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Ejercito de salvación

Ejercito de salavacion

Organización filantrópico-religiosa protestante contemporánea. Recibe el nombre de Ejército porque su estructuración, su vocabulario, su espíritu de conquista y hasta la obediencia exigida a sus miembros son los de una organización castrense. Sus capillas son ciudadelas, sus puestos de evangelización se llaman avanzadas y los convertidos prisioneros. La organización del personal está calcada en la nomenclatura del ejército británico. Su núcleo básico es el Corps (cuerpo del ejército), dirigido por un oficial cuyo rango va ascendiendo desde el de Teniente al de Brigadier. Varias de estas unidades integran una división a cuyo frente está un Comandante divisional. Varias divisiones constituyen un territorio a cargo de un Coronel. La organización mundial está al mando del General en jefe del E. S. Los fundadores negaron que constituyan una iglesia en el sentido propio de la palabra. Sus publicaciones no hablan del número de nuevos miembros agregados a su organización ni del crecimiento anual de sus seguidores. Se contentan con convertir a los pecadores sin preocuparse inmediatamente de aquellos que se enrolan en sus filas como miembros activos del movimiento. Para estos últimos, sin embargo, el Ejército de Salvación se convierte en su única iglesia. Creen en sus doctrinas, practican sus ritos, aceptan bajo juramento sus consignas, trabajan incansables a su servicio, abandonando todo el cristianismo de su vida anterior, así como la recepción de sacramentos a que estaban habituados. Por todas estas razones la confesionología (v.) no duda en catalogar al E. S. entre las comunidades derivadas de la Reforma (v.).

Historia

Nació en Inglaterra durante la segunda mitad del s. XIX como consecuencia de la situación socioeconómica acarreada al país y al mundo por la Revolución industrial. Desde el ángulo religioso, debe considerarse como un nuevo brote del metodismo (v.) y de los movimientos perfeccionistas y sectas de santidad (v.). William Booth, su fundador, n. en Nottingham, el 10 abr. 1809, de una familia nominalmente anglicana de buena posición, pero que había venido a menos. No pudo seguir sus estudios por tener que trabajar para sostener a su familia. Por indicación de un pariente, William empezó a interesarse por el metodismo. A los 15 años, cuando iba por la calle, «el Espíritu se apoderó de su alma creando en ella una gran sed por una vida nueva» y convirtiéndolo en predicador del Evangelio. Trasladado a Londres, se dedicó a predicar y a socorrer a las masas hacinadas del East End como miembro de la rama metodista de la New Connexión. Ordenado ministro metodista y casado el 15 jun. 1855 con la fervorosa joven Catherine Mumford, regentó por algún tiempo una parroquia rural. Pero en 1861, rechazando una atractiva oferta de su iglesia, y en un heroico acto de fe, los esposos Booth decidieron entregar sus vidas al apostolado entre gentes desamparadas de la gran urbe. «Esta noche, dijo William a su esposa, al pasar por delante de una taberna, he oído una voz que me decía: ¿dónde vas a encontrar gentes más paganas o más necesitadas de ayuda que aquí? En el mismo momento me he ofrecido a Dios, te he ofrecido a ti y a nuestros hijos para esta gran tarea. Éstos serán en adelante nuestros hijos y nosotros trabajaremos para que nuestro Dios sea también el de ellos». Pronto se le unieron colaboradores y la reciente empresa recibió el nombre de Misión Cristiana, dedicada a llevar «el evangelio de la salvación por el cambio de vidas a las masas abandonadas». La obra alcanzó pronto enorme popularidad. En 1870 Booth reunía a los suyos en asamblea, redactaba constituciones y fundaba nuevos centros en diversas partes de la nación. Al año siguiente su revista Grito de Guerra anunciaba a sus lectores el nacimiento de un Ejército de Salvación, destinado a llevar al mundo de los pobres «la Sangre de Cristo y el Fuego del Espíritu Santo». El anglicanismo (v.) hizo su esfuerzo para englobar el movimiento dentro de alguno de sus organismos apostólicos, pero sin resultado: la teología de la conversión brusca, la técnica de su propaganda, la eliminación de la vida sacramental y litúrgica de Booth eran incompatibles con las doctrinas y la vida de la iglesia establecida. El E. S. avanzó rápidamente por Inglaterra y el resto de Europa. En 1880 sus enviados llegaron a los Estados Unidos haciendo del movimiento una gran fuerza religiosa del país. Atravesando el Río Grande, los discípulos de Booth pasaron a Iberoamérica, donde trabajan en todas sus repúblicas. Han acompañado a los misioneros protestantes en sus empresas ultramarinas y funcionan en todas las grandes urbes de Asia, África y Australia. El fundador m. el 12 ag. 1912, a los 82 años, después de haber sido objeto de las más altas distinciones honoríficas.

Labor filantrópica

Es variada y se concentra en los sectores más necesitados de la población. Incluye refugios para pobres, vagabundos y borrachos; cocinas económicas; albergues a precios módicos para trabajadores de ambos sexos; oficinas de información y de búsqueda de trabajo para los desempleados; casas de maternidad para mujeres no casadas; albergues para presos, encomendados a modo de prueba, por la justicia a su cuidado, hasta que puedan hallar empleo; casas de refugio para mujeres de vida pública; instituciones juveniles para muchachos delincuentes; orfanotrofios; campings para niños y jóvenes, etc. Llevan también a cabo una sistemática labor de visita y ayuda material en cárceles, en campos de concentración y en los frentes de batalla.

Método apostólico

La labor filantrópica se completa, cuando es posible, con la predicación en las calles y plazas públicas o en sus propias capillas. Para lograr la conversión de sus oyentes echan mano de la lectura de aquellos pasajes bíblicos en que se habla de la misericordia de Dios, de abundantes ejemplos patéticos sobre los males acarreados, incluso en la presente vida, por los vicios en que viven sumidos, de exhortaciones ardientes a salir de ellos y empezar una vida de paz para sí mismos y los suyos, etc. Son famosos los bancos de penitentes de sus capillas de los que salen hacia el altar aquellos que, arrepentidos, desean obtener su perdón. No todas las confesiones protestantes miran con simpatía el método, pero los salvacionistas insisten en su eficacia para la conversión patética que buscan, la única que puede impresionar a las gentes con que tratan. La conversión no es fin en sí sino etapa enderezada a hacer de los convertidos apóstoles para la conversión de los demás. No hay estadísticas que prueben cuántos de esos convertidos pasan luego a engrosar las filas de los propagandistas activos. Pero sí es cierto que los casi 110.000 miembros suyos empleados en un centenar de países abrigan esos ideales y los ponen en práctica en sus trabajos.

Doctrina

Teológicamente el E. S. depende del metodismo. Rechazando el predestinacionismo calvinista, enseña que la salvación del hombre es: universal, hasta el punto de que los mismos paganos gocen de los beneficios de la redención de Cristo aun sin escuchar el mensaje del Evangelio; libre, en el sentido de que el hombre puede aceptar o rechazar la invitación divina; completa, ya que conduce al penitente no sólo a la justificación, sino también a la perfección y santificación; y, finalmente, segura, puesto que el recipiente de la gracia no puede dudar por un instante de su salvación. En otros puntos se ha alineado con el fundamentalismo (v.) en la profesión de las verdades básicas de la fe: inspiración literal de toda la Biblia (v.), confesión del misterio de la Trinidad (v.), del nacimiento virginal de Cristo (v.), de su divinidad, milagros (v.), resurrección (v.) corporal, ascensión (v.) a los cielos y segunda venida (V. PARUSÍA). Por el contrario, el E. S. no insiste en el inminente fin del mundo (v. MILENARISMO II). En soteriología sus doctrinas siguen la línea arminiana (V. ARMINIO) en vez de adoptar la teoría protestante más común sobre el valor vicario de la muerte de Cristo en orden a la salvación del hombre. Su concepto de justificación (v.) se acerca algo al de la Iglesia Católica e insiste con fuerza en el arrepentimiento («sincera determinación de rechazar el pecado, obedecer a Dios, desear el perdón y satisfacerlo en la medida de lo posible»), pero deja en segundo término la fe. Donde el E. S. se muestra más radical que el resto del protestantismo es en el terreno de la eclesiología y de los sacramentos. La idea de Iglesia está completamente ausente de sus estatutos. Lo mismo ocurre con los sacramentos. Respecto del bautismo, piensan que Cristo «no tuvo intención de imponer al mundo entero obligatoriedad de recibirlo». La supresión de la Eucaristía se funda «en el silencio de San Juan sobre la institución de la misma». Además temen que la recepción de sacramentos proporcione al alma una «seguridad de salvación» incompatible con las doctrinas del arrepentimiento y conversión que predican. Pensar que un puritanismo de costumbres (abstención de juegos, diversiones, tabaco, bebidas alcohólicas e incluso el celo por el bienestar temporal y espiritual del prójimo) puede sustituir a aquellos medios queridos por Cristo para la santificación de los suyos es una de las objeciones más claras que cabe hacer al E. S. y de las que más depende su debilidad teológica.

BIBL.: K. ALCERMISSEN, Iglesia católica y confesiones cristianas, Madrid 1964, 1168-1185; W. BOOTH, In Darkest England and The Way Out, Londres 1890; ÍD, Regulations for Field Officers, Londres 1925; ÍD, Orders and Regulations for Field Soldiers, Londres 1927; ÍD, The Salvation Army Handbook of Doctrines, Londres 1955; H. BEGLIE, William Booth, Founder of the Salvation Army, Nueva York 1920; R. SANDALL, History of the Salvation Army, 3 vol., 12 ed. Londres 1959.

Autor: Prudencio Damboriena 

Fuente: Gran Enciclopedia Rialp.

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