado Dios a tu enemigo en tu mano. Déjame que ahora mismo lo clave en tierra con la lanza de un solo golpe. No tendré que repetir.» Pero David dijo a Abisay: «No lo mates. ¿Quién atentó contra el ungido de Yahveh y quedó impune?» Añadió David: «Vive Yahveh, que ha de ser Yahveh quien le hiera, bien que llegue su día y muera, bien que baje al combate y perezca. Líbreme Yahveh de levantar mi mano contra el ungido de Yahveh. Ahora toma la lanza de su cabecera y el jarro de agua y vámonos.»” 1 Samuel 26,8-11
David tenía muy claro que no podía levantar la mano contra quien Dios había ungido con autoridad. Lo mismo sucede en el nuevo testamento, escuchar a quien Jesús ha instituido es como escucharle a él, y son palabras del mismo Jesús:
Y desconocer su autoridad es desconocer a Cristo mismo e indirectamente al Padre.
“«Quien a vosotros os escucha, a mí me escucha; y quien a vosotros os rechaza, a mí me rechaza; y quien me rechaza a mí, rechaza al que me ha enviado.»” Lucas 10,16
Y esto porque ellos han sido “enviados” por Cristo, así como el Padre ha “enviado” a Jesús:
“Jesús les dijo otra vez: «La paz con vosotros. Como el Padre me envió, también yo os envío.»” Juan 20,21
Hoy en día vemos hermanos no católicos que dicen regirse solo por la Biblia y desconocen cualquier autoridad humana, ¿Pero no es la misma Biblia la que dice que hay que obedecer a quien él ha enviado? ¿Cómo podemos decir que obedecemos la Biblia si es la misma Biblia la que manda “obedecer”. Esa es la gran contradicción del mundo de hoy, muchos cristianos hoy en día afirman seguir directamente a Cristo y desconocen la autoridad conferida al Papa legítimo sucesor de Pedro. Es como que un empleado afirme obedecer al presidente de su empresa y diga que no tiene que obedecer al jefe del departamento. O un soldado que diga solo obedecer al presidente pero no quiera obedecer al jefe de su pelotón. Aquí el Solo Cristo es en realidad el NO a Cristo, ya que desconoce la autoridad que Cristo mismo ha instituido en sus apóstoles y su mayordomo.
Evidencias bíblicas adicionales que afirman que Pedro recibió una primacía sobre el resto de los apóstoles.
Pedro encabeza todas las listas de los apóstoles
“Los nombres de los doce Apóstoles son éstos: primero Simón, llamado Pedro, y su hermano Andrés; Santiago el de Zebedeo y su hermano Juan; Felipe y Bartolomé; Tomás y Mateo el publicano; Santiago el de Alfeo y Tadeo; Simón el Cananeo y Judas el Iscariote, el mismo que le entregó.” Mateo 10,2-4
“Instituyó a los Doce y puso a Simón el nombre de Pedro; a Santiago el de Zebedeo y a Juan, el hermano de Santiago, a quienes puso por nombre Boanerges, es decir, hijos del trueno; a Andrés, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago el de Alfeo, Tadeo, Simón el Cananeo y Judas Iscariote, el mismo que le entregó.” Marcos 3,16-19
“Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos, y eligió doce de entre ellos, a los que llamó también apóstoles. A Simón, a quien llamó Pedro, y a su hermano Andrés; a Santiago y Juan, a Felipe y Bartolomé, a Mateo y Tomás, a Santiago de Alfeo y Simón, llamado Zelotes; a Judas de Santiago, y a Judas Iscariote, que llegó a ser un traidor.” Lucas 6,13-16
“Y cuando llegaron subieron a la estancia superior, donde vivían, Pedro, Juan, Santiago y Andrés; Felipe y Tomás; Bartolomé y Mateo; Santiago de Alfeo, Simón el Zelotes y Judas de Santiago” Hechos 1,13
En todas las anteriores listas Pedro siempre es el primero y Judas el último, no puede ser casualidad. Por otro lado es importante notar que en Mateo 10,2 se dice “primero Simón”, no porque se le mencione primero ya que sería redundante al encabezar la lista, sino porque estaba primero que los demás apóstoles. Lo mismo puede verse en otros pasajes donde Pedro va siempre delante de los apóstoles:
“Pero id a decir a sus discípulos y a Pedro que irá delante de vosotros a Galilea; allí le veréis, como os dijo.»” Marcos 16,7
Pedro es quien primero predica en Pentecostés
“Entonces Pedro, presentándose con los Once, levantó su voz y les dijo: «Judíos y habitantes todos de Jerusalén…: Que os quede esto bien claro y prestad atención a mis palabras:” Hechos 2,14
Pedro es quien toma la iniciativa de volver a completar el grupo de los 12
“Uno de aquellos días Pedro se puso en pie en medio de los hermanos – el número de los reunidos era de unos ciento veinte – y les dijo: «Hermanos, era preciso que se cumpliera la Escritura en la que el Espíritu Santo, por boca de David, había hablado ya acerca de Judas, el que fue guía de los que prendieron a Jesús. Porque él era uno de los nuestros y obtuvo un puesto en este ministerio. «Conviene, pues, que de entre los hombres que anduvieron con nosotros todo el tiempo que el Señor Jesús convivió con nosotros, a partir del bautismo de Juan hasta el día en que nos fue llevado, uno de ellos sea constituido testigo con nosotros de su resurrección.»” Hechos 1,15-17.21-22
Pedro es quien hace la primera curación milagrosa luego de la resurrección
“Pedro le dijo: «No tengo plata ni oro; pero lo que tengo, te doy: en nombre de Jesucristo, el Nazoreo, ponte a andar.» Y tomándole de la mano derecha le levantó. Al instante cobraron fuerza sus pies y tobillos,” Hechos 3,6-7
Pedro es quien recibe la revelación de que los gentiles fueran aceptados como cristianos
“Y les dijo: «Vosotros sabéis que no le está permitido a un judío juntarse con un extranjero ni entrar en su casa; pero a mí me ha mostrado Dios que no hay que llamar profano o impuro a ningún hombre.” Hechos 10,28
Pedro es quien habla delante del Sanedrín cuando intentan parar la predicación
“Entonces Pedro, lleno del Espíritu Santo, les dijo: «Jefes del pueblo y ancianos, puesto que con motivo de la obra realizada en un enfermo somos hoy interrogados por quién ha sido éste curado, sabed todos vosotros y todo el pueblo de Israel que ha sido por el nombre de Jesucristo, el Nazoreo, a quien vosotros crucificasteis y a quien Dios resucitó de entre los muertos; por su nombre y no por ningún otro se presenta éste aquí sano delante de vosotros.” Hechos 4,8-10
Infalibilidad del Papa
La infalibilidad significa que Cristo guía a la Iglesia -a través del Espíritu Santo- de tal manera, que ella no puede errar al enseñar Su mensaje.
En la práctica, la infalibilidad de la Iglesia significa básicamente que: Cuando el Papa, actuando como cabeza de la Iglesia, enseña de manera “oficial” a la Iglesia entera sobre algún punto de la fe o la moral revelada por Cristo, Dios vela por que no enseñe algo erróneo. Los obispos también gozan de este don de infalibilidad, cuando definen algo en conjunto con (y unidos al) Papa.
La infalibilidad es más bien un Don de tipo preventivo; consiste en que cuando el Papa (y los obispos en comunión con él) define(n) de forma definitiva y oficial un punto doctrinal sobre la fe o la moral, Dios no le(s) permite que su enseñanza contenga error.
La infalibilidad no significa que el Papa pueda inventar nuevas doctrinas (ni que recibirá nuevas revelaciones): la enseñanza constante de la Iglesia es que la Revelación Divina terminó con la muerte del último apóstol y no habrá nuevas revelaciones públicas. El Papa tan sólo proclama como correcto lo que ya forma parte de la doctrina cristiana, pero que a la fecha no había sido definido formalmente.
La infalibilidad tampoco significa que el Papa sepa la verdad en todos los campos del saber humano. El Papa no es infalible cuando habla de ciencias o deportes o cualquier tópico que no guarda conexión con la religión. El Papa es infalible únicamente cuando habla sobre asuntos ya contenidos en el depósito de la fe (La Sagrada Escritura y la Tradición Apostólica).
La infalibilidad no significa que el Papa no pueda pecar. El Papa no es “impecable” y no está exento de practicar mal su fe como cualquier cristiano. Pedro (el primer Papa) negó al Señor tres veces y, aunque no es lo más común, en la historia de la Iglesia ha habido algunos ejemplos de Papas cuya vida personal no fue ejemplar. ¡Cada Papa y obispo debe buscar su salvación y tendrá que rendir cuentas a Cristo igual que lo hace cualquier cristiano!
El hecho de que ni el Papa ni los obispos sean impecables, resalta el hecho de que la infalibilidad no se fundamenta en sus propias fuerzas, sino en la promesa de Cristo de que Él y el Espíritu Santo permanecerían presente en Su Iglesia como garantía de que ella transmite fielmente su enseñanza.
Muchos hermanos no-católicos se esfuerzan por hacer pensar que infalibilidad es lo mismo que impecabilidad. En ese sentido sería estúpido creer que el Papa no puede equivocarse en nada, ni pecar. La infalibilidad consiste en que, bajo una cierta condición llamada EX CATHEDRA, el Papa no puede equivocarse en las áreas de enseñanza de dogma y moral. Un dogma es un decreto, una prescripción legal o disciplinar como las ordenanzas en Hechos 16,4, es decir, nunca diría algo falso o inmoral, algo que valla en contra de la fe.
Esto es así ya que cuando Cristo le entrega las llaves a Pedro dándole autoridad de atar y desatar le da también la garantía de que las utilizaría bien. Las ordenanzas de la Iglesia siempre fueron acogidas por las comunidades cristianas:
“Conforme iban pasando por las ciudades, les iban entregando, para que las observasen, las decisiones tomadas por los apóstoles y presbíteros en Jerusalén.” Hechos 16,4
Insisto en aclarar que este dogma no afirma que un Papa en particular con o sin un concilio será santo, bien educado, siempre prudente, super sabio, etc. Aunque son cualidades excelentes no son esenciales. Lo importante es que el Magisterio de la Iglesia (su autoridad de enseñar) tiene la garantía de Cristo de ser protegido del error, esto es lo que cuenta. No se confía en el Papa si no en Jesús quien lo nombró y en su oración infalible:
“«¡Simón, Simón! Mira que Satanás ha solicitado el poder cribaros como trigo; pero yo he rogado por ti, para que tu fe no desfallezca. Y tú, cuando hayas vuelto, confirma a tus hermanos.»” Lucas 22,31-32
El demonio de entre todos los apóstoles pide es a Pedro y Jesús ora específicamente por la fe de Pedro.
Jesús mismo reconoció la autoridad de la “cátedra de Moisés” para enseñar, a cargo de los escribas y fariseos
“y les dijo: «En la cátedra de Moisés se han sentado los escribas y los fariseos. Haced, pues, y observad todo lo que os digan; pero no imitéis su conducta, porque dicen y no hacen.” Mateo 23,2-3
Esta cátedra (asiento) no era solamente una metáfora para hablar del poder. Verdaderamente había un asiento de piedra frente a la sinagoga donde el líder con la autoridad (generalmente un escriba) hacia juicios sobre asuntos doctrinales y legales. Como dice la Mishná Abote (comentario judío), los judíos entendían que la revelación que Moisés recibió de Dios fue transmitida por sucesión desde Josué pasando por los ancianos, profetas y el Sanedrín (Hechos 15,21). ¿Porqué un cristiano no puede creer que la revelación de Dios sigue siendo transmitida por sucesión no interrumpida desde Pedro hasta el Papa actual?
Puede un Papa determinado fallar en su conducta, pero la orden de Jesús es “Hacer y observad todo lo que os digan” a pesar de que desaprobaba su conducta y nos exhortaba a no imitarles.
Así como Jesús reconoció la autoridad del magisterio de los fariseos para interpretar las Sagradas Escrituras cuando hablaban “desde la cátedra”, reconocemos el magisterio de la Iglesia que habla, no más con la autoridad de Moisés, sino la de Jesús mismo:
“«Quien a vosotros os escucha, a mí me escucha; y quien a vosotros os rechaza, a mí me rechaza; y quien me rechaza a mí, rechaza al que me ha enviado.»” Lucas 10,16
El pasaje anterior es una clara garantía de infalibilidad que implica que escuchar a los apóstoles es escuchar a Cristo mismo. Si fueran falibles, Cristo estaría mintiendo y escucharles a ellos no seria escucharle a él.
Por eso la misma Biblia es tan clara al decir que la Iglesia es “fundamento de la verdad” (si pudiera fallar en enseñanza y enseñar mentira no pudiera ser fundamento de la verdad):
“pero si tardo, para que sepas cómo hay que portarse en la casa de Dios, que es la Iglesia de Dios vivo, columna y fundamento de la verdad.” 1 Timoteo 3,15
Debemos ser sinceros con la Biblia, la Palabra es muy clara en que hay una Iglesia fundamento de la verdad, hoy en día las Iglesias no católicas al caer en tantas contradicciones en doctrina se han conformado con menos, y ante la imposibilidad de alegar que están en la verdad completa, han optado por decir que nadie la tiene, pero ¿Está acorde eso con la Palabra de Dios?
“Cuando venga él, el Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad completa; pues no hablará por su cuenta, sino que hablará lo que oiga, y os anunciará lo que ha de venir.” Juan 16,13
Estudiemos ahora el siguiente pasaje:
“«¿Quién es, pues, el siervo fiel y prudente, a quien el señor puso al frente de su servidumbre para darles la comida a su tiempo? Dichoso aquel siervo a quien su señor, al llegar, encuentre haciéndolo así. Yo os aseguro que le pondrá al frente de toda su hacienda. Pero si el mal siervo aquel se dice en su corazón: “Mi señor tarda”, y se pone a golpear a sus compañeros y come y bebe con los borrachos, vendrá el señor de aquel siervo el día que no espera y en el momento que no sabe, le separará y le señalará su suerte entre los hipócritas; allí será el llanto y el rechinar de dientes.” Mateo 24,45-51
Jesús habla del siervo a quien él “pone sobre su casa” (que representa la Iglesia). Este siervo puede actuar bien o mal, y si es desobediente y “golpea a sus consiervos” (abusa de su autoridad) va a ser castigado. Pero no por ser mal siervo Jesús le quita su poder, ni nos da permiso de salir de la casa en rebeldía. El mismo va a castigar a aquellas malas autoridades de la Iglesia que no hayan hecho bien su labor.
Un ejemplo de infalibilidad lo vemos en el siguiente pasaje:
“Pero uno de ellos, Caifás, que era el Sumo Sacerdote de aquel año, les dijo: «Vosotros no sabéis nada, ni caéis en la cuenta que os conviene que muera uno solo por el pueblo y no perezca toda la nación.» Esto no lo dijo por su propia cuenta, sino que, como era Sumo Sacerdote aquel año, profetizó que Jesús iba a morir por la nación – y no sólo por la nación, sino también para reunir en uno a los hijos de Dios que estaban dispersos.” Juan 11,49-52
Cuando Dios obra por medio de este carisma los resultados eran infalibles, y no tenía nada que ver si el sacerdote era un santo o un malvado. Caifás, aunque no creyó en el Mesías y peor todavía lo condenó a muerte, ¡profetizó correctamente por medio de su oficio de sumo sacerdote del pueblo de Dios! Si Caifás profetizó correctamente ¿Por qué hemos de pensar menos de Pedro (y sus sucesores) a quien la oración de Cristo sostiene para que su fe no desfallezca y que es quien ha recibido la encomienda de apacentar los corderos y ovejas del rebaño del Señor?
Conclusión
Nosotros profesamos obediencia al Papa, no porque necesitemos de un hombre, si no porque al aceptar a Cristo como nuestro salvador, aceptamos también su voluntad (claramente reflejada en la Biblia), y el quiso designar al Papa como jefe de la Iglesia y como su representante.
“«No todo el que me diga: “Señor, Señor, entrará en el Reino de los Cielos, sino el que haga la voluntad de mi Padre celestial.” Juan 21,15-17
Autor: José Miguel Arráiz
Bibliografía
Biblia de Jerusalén
Biblia Reina-Valera 1909
Pedro y el Papado, Exégesis de Mateo 16,18. Catolic Answers (www.apologeica.org)
San Pedro en el Nuevo Testamento, Steve Ray (http://catholic-convert.com)
“Roca… llaves… confirmar a tus hermanos…”, P. Daniel Gagnon, (www.redimir.org)
¿Quién es la “roca” en Mt. 16,18? Un diálogo que se puede repetir (www.apologetica.org)
“La infalibilidad del Papa”, Estudio recibido de los misioneros de la palabra de Dios