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Dar razones para creer

Monseñor Andre Joseph Leonard

Entrevista a Mons. André Léonard, Obispo de Namur (Bélgica)

Más de 250 personas han participado el 11 de diciembre en el Coloquio 2000 años de cristianismo, organizado por el Centro de Encuentros de Dongelberg, en Bélgica. El Coloquio ha reunido a tres oradores: Michel Rouche, profesor de la Universidad de París-Sorbonne; Monseñor André-Mutien Léonard, Obispo de Namur, y Herman Van Rompuy, diputado federal y antiguo vice-Primer Ministro de Bélgica.
Durante esa intensa jornada de trabajo y de perspectivas para el nuevo Milenio, entrevistamos a Mons. Léonard, teólogo y filósofo, especialista en Hegel y el pensamiento moderno, que predicó los últimos ejercicios espirituales a Su Santidad Juan Pablo II. Autor de numerosos libros, en los años previos al Jubileo ha publicado sendos volúmenes dedicados a Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo y, recientemente, Trinidad de amor. Eucaristía para nuestro camino. En castellano tiene editados Pensamiento contemporáneo y fe en Jesucristo (Ed. Encuentro) y La moral sexual explicada a los jóvenes (Ed. Palabra)
Por Xavier L. Ruys

-Mons. Léonard. Acaba de publicarse su nuevo libro: ¡Ven, Señor Jesús!, que recoge las veinte meditaciones que predicó en el Vaticano la pasada Cuaresma para el Papa Juan Pablo II y la Curia romana. ¿Guarda algún recuerdo singular de los momentos pasados junto al Santo Padre?

-En 1900 aparecía una pequeña obra de un gran pensador ruso, Vladimir Soloviev, filósofo y teólogo ortodoxo, muy abierto al ecumenismo, con simpatías evidentes hacia el catolicismo. Se titula Corto relato sobre el Anticristo y en ella imagina la situación de Europa al final del siglo XX; es decir, ahora. Es uno de los escritos más proféticos que conozco y me permití leerlo ante el Santo Padre en los ejercicios espirituales predicados en el Vaticano. Al acabar, en un breve encuentro con los participantes, Juan Pablo II comentó a propósito de la lectura de Soloviev: “È stato un momento forte!”: ha sido un momento muy intenso de los ejercicios espirituales.

Secularismo

-Vivimos en una sociedad secularizada. De cara al nuevo Milenio, ¿no representa el secularismo el mayor desafío de la fe cristiana?

-Precisamente el texto de Soloviev a que acabo de referirme evoca que es frente a la exaltación del secularismo cuando se produce la confesión de Cristo, de la persona única de Cristo, la sola capaz de realizar la unidad de los cristianos.

El Concilio Vaticano II, cuando habla del fenómeno de la secularización, distingue diversos sentidos de esta palabra. Hay una secularidad del todo positiva, integrada realmente en el espíritu del catolicismo, que subraya la consistencia propia de los diferentes órdenes de la realidad y de las diferentes disciplinas del conocimiento humano. Existe además un secularismo excesivo, que afirma también la autonomía de cada dominio de la realidad o de cada disciplina del conocimiento humano, pero cerrándola a cualquier inspiración exterior, especialmente si proviene de la Revelación.
Hay todavía una tercera forma de secularismo, vivida intensamente hoy día, que traslada la realidad cristiana a categorías racionales o filosóficas, pero absorbiéndola, suprimiéndole la transcendencia; esto es, sustituyendo a Cristo por el cristianismo o, como a veces se dice, por los valores cristianos.
Evidentemente, esos valores existen. Lo malo es que actualmente sirven muy a menudo de coartada para olvidar a Cristo. Así, cuando se pregunta a una institución cristiana que explique su identidad y describa los valores que promueve, se obtiene como respuesta la enumeración de una serie de ellos, sin duda importantes, pero igualmente compartidos por los librepensadores, por el laicismo y por quienquiera, ya que forman parte del acervo de la razón humana.

Es decir, hoy corremos el riesgo de disolver a Cristo en el cristianismo de valores; valores que realmente promueve la fe cristiana, pero que no agotan el corazón del cristianismo, que es la persona de Cristo, lo más querido que tenemos, de quien proceden todas las cosas y en quien habita corporalmente la plenitud de la divinidad.

Los nuevos “Mártires”

-La esperanza, desde luego, impide ser derrotistas. Pero, ¿Cómo dar la vuelta a esa situación?

-La actual situación de secularización a ultranza es una suerte, una “chance”. Estamos invitados a ver lo positivo.

Vivimos un momento de santos y de testigos. De la raíz griega de testigo procede la palabra mártir. La antigüedad tuvo muchos mártires, pero Juan Pablo II, con ocasión del Jubileo, invita a poner al día el martirologio, porque el siglo XX es el siglo de los mártires.

Hay muchos. Quienes en nuestro país desean santificarse hoy a través de las responsabilidades profesionales, son testigos. Los que osan contraer matrimonio cristiano; es decir, no sólo tener una ceremonia en una iglesia, sino -en palabras de San Pablo- contraer un matrimonio en el Señor, son testigos. Los que osan -y los hay- entregar por completo su vida al Señor, o responder a la llamada al sacerdocio, en el desierto que nos circunda son llamados a ser santos, testigos y mártires.

La situación actual nos brinda la oportunidad de promover experiencias vivas de Cristo. Salta a la vista que, en el desierto espiritual en que vivimos, hay también, y más que en épocas anteriores, lugares de experiencia espiritual muy intensa. Es una de las razones que impulsa a Juan Pablo II a realizar las Jornadas mundiales de la Juventud.

-La esperanza está, por tanto, como siempre en los jóvenes.

-Especialmente en los países occidentales, es una época en que los jóvenes -así se dice y es verdad, según ciertas apariencias- desertan masivamente de las iglesias. Pero es también la época en que más jóvenes se reúnen para hacer un descubrimiento de Cristo, y le descubren. Es una paradoja, pero es una paradoja comprensible. Lo más importante para el futuro del cristianismo es que haya testigos de Cristo. En palabras de Kierkegaard: Tenemos más necesidad de santos que de profesores; esto es, tenemos más necesidad de santos que testimonien a Cristo, que de gente que haga carrera en el cristianismo hablando de Él.

Ecumenismo

Ecumenismo-Ha aludido antes fugazmente a la unión de los cristianos. La reciente Declaración conjunta católico-luterana sobre la Justificación es un fruto granado y esperanzador del diálogo con otras confesiones cristianas. ¿Cómo vislumbra el futuro del ecumenismo?

-Evoquemos de nuevo a Soloviev: sólo frente a la oposición radical a la fe será posible realizar la unidad de los cristianos. Ciertamente, hay que llevar a cabo coloquios ecuménicos, encuentros, publicar textos y declaraciones comunes de católicos y luteranos, etcétera. Hace falta y es importante todo esto. Pero no es eso lo que realizará la unidad definitiva de los cristianos que Juan Pablo II espera para el Tercer Milenio. Es el desafío del secularismo, del ateísmo, de la vuelta al paganismo y quizá la proximidad escatológica de la venida de Jesucristo glorioso, lo que provocará la unidad de los cristianos.

Religiosidad y Verdades Eternas

-El subjetivismo impera hoy, afectando a no pocos católicos. ¿Se ponen los medios para superar la pretensión de una “religión a la carta”?

-Vivimos una época de religiosidad profundamente ambigua: la fe vivida sólo en apariencia, la multiplicidad de creencias, el recurso al esoterismo, al ocultismo, el new age con su visión casi religiosa del futuro de la humanidad, la proliferación de las sectas… Toda esta realidad masivamente presente en nuestra cultura representa un gran peligro. Pero es a la vez una oportunidad, una encrucijada donde el cristiano puede dar testimonio, un lugar para la esperanza, si promovemos en la Iglesia comunidades vivas, parroquiales o no, donde se preste una atención en sentido global -holístico, como se dice en el ámbito del new age – a la existencia humana.

Es muy importante que confesemos la fe cristiana en el sentido global y holístico que la fe confiere a la existencia humana. Las comunidades, parroquiales o no, tienen un gran papel que representar, si mantienen la atención hacia el fin último del hombre y de la humanidad.

Una de las encrucijadas en que están más presentes las sectas y los movimientos esotéricos actuales es en las cuestiones relativas al fin de la vida humana sobre esta tierra, a la muerte y al destino eterno del hombre. Son temas esenciales sobre los que se calla demasiado -quizá después de haber hablado mucho en el pasado-, dejándolas en manos de religiosidades ambiguas. Lo que llegaremos a ser nosotros más allá de la muerte, el fin último personal y también el fin último de la historia humana, el fin de los tiempos, la Parusía, la Vida eterna, el Reino de Dios… En el plano de la cultura religiosa, hay hoy una gran oportunidad para volver a ocupar este terreno y no dejarlo a merced de otros.

Ciencia y Fe

Ciencia y Fe-Desde los albores del mundo moderno, la ciencia insiste en su radical separación de la fe e incluso en menospreciarla. ¿Considera que éste es un fenómeno generalizado e irreversible?

-La relación entre la ciencia y la fe hoy en día es bastante más positiva -me parece- que hace algunos decenios. Me ha impresionado encontrar un buen número de científicos muy sensibles al llamado Principio de incompletitud, por el que ninguna ciencia es capaz de acabarse enteramente por sí misma. Es la extensión a las diversas disciplinas científicas de la intuición del Teorema de Gödel, según el cual ningún sistema lógico es enteramente capaz de fundarse a sí mismo, sino que contendrá siempre un axioma que no puede estar fundado por el sistema mismo; no es posible una autofundación desde el interior de un sistema lógico.

Muchos científicos son sensibles a este principio. Por ejemplo, un físico de la Mecánica cuántica, Bernard d”Espagnat, explicaba cómo a partir del descubrimiento de la mecánica de las partículas elementales se llega a un principio de incompletitud: la realidad del conocimiento científico es sólo una realidad aparente, que deja entrever más allá una realidad velada, oculta. A la vez, cierto número de neurólogos se esfuerza por demostrar que jamás se podrá reducir el ser humano a un hombre neuronal, expresión que alude a un libro que trataba de cambiar el principio de incompletitud.

Es grande el número de físicos que se muestran abiertos al llamado Principio antrópico, que va más allá de todo mecanicismo y reintroduce una idea de finalidad: los parámetros del Universo parecen haber sido calculados para que pudiese aparecer la vida y también el mismo hombre. Si se variaran un poco las principales constantes del Universo físico, la vida no sería posible. El Universo parece calculado, pues, para ser la cuna de la vida y del hombre. Esto parece una refutación del mecanicismo puro del siglo pasado.

-Se están tendiendo puentes, entonces, entre la ciencia y la fe.

-Respecto a épocas pasadas, el contexto actual es mucho más favorable. Brilla una nueva apologética, y no se trata de una apologética de recuperación, ni mucho menos de una apologética concordataria que busque establecer pasarelas prematuras entre la ciencia y la fe. Se trata más bien de una apologética iluminada que, paciente y respetuosamente, muestra cómo en la autonomía de cada registro del pensamiento humano hay cuestiones metafísicas, que se insinúan en el interior mismo de la práctica científica.

Me parece impresionante el número de físicos, cosmólogos y biólogos que hoy día se plantean preguntas de orden metafísico. Hay un vuelco hacia preguntas de orden metafísico y religioso. Y ésta es una oportunidad, otra “chance”, para la fe cristiana.

Religar Conocimientos

-Hoy en día se acumulan conocimientos, pero la gente no remonta un cierto escepticismo, quizá porque no sobrepasa el nivel de barullo mental. ¿En qué medida es cierta esa impresión?

-Se necesita una nueva apologética, una nueva percepción de las razones para creer, en relación fecunda con la filosofía, especialmente con la preocupación de religar los conocimientos, cada vez más numerosos, pero cada vez menos fáciles de integrar en la cultura de hoy.

Estoy leyendo un libro de Edgar Morin, El desafío del siglo XXI: religar los conocimientos. La tesis que desarrolla es que el cometido esencial del siglo XXI será el de religar los conocimientos. ¿No es ésta un cometido, una vocación de la Religión? Religar. ¿No es una gran suerte, una oportunidad, para una teología ambiciosa e inteligente, contribuir a religar los conocimientos del tiempo presente?

Medios de Comunicación 

-“El futuro está en Internet”, es la frase de moda en el mundo empresarial. A lo largo de la historia, la Iglesia se ha servido de los nuevos instrumentos para su actividad pastoral. ¿Qué cabe esperar de las nuevas comunicaciones y de la cultura de los media?

-Ciertamente, hemos entrado en la cultura de los medios de comunicación, para bien o para mal. Si nos ausentamos de ese mundo, se construirá simplemente sin nosotros o contra nosotros. Es oportuno estar presentes en los media públicos, y también que la Iglesia cuente con sus propios medios de comunicación, lo que todavía desarrollamos tímidamente.

Me da alegría saber que en Francia se va a lanzar una televisión católica. En Bélgica sólo contamos con alguna radio cristiana, porque la petición se ha hecho demasiado tarde. En Francia hay radios cristianas aquí y allá, casi en cada diócesis. En Bélgica hemos tenido que sortear todo un recorrido de obstáculos para obtener una radio en Bruselas y otra, incipiente, en Bastogne. Las demás solicitudes siguen en espera de obtener una frecuencia de emisión. Ahora, Internet, DVD, CD-ROM…, son campos de presencia de los que no podemos desertar y a los que no debemos llegar demasiado tarde.

Cultura y Fe

-Cierta opinión pública deslinda frecuentemente cultura e Iglesia, presentándolas como dos mundos irreconciliables. ¿Cómo hacer para que la fe impregne el entero quehacer humano?

-La cultura es una de las grandes preocupaciones de Juan Pablo II. La oportunidad que representa para la fe cristiana el hecho de estar presentes en la cultura es grande. Hay que estar presentes en los lugares donde se produce la cultura de hoy. Desde este punto de vista, yo insisto en que la Iglesia debe promover mucho más obras de arte.

Actualmente nos falta arquitectura, escultura, pintura, música, literatura o poesía inspiradas por la fe cristiana. Necesitamos nuevos Green, Mauriac, Bernanos. Se les echa en falta. Por tanto, es preciso crear premios, por ejemplo, para promover una producción de cultura inspirada por la fe cristiana, por Cristo, y no sólo por un valor cristiano vago y descolorido.

El compromiso político 

-Hablar de cultura trae a la mente la “cultura de la muerte”, que campea hoy a sus anchas en muchas legislaciones. ¿No le parece que la política es un campo particularmente oportuno para dar una respuesta adecuada a tantas cuestiones?

-La política, la calidad de la vida política, es un campo de acción extremamente importante, del que depende en gran parte la felicidad de la humanidad y en el que los cristianos han de estar presentes. Tiene importancia capital el compromiso político. Me parece que hay varios niveles de compromiso, a partir de la promoción de valores reales y de la doctrina social de la Iglesia. La doctrina social de la Iglesia es una mina, a menudo más visitada por no cristianos que por los mismos católicos.

Un nivel de compromiso es la firmeza testimonial, “confesante”, por emplear una expresión utilizada por protestantes y católicos durante el nazismo. Hay dominios -concretamente, los dominios éticos- que son capitales, donde los consensos o componendas no son una actitud confesante. Hace falta saber decir sí y decir no, conscientes de que otra alternativa no es más que mera astucia.

Otro nivel del hombre político con raíces cristianas mira a atraer la atención sobre ciertos aspectos que pasan desapercibidos al conjunto de la clase política. Pienso en un ejemplo que me ha impresionado mucho en estos últimos años y que describe muy bien Michel Schooyans en su libro El crash demográfico. Me quedo consternado por el silencio de los políticos sobre la situación demográfica real de Europa y de la humanidad. Se continúa hablando y escribiendo por todas partes que nos amenaza la explosión demográfica. Pero demógrafos serios demuestran que, al contrario, en verdad a Europa le amenaza una implosión demográfica, una quiebra, y que a un plazo algo más amplio está amenazada la humanidad en su conjunto, incluidos los países del Tercer Mundo, donde la pirámide demográfica está ya a punto de flexionar.

¿Quién habla de eso? De cuando en cuando, algún Ministro de Pensiones evoca esta dificultad y eso es todo. Los políticos cristianos deberían atraer la atención sobre problemas como éste y otros similares de los que no se habla habitualmente.

Esperanza y Acción

Esperanza y Acción-Han salido citados numerosos desafíos de cara al Tercer Milenio. Hay que afrontarlos, sin duda. Pero, para terminar, ¿cómo hacerlo?

-Tenemos desafíos enormes que afrontar en la cultura de hoy, que piden una gran inversión por nuestra parte. Cada uno de nosotros está llamado a cumplir aquí su propia misión, para hacer frente a esos desafíos. Al mismo tiempo, si confesamos al Unigénito, poseemos ese desprendimiento y libertad interiores para saber que Dios ya ha realizado la salvación del mundo y que será Él quien manifestará las consecuencias definitivas de esta salvación. Por tanto, conjugando a la vez la esperanza y el dinamismo de la acción -el abandono en la Providencia y el compromiso frente a las dificultades del presente-, nos encontraremos bien preparados para entrar en el nuevo Milenio. _

PALABRA, 426 (enero, 2000), pág. 30 ss.

Fuente: Encuentra.com

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