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De la Iglesia Católica a los TJ… ¡y vuelta al hogar!

Testigos de Jehova

Una historia con final feliz.

Mi nombre es Williams y toda mi vida he vivido en Villahermosa, una ciudad al sureste de México. De niño fui criado en una familia católica. Desde siempre tuve curiosidad por todo lo que tratara sobre el deseo del hombre por conocer a Dios, de hecho abrigué alguna vez abrigué el deseo de ser sacerdote. Me fascinaba la Biblia. Muy joven tuve mi primer contacto con los testigos de Jehová, pero fue en la adolescencia cuando todo tomó un giro definitivo. En mi inexperiencia creí encontrar la religión verdadera de tal modo que ingresé a la organización de los Testigos a pesar de la negativa de algunos miembros de mi familia. Mi hermana menor hizo lo mismo años después.

Progresé rápidamente, tan rápido que a los 19 años fui nombrado siervo ministerial, y al poco tiempo superintendente de la escuela del ministerio teocrático, llegue a conocer a detalle la historia de la organización, su doctrina y sus procedimientos tanto administrativos y un poco de los judiciales.

Pero en mi estudio de la Biblia fui encontrando cosas que no estaban de acuerdo con lo que la organización enseñaba. Empecé a ver como enseñanzas sobre las que se basa el sistema doctrinal de los testigos no tienen fundamento ni bíblico ni histórico, como el inicio del reino en 1914, los siete tiempos, etc. Pronto fueron aclarándose en mi mente más aspectos que son importantísimos, dada su relación directa con nuestra salvación, como la divinidad de Jesucristo la identidad histórica y espiritual de la verdadera Iglesia de Cristo, y otros.

Pero la gota que colmó el vaso fue el comportamiento de varias personas dentro de la congregación. Puedo decir con una conciencia limpia y tranquila que siempre traté de seguir al pie de la letra lo que creí ser la voluntad del Verdadero Dios.

A propósito que pensé este asunto por varias noches, en las que estuve sin dormir, hasta que una de ellas, levanté a mi familia para comunicarles mi decisión de abandonar la secta. Mi hermana sorprendida después de escucharme, me dijo que ella había llegado a la misma conclusión pero que vacilaba en decírmelo. ¡Yo pienso que fue el Espíritu Santo quien nos llevó a la misma conclusión de maneras separadas!

Sobra decir que mi familia se puso muy contenta especialmente mamá, por fin habría de nuevo unidad espiritual en casa.

Entonces decidí cortar con la organización.

No era mi intención lastimar los más hondos sentimientos religiosos de mis antiguos compañeros.

Cierta ocasión en que llegaron a visitarme el anciano, un siervo ministerial (muy indigno en su vida privada por cierto, yo fui testigo de como el mismo declaró haberse emborrachado, y aún así no fue expulsado, siendo que las normas de la organización indicaban expulsarlo) y una persona a quien yo había instruido tiempo atrás, me interrogaron por la razón de mi ausencia en las reuniones por casi un mes, fue cuando declaré nuestro deseo de dejar la organización y volver a la Iglesia Católica señalando las razones por las cuales había tomado tal decisión. Fue en verdad una respuesta inesperada para ellos, ya que ni una sola cosa replicaron para disuadirme ni para mostrarme que lo que yo había descubierto en mi estudio de la Biblia y de la historia era falso. Así renunciamos y sentimos una gran emoción al participar de nuevo después de tantos años de una celebración Eucarística. Ahora frecuento los sacramentos y me encuentro laborando en la Pastoral Litúrgica de mi parroquia, curiosamente aquella parroquia a la que tantas veces había ido cuando niño.

Hoy regresamos a la casa del Padre, a la casa de todos, que siempre tendrá los brazos abiertos a los hijos que como yo, alguna vez estuvieron allí y se fueron, pero yo oro por que los hermanos que se fueron alguna vez regresen a la verdadera Iglesia.

Ahora amamos y adoramos a aquel que es imagen del Padre, de quien 1 Juan 5;20 dice “Nosotros estamos en el verdadero, en su hijo Jesucristo, este es el Dios Verdadero y la Vida Eterna”.

Comparto esta experiencia por que sé que hay muchos testigos sobre todo jóvenes, que hacen uso del Internet y que leen estas páginas de apologética, que aunque prohibidas por la Sociedad de los testigos, abren diariamente los ojos de muchas personas que con corazón sincero buscan a Dios, al Dios que en muchos casos ha estado junto a ellos desde el bautismo dado por la Iglesia Católica, pero que por alguna razón lo ignoraron y lo fueron a buscar a otras casas. Pero ¿cómo buscar a nuestro Padre en casa ajena, si nosotros hemos tenido la dicha de nacer en su Casa la Iglesia, la casa de todos?

Atte

Williams Lezcano
Tabasco, México

Actualización de Mayo 2003:

Hola P. NN:

Gracias a Dios desde 1999, fecha de mi conversión he estado trabajando en la Iglesia. Desde hace un año como ministro extraordinario de Eucaristía, también el Padre Párroco me confió la labor de coordinar a los 35 ministros que hay en la zona de mi comunidad parroquial que es muy extensa. Ha sido una labor maravillosa, trato de transmitir mi amor por Cristo Eucaristía. Como una vez me decía usted, el trabajo en la Casa de Dios no es fácil, ya que muchas veces nuestra miseria humana sale a relucir, pero es entonces cuando contemplo a Cristo en la Cruz y tomo ánimo.

No sabría como expresarle con palabras, lo que el Don del Padre ha llegado a significar para mí, aún hoy, cada vez que medito en la obra salvadora de Jesús, no deja de sorprenderme el amor de Dios, su misericordia…

En la comunidad donde llevo sirviendo un año, he aprendido la riqueza de la piedad mariana, tan arraigada en el pueblo y que con tanto amor inculcan a sus hijos.

Doy gracias al nuestro Señor, por haberme permitido regresar a su Casa, no me arrepiento… Cristo está aquí…

Saludos y que Nuestra Madre del Cielo le asista y lo defienda…

Tabasco, México.

 

Autor: Williams Lezcano

Fuente: Apologetica.org

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