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¿Encontramos fundamento bíblico para dar gloria y alabanza a María y a los santos?

La Biblia y los santos

*Las citas bíblicas han sido tomadas de la versión protestante Reina-Valera.

Estaba recordando recientemente una oración que hace algunos años practicaba con mucha devoción, pidiendo la intercesión de San Ignacio de Loyola, quien por cierto me alcanzó grandes favores de parte del Señor. Me acordé que en una parte de la novena se decía: “Glorioso San Ignacio”. Y digo esto, porque juntamente con dichos recuerdos se asociaron otros, cuando alguna vez conversaba con hermanos protestantes, quienes entendiendo de manera incompleta la Palabra de Dios, afirmaban que nadie más que Dios puede recibir gloria, honor y alabanza. Por tanto – según ellos – el que nosotros cataloguemos de “glorioso” a algún santo o a nuestra Madre la Virgen María, o el que afirmemos que ellos son dignos de “alabanza”, por sus virtudes y santidad, es errado y contrario a la voluntad divina.

Es cierto que el Señor Dios es digno de recibir toda la honra, poder, alabanza, gloria y adoración, como creemos los católicos también. Eso lo afirma claramente la Sagrada Escritura:

1 Tm 1:17  “¡Qué todo el honor y toda la gloria sean para Dios por siempre y para siempre”.

Ap 5:13 “A todo lo creado que está en el cielo, sobre la tierra, debajo de la tierra y en el mar, y a todas las cosas que hay en ellos, oí decir: «Al que está sentado en el trono y al Cordero, sea la alabanza, la honra, la gloria y el poder, por los siglos de los siglos»”.

Sin embargo, esto no contradice el que nosotros podamos alabar las virtudes y santidad de personas que nos han antecedido en el encuentro con el Padre Celestial, destacando además la gloria que estos tienen delante de Él. Estos hermanos nuestros son la Virgen María y los santos. Tenemos que entender perfectamente que si decimos que Dios merece estos reconocimientos de gloria y alabanza, es obvio que le corresponden en grado supremo e infinito, puesto que Él es un Ser Infinito, mientras que sus criaturas los recibirán en grado sumamente menor. No le quita nada al Señor la gloria y alabanza que les brindamos a sus hijos santificados por El mismo. María merece ser alabada y glorificada por su santidad, de una manera especial por ser la Madre del Señor. La gloria y alabanza de Dios no se ve menoscabada absolutamente, al contrario, el Señor es alabado y glorificado en sus santos.

Hasta aquí podría encontrar el enfado de los hermanos protestantes, puesto que su principio de Sola Scriptura (sólo la Biblia), les impide aceptar más argumentos que los que se encuentran en los libros sagrados (aunque la doctrina de Sola Scriptura no se encuentra sustentada en la Biblia).

Verán que alabar a una persona santa – como decimos los católicos – no tiene nada de extraordinario, como San Pablo mismo les dice a los corintios que deberían hacer:

Rm 8:16-17 “Porque el mismo Espíritu da testimonio á nuestro espíritu que somos hijos de Dios, Y si hijos, también herederos; herederos de Dios, y coherederos de Cristo; si empero padecemos juntamente con él, PARA QUE JUNTAMENTE CON ÉL SEAMOS GLORIFICADOS”

2 Cor 12:11 “Yo debía ser ALABADO por vosotros, porque en nada he sido menos que aquellos «grandes apóstoles», aunque nada soy”.

Incluso cualquiera podría alabarse a sí mismo, cuando tuviera los motivos para hacerlo, como lo proclamó el profeta Isaías:

Jer 9:24 “Mas ALÁBESE en esto el que haya de ALABARSE: en entenderme y conocerme, que yo soy Jehová”.

Los primeros cristianos eran alabados por los no creyentes, debido a sus buenas obras:

Hch 5:13 “Sin embargo, el pueblo los ALABABA grandemente”.

El apóstol Pablo, consideraba motivo suficiente para alabar a sus hermanos, el hecho de recordarle y seguir lo que les predicaba:

1 Cor 11:2 “Os ALABO, hermanos, porque en todo os acordáis de mí”.

Y es justamente la virtud del cristiano la que nos debe motivar a alabarle:

Fil 4:8 “Si hay virtud alguna, si algo digno de ALABANZA, en esto pensad”.

En cuanto a la gloria, recordemos que Dios mismo se la dio a Salomón, cuando éste le pidió sabiduría:

1 R 3:13 “Y aun también te he dado las cosas que no pediste, riquezas y GLORIA”.

Así, si el Señor mismo da gloria a sus hijos, ¿por qué negárselas a quienes la merecen, por su santidad, incluso hasta llegar al martirio?

Es más, el ser humano en general ha sido coronado de gloria y honra por el Señor, como lo afirma su Palabra:

Sal 8:5 “Le has hecho poco menor que los ángeles, y lo coronaste de GLORIA y de honra”.

Hablando de Jesucristo, la carta a los Hebreos le confiere una gloria mayor a la que tenía Moisés, puesto que se refieren al Creador y a su criatura, respectivamente. Con esto se demuestra que la gloria de una criatura, no hace menos la gloria del Señor, la diferencia obviamente es que la gloria de Dios es infinita:

Heb 3:3 “Porque de tanto mayor GLORIA que Moisés es estimado digno éste, cuanto tiene mayor honra que la casa el que la hizo”.

En general, es digno de gloria el cristiano que obra el bien:

Rom 2:10 “Pero GLORIA y honra y paz a todo el que hace lo bueno, al judío primeramente y también al griego”

Hasta las criaturas celestiales tienen su gloria particular, como leemos en el libro del Apocalipsis:

Ap 18:1 “Después de esto vi a otro ángel descender del cielo con gran poder; y la tierra fue alumbrada con su GLORIA”.

En fin, como hemos visto, la gloria y alabanza que pueden recibir las criaturas del Señor no quitan nada a la gloria y alabanza infinita que merece el Señor, más bien Dios es alabado y glorificado por la santidad de sus elegidos.

Siendo bíblicamente sustentado todo lo expuesto, ¡cómo no considerar digna de gloria y alabanza a María, la madre del Señor, así como a todos los santos que sirven al Rey de Reyes!

Para terminar, comparto con Uds. otros versículos bíblicos que reafirman el tema.

Gn 49:8 “Judá, te ALABARÁN tus hermanos”.

Dt 32:43 “¡ALABAD, naciones, a su pueblo”.

Cant 6:9 “La vieron las doncellas, y la llamaron bienaventurada; las reinas y las concubinas, y la ALABARON”.

2 Sam 14:25 “No había en todo Israel ninguno tan ALABADO por su hermosura como Absalón”.

1 Rey 20:11 “El rey de Israel respondió y dijo: Decidle que no se ALABE tanto el que se ciñe las armas, como el que las desciñe”.

Pr 27:2 “ALÁBETE el extraño y no tu propia boca”.

Pr 12:8 “Por su sabiduría es ALABADO el hombre”.

Pr 31:28 “Sus hijos se levantan y la llaman bienaventurada, y su marido también la ALABA”.

Pr 31:31 “¡Ofrecedle del fruto de sus manos, y que en las puertas de la ciudad la ALABEN sus hechos!”.

Ecl 8:15 “Por tanto, ALABÉ yo la alegría”.

Is 61:7 “En lugar de vuestra doble vergüenza y de vuestra deshonra, os ALABARÁN en sus heredades”.

Jer 49:25 “¡Cómo abandonan la ciudad tan ALABADA, la ciudad de mi gozo!”

Ez 26:17 “¿Cómo pereciste tú, poblada por gente de mar, ciudad que era ALABADA, que era fuerte en el mar”.

Sal 49:18 “Aunque, mientras viva, llame dichosa a su alma y sea ALABADO porque prospera”.

Sal 63:11 “Pero el rey se alegrará en Dios; será ALABADO cualquiera que jura por él”.

Lc 16:8 “Y ALABÓ el amo al mayordomo malo por haber actuado sagazmente”.

Rom 13:3 “Haz lo bueno y serás ALABADO por ella”.

1 Cor 4:5 “Entonces, cada uno recibirá su ALABANZA de Dios”.

1 Cor 11:22 “¿Qué os diré? ¿Os ALABARÉ? En esto no os ALABO”.

2 Cor 10:18 “No es aprobado el que se ALABA a sí mismo, sino aquel a quien Dios ALABA”.

1 P 2:14 “Como por él enviados para castigo de los malhechores y ALABANZA de los que hacen bien”.

Gn 45:13
Haréis pues saber á mi padre toda MI GLORIA en Egipto, y todo lo que habéis visto: y daos prisa, y traed a mi padre acá.

Dt 26:19 “A fin de exaltarte sobre todas las naciones que hizo, para loor y fama y GLORIA, y para que seas un pueblo santo”.

Dt 33:17 “Como el primogénito de su toro es su GLORIA (refiriéndose a José, hijo de Jacob)”.

2 Sam 1:19 “¡Ha perecido la GLORIA de Israel sobre tus alturas!”

1 Cr 29:25 “Y Jehová engrandeció en extremo a Salomón a ojos de todo Israel, y le dio tal GLORIA en su reino”.

1 Cr 29:28 “Y murió en buena vejez, lleno de días, de riquezas y de GLORIA”.

2 Cr 1:12 “Sabiduría y ciencia te son dadas; y también te daré riquezas, bienes y GLORIA”.

2 Cr 17:5 “Jehová, por tanto, confirmó el reino en su mano, y todo Judá dio a Josafat presentes; y tuvo riquezas y GLORIA en abundancia”.

2 Cr 32:27 “Y tuvo Ezequías riquezas y GLORIA, muchas en gran manera”.

Jb 19:9 “Me ha despojado de mi GLORIA, y quitado la corona de mi cabeza”.

Sal 49:16 “No temas cuando se enriquece alguno, cuando aumenta la GLORIA de su casa”.

Sal 149:9 “Para ejecutar en ellos el juicio decretado; GLORIA será esto para todos sus santos”.

Prov 20:29 “La GLORIA de los jóvenes es su fuerza”.

Prov 28:12 “Cuando los justos se alegran, grande es la GLORIA”.

Is 5:13 “Por tanto, mi pueblo fue llevado cautivo, porque no tuvo conocimiento; y su GLORIA pereció de hambre”.

Is 10:3 “¿En dónde dejaréis vuestra GLORIA?”

Is 17:3 “Y lo que quede de Siria será como la GLORIA de los hijos de Israel”.

Is 17:4 “En aquel tiempo la GLORIA de Jacob se atenuará”.

Is 35:2 “La GLORIA del Líbano le será dada, la hermosura del Carmelo y de Sarón”.

Is 60:15 “En vez de estar abandonada y aborrecida, tanto que nadie pasaba por ti, haré que seas una GLORIA eterna”.

Is 61:3 “A ordenar que a los afligidos de Sion se les dé GLORIA en lugar de ceniza”.

Is 66:12 “Porque así dice Jehová: He aquí que yo extiendo sobre ella paz como un río, y la GLORIA de las naciones”.

Ez 24:25 “El día que yo arrebate a ellos su fortaleza, el gozo de su GLORIA, el deleite de sus ojos”.

Dn 5:18 “El Altísimo Dios, oh rey, dio a Nabucodonosor tu padre el reino y la grandeza, la GLORIA y la majestad”.

Os 9:11 “La GLORIA de Efraín volará cual ave, de modo que no habrá nacimientos”.

Am 8:7 “Jehová juró por la GLORIA de Jacob: No me olvidaré jamás de todas sus obras”.

Nah 2:2 “Porque Jehová restaurará la GLORIA de Jacob como la GLORIA de Israel”.

Zac 12:7 “Y librará Jehová las tiendas de Judá primero, para que la GLORIA de la casa de David y del habitante de Jerusalén no se engrandezca sobre Judá”.

Mt 6:29 “Pero os digo, que ni aun Salomón con toda su GLORIA se vistió así como uno de ellos”.

Lc 14:10 “Ve y siéntate en el último lugar, para que cuando venga el que te convidó, te diga: Amigo, sube más arriba; entonces tendrás GLORIA delante de los que se sientan contigo”.

Rom 2:7 “Vida eterna a los que, perseverando en bien hacer, buscan GLORIA y honra e inmortalidad”.

Rom 9:4 “Que son israelitas, de los cuales son la adopción, la GLORIA, el pacto, la promulgación de la ley, el culto y las promesas”.

1 Cor 2:7 “La sabiduría oculta, la cual Dios predestinó antes de los siglos para nuestra GLORIA”.

1 Cor 9:15 “Porque prefiero morir, antes que nadie desvanezca esta mi GLORIA”.

1 Cor 11:7 “Porque el varón no debe cubrirse la cabeza, pues él es imagen y GLORIA de Dios; pero la mujer es GLORIA del varón”.

1 Cor 15:31 “Os aseguro, hermanos, por la GLORIA que de vosotros tengo en nuestro Señor Jesucristo, que cada día muero”.

1 Cor 15:40 “Y hay cuerpos celestiales, y cuerpos terrenales; pero una es la GLORIA de los celestiales, y otra la de los terrenales”.

1 Cor 15:41 “Una es la GLORIA del sol, otra la GLORIA de la luna, y otra la GLORIA de las estrellas, pues una estrella es diferente de otra en GLORIA”.

2 Cor 1:12 “Porque nuestra GLORIA es esta: el testimonio de nuestra conciencia, que con sencillez y sinceridad de Dios, no con sabiduría humana, sino con la gracia de Dios…”

2 Cor 1:14 “Como también en parte habéis entendido que somos vuestra GLORIA, así como también vosotros la nuestra”.

2 Cor 3:11 “Porque si lo que perece tuvo GLORIA, mucho más glorioso será lo que permanece”.

2 Cor 11:10 “Por la verdad de Cristo que está en mí, que no se me impedirá esta mi GLORIA en las regiones de Acaya”.

Ef 3:13 “Por lo cual pido que no desmayéis a causa de mis tribulaciones por vosotros, las cuales son vuestra GLORIA”.

1 Tes 2:20 “Vosotros sois nuestra GLORIA y gozo”.

1 P 1:7 “Para que sometida a prueba vuestra fe, mucho más preciosa que el oro, el cual aunque perecedero se prueba con fuego, sea hallada en alabanza, GLORIA y honra cuando sea manifestado Jesucristo”.

Ap 21:26 “Y llevarán la GLORIA y la honra de las naciones a ella”.

Autor: Dr. Jorge Arturo Rodríguez Reyna

 

Ad mayorem Dei Gloria

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