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Pio XII y los Judíos

Papa Pio XII

Habla un historiador judío «Mi juicio sobre el comportamiento de Pío XII con los judíos es positivo»

CIUDAD DEL VATICANO, 25 oct 2000 (ZENIT.org).- Se concluye hoy la reunión de la Comisión Histórica Judeo Cristiana, reunida en Roma en un encuentro a puerta cerrada desde l 23 de octubre. La Comisión fue instituida en octubre de 1999 por el cardenal Edward I. Cassidy, presidente del Comité para las Relaciones Religiosas con los Judíos, con la tarea específica de examinar los once volúmenes «Actes et Documents du Saint Siège relatifs à la seconde guerre mondiale», en los que están recogidos todos los documentos de archivo relativos a las actividades de la Santa Sede durante la Segunda Guerra Mundial.

Los asuntos que se refieren a la vida y la historia de Pío XII están desde hace algunos años en el centro de una gran atención. En los últimos años en especial, el Papa Pacelli y la Santa Sede han sido acusados de no haber hecho bastante en favor de los judíos perseguidos por los nazis.

Para tratar de aclarar estos acontecimientos, Zenit ha entrevistado a Michael Tagliacozzo, un historiador judío, responsable en Italia del Beth Lohamé Ha-Ghettaoth, (Centro de Estudios sobre la Shoah y la Resistencia). «Sé que muchos critican al Papa Pacelli –comenta Tagliacozzo–. Tengo una carpeta sobre mi mesa en Israel donde he escrito «Calumnias contra Pío XII», pero mi juicio no puede sino ser positivo. El Papa Pacelli fue el único que intervino para impedir la deportación de los judíos el 16 de octubre de 1943 e hizo muchísimo para esconder y salvar a miles de nosotros. Ordenó por si fuera poco la apertura de los conventos de clausura. Sin él, muchos de los nuestros no estarían vivos».

Fundado por los combatientes del ghetto de Varsovia, el Beth Lohamé Ha-Ghettaoth se encuentra en Galilea Occidental, en Israel, y es uno de los más grandes museos y centros de documentación del Holocausto a nivel mundial.

–Según algunos, la Santa Sede asistió en silencio a la deportación de los judíos romanos el 16 de octubre de 1943…

–No es verdad. Los documentos prueban claramente que, en las primeras horas de la mañana, Pío XII fue informado de los hechos e inmediatamente hizo llamar al embajador alemán Von Weizsäcker y ordenó al secretario de Estado Luigi Maglione que protestara enérgicamente por el arresto de los judíos, pidiendo que se detuvieran acciones similares. En caso contrario, el Papa las habría denunciado públicamente. Además por iniciativa suya hizo entregar al obispo Aloise Hudal una carta de protesta al comandante militar de Roma general Rainer Stahel para que la persecución de los judíos cesara inmediatamente.

Tras estas protestas, la operación que preveía dos días de arrestos y deportaciones fue interrumpida a las 14 horas del mismo día. Y en vez de los 8.000 judíos pedidos por Hitler fueron arrestados 1.259. Tras un meticuloso examen de los documentos de identidad y de otros documentos de reconocimiento, al día siguiente fueron liberadas otras 259 personas.

Además, tras la caza al hombre del 16 de octubre en Roma, los alemanes no capturaron un solo judío. Los que fueron detenidos fueron entregados por los colaboracionistas. Herbert Kappler dijo en el proceso: «Los judíos nos eran entregados».

–Usted sostiene que en el ejército y en la diplomacia alemana había personas contrarias a la persecución…

–Del material que hay en el archivo se deduce que el general Stahel y el cónsul alemán Eitel Frederick Moellhausen, apenas tuvieron conocimiento del despacho secretísimo en el que Himmler ordenaba la detención de todos los judíos de Roma, para que fueran trasladados a Alemania para ser liquidados, se opusieron de manera dura. Stahel dijo que no participaría jamás en semejante porquería. Moellhausen hizo presiones sobre Kapper para elevar el asunto al comandante en jefe Albert Kesserling. Moellhausen era un católico observante y consideraba la deportación de los judíos inútil e inhumana y para convencer a Kesserling suscitó cuestiones referentes a la inoportunidad política y militar de la deportación. Kesserling, que temía un inminente desembarco sobre las costas del Tirreno de los aliados, negó la disponibilidad de sus soldados para el arresto de los judíos. De esta manera el 16 de octubre de 1943 Kappler tuvo que utilizar a los 365 miembros de las SS para realizar la redada».

Las palabras de Tagliacozzo son confirmadas también por los diarios de Adolf Eichmann, quien escribe a este propósito que «las objeciones suscitadas, el retraso durante demasiado tiempo de los pasos necesarios para el pleno logro de la operación, hicieron que una gran parte de los judíos italianos pudiera esconderse y sustraerse a la captura».

–¿Por qué la comunidad romana se encontró tan poco preparada para la redada nazi?

–Los representantes del judaísmo y con ellos los dirigentes de la colectividad judía romana demostraron los mismos defectos de la clase dirigente italiana y fallaron en el momento de la prueba.
En el libro «Before the Dawn» Zolli cuenta que, a mitad de septiembre de 1943, en el curso de una reunión en comunidad, propuso disolver la comunidad, anticipar seis meses de sueldo a los empleados y esconderse. Pero el presidente Ugo Foà, un hombre de una pieza, dijo que Zolli era un alarmista y que no sucedería nada. El acta de aquella reunión ahora no se encuentra. Zolli no era el único que estaba preocupado. He recogido el testimonio de Amadio Fatucci quien tuvo el coraje de parar al presidente de la comunidad y le dijo: «Señor presidente, hay que temer?» Foà respondió: «Las autoridades no tienen ningún interés contra la población, y la población debe estar tarnquila. Cuando la población está tranquila, las autoridades no intervienen». Fue grave el comportamiento de Foà en la circunstancia de la redada. Mientras que en la mañana del 18 de octubre los nazis hacían subir a los deportados en los vagones de tren, el señor presidente cogió a sus hijos y escapó a Livorno. Volvió a Roma el 2 de noviembre sin haber hecho nada para conocer la suerte de aquellos deportados. En aquella ocasión, la comunidad evidenció una inconsciente ligereza y una fatua incomprensión de los peligros y de las sorpresas de la nueva situación.

–Algunos estudiosos niegan que existieran indicaciones del Papa para ayudar a los judíos…

–En aquellos días había mucha confusión –recuerda Tagliacozzo– pero todos sabían que el Papa y la Iglesia nos habrían ayudado. Tras la acción de los nazis el Pontífice que ya había ordenado abrir los conventos, las escuelas y las iglesias para socorrer a los perseguidos, levantó la clausura de los conventos para permitir a los perseguidos esconderse. Monseñor Giovanni Buttinelli, de la parroquia de la Transfiguración, me reveló que el Pontífice había recomendado pasar la voz para que los párrocos acogieran a los judíos. Conozco personalmente a una familia judía que, ya después de la petición de los 50 kilos de oro por parte de los nazis, decidió esconder a las mujeres y los niños en un convento de clausura en Via Garibaldi. Las monjas se dijeron disponibles a acoger a la madre y la niña pero no podían hacerse cargo de un niño pequeño. En cambio bajo orden del Papa que les levantaba la clausura escondieron también al niño.

Yo mismo me salvé de la persecución gracias a la ayuda de la Iglesia. Recuerdo que era el 16 de octubre y era un día lluvioso. Era sábado, el tercer día de la fiesta judía de la Cabaña «Sukkot», me había refugiado en plaza Bologna. Cuando llegaron los alemanes logré huir por la ventana y me encontré en pijama en la calle. Una familia me ayudó y me escondió. Busqué ayuda en mi ex profesora de italiano que me tuvo en su casa y se interesó ante varios sacerdotes para encontrarme un lugar seguro. Finalmente después de cerca de una semana, gracias a las recomendaciones del padre Fagiolo, fui escondido en Letrán. Recuerdo que me trataron estupendamente. Después de dos días que no había comido, el padre Palazzini me consiguió una comida con todos los bienes de Dios, una sopera con menestra, pan, queso, fruta. Nunca había comido tan bien…

–¿Qué piensa del libro de John Cornwell «El Papa de Hitler»?

–No lo he leído. Pero se que se escriben muchos despropósitos y, no pudiendo aportar argumentos nuevos, dan interpretaciones exageradas. Yo soy un historiador y no busco polémicas. De los diarios de conversaciones en la mesa resulta que Hitler dijo: «Odio a los judíos porque han dado al mundo a aquel hombre Jesús»

Autor: Michael Tagliacozzo.

Fuente: Centro de Estudios sobre la Shoah 

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